El misterio del anillo

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Un balde de agua fría cayó sobre mi cuerpo.

Desperté abruptamente y caí de la cama.

Ellos reían fuertemente.

—Somos los mejores, George. Los reyes.

—Los reyes de los idiotas.

El rostro de Fred reflejaba burla y satisfacción mientas que el de George todo lo contrario, el de él reflejaba preocupación y un poco de temor.

George se acercó a mí con una gran toalla, la cual colocó encima de mi cuerpo y trató de envolverme en ella.

—Es para que no te enfermes, afuera está helando. —Susurró para mí con una sonrisa tímida en su rostro. —Lo siento mucho, no debí aceptar la idea de Fred. Perdóname, por favor, ¿sí?

George últimamente se estaba comportando raro conmigo, siempre quería que tuviéramos contacto físico y visual.

En ese momento, él estaba acariciando suavemente mi mejilla y sus ojos pasaron de estar clavados en los míos a mis labios, yo bajé mi mirada a sus labios por pura inercia y pude observar cómo él los mojaba con ayuda de su lengua.

Nuestros rostros estaban muy cerca del otro, podía sentir su caliente respiración chocar con mi mejilla y detallar cada rasgo de su rostro como sus bellas pecas que resaltan en su pálida piel, la forma de sus ojos y el brillo que emiten, sus pestañas largas y pelirrojas.

George era sublime, sumamente atractivo y aunque fuera gemelo de Fred, ante mis ojos ambos eran muy diferentes.

Me estaba arrepintiendo el haber estado con alguien más en lugar de con George, cabe recalcar que yo iba por él, pero las cosas no pasaron cómo yo esperaba.

George era muy tímido conmigo, sí hablábamos bien de varias cosas, pero de las personales he ahí el problema.

A veces, Fred le decía cosas de broma referentes a la persona que le gustaba sin decir su nombre y ahí era cuando él se ponía muy tímido, se iba o cambiaba abruptamente de tema.

George siempre llamó mi atención, por eso decidí ir por él, no solo fue por su físico sino que me gustaba su personalidad, pero las cosas simplemente no se dieron cómo lo hubiera querido.

Él estaba tan cerca de mi rostro que las ganas que tenía de besarlo crecían inmensamente, pero sentía que no era el momento y que era algo malo si lo hacía o algo prohibido.

Es como si algo dentro de mí me dijera que estaba mal tan siquiera pensar en rozar mis labios con los suyos, pero al parecer en la mente de George era todo lo contrario porque acercó sus labios a los míos y depositó un beso en la comisura de ellos.

Su cara comenzó a tornarse de un color rojo carmesí y su mirada no se apartaba de mis labios, por otro lado yo solo miraba cómo sus ojos no dejan de emitir un bonito brillo.

—Si vas a besarla solo házlo, Georgie.

Y ahí estaba Fred, rompiendo aquella atmósfera que había entre nosotros.

Ya había olvidado la presencia del otro cabeza de zanahoria en la habitación.

Al escuchar aquello que Fred dijo, George alejó su rostro abruptamente del mío y me extendió sus manos para ayudar a levantarme del frío suelo.

Él estaba dispuesto a irse sin hablar conmigo una vez más, pero yo sí quería hablar con él aunque con Fred ahí creo que eso va a ser imposible.

Tomé el brazo de George entre mis manos y lo jalé levemente hacia mí.

—George, no te vayas aún. Quiero hablar contigo sobre algo importante.

No era capaz de mirarme a los ojos, solo clavó su mirada en mis manos que sostenían su brazo.

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⏰ Última actualización: Jun 29, 2023 ⏰

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