Quidditch

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—Abby. Corazón. Mi vida. Necesitas despertar, se te hará tarde. —Susurró una dulce voz en mi oído.

Esa voz era familiar para mis oídos, la había escuchado antes, solo que estaba tan adormilada que no podía distinguir ni recordar a quién le pertenecía.

Comencé a abrir mis ojos lentamente, logrando ver una borrosa silueta de una persona frente a mí.

Cuando mi visión comenzó a tornarse nítida, vi su cara angelical sonriendo de oreja a oreja, me alegré al verla frente a mí.

—Mamá. —Rápidamente, me levanté de la cama envolviéndola en un entusiasta y cálido abrazo. —¿Qué haces aquí?, pensé que te quedarías en casa.

—Tu padre me pidió venir, ambos estaremos aquí para ti. —Sonrió ampliamente, besó mi frente con delicadeza y procedió a sentarse en mi cama.

Ninguna de las dos emitió algún tipo de sonido, hubo un silencio incómodo por un par de minutos, así que me dirigí al armario y comencé a buscar mi uniforme para darme una ducha rápida antes de ir a clase. Me dirigía hacia el baño hasta que Tonks me llamó.

—Abby, antes de que te arregles. Necesito hablar contigo.

Giré para verla directo a los ojos, aquellos que son grandes y tienen un brillo sin igual, esos que te transmiten calidez, confianza y comodidad cada vez que los ves.

—¿Qué pasa, mamá?, ¿es algo grave?

El brillo comenzó a crecer en sus ojos con tonalidades verdes-grisáceas y marrón claro, puede apreciar mejor el color de ellos debido al lugar donde Tonks se encontraba sentada en la cama, entraba un rayo de sol a través de la ventana de la habitación, eso ayudaba a apreciar más las bellas facciones de su rostro.

Su rostro era iluminado por la bella sonrisa que me ofrecía mostrando dos hoyuelos a lado de esta y sus dientes blancos, no estaba alterada, así que al parecer eran buenas noticias, por lo que sentí un gran alivio.

—Me enteré de que quieres entrar al equipo de quidditch. —Su sonrisa cambió a una de lado, guiñó su ojo izquierdo y alzó una ceja expectante. —¿Por qué no aceptaste que Cedric Diggory te enseñara?

Aquí vamos de nuevo. Chismes, chismes y más chismes. Nunca pensé que todos, incluyendo los profesores, se enteraban de la vida de los estudiantes, era lógico que ella se iba a enterar, ya que supuse que Lupin también lo sabía, pero ¿acaso los demás no tienen algo más importante que hacer que hablar sobre la vida de los otros todo el tiempo? 

Es estresante siempre estar en boca de los demás por ser la hija de uno de los profesores y más por ser la nueva. Tener un enorme peso en tus hombros todos los días, cumplir cada expectativa que se tienen sobre ti, cuidar tu accionar y hablar, ser cauteloso debido a la licantropía, no saber en quién confiar por lo que se avecina en el futuro, siempre tomar buenas decisiones, relacionarte con las personas correctas. Ser el modelo a seguir que todos quieren que seas.  

Sé que ella no quiere presionarme a nada ni mucho menos obligarme, pero Hufflepuff es parte de su ser, tal vez por eso se le hizo raro que no aceptara la ayuda de Cedric, además que él es de las pocas personas que hay en Hogwarts de buen corazón, amable por naturaleza, con buena reputación, un buen prospecto con el cual en un futuro podría entablar un lazo romántico, el chico ideal de cualquier chica, perfecto en toda la extensión de la palabra.

—Oliver Wood me lo pidió primero, pero si él me lo hubiera pedido antes mi maestro posiblemente sería otro. Cedric es lindo. —Suspiré.

Rio levemente. —Que tu padre no se entere de esto porque ya sabes... Solo quiere cuidar a su princesa.

Werewolf in HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora