Conquistando A TaeHyun ~ ᵗᵃᵉᵍʸᵘ

♡ 11 ♡

—Esto no está funcionando.

—¿En serio? —menciona YeonJun con sarcasmo.

—Vale, entonces me doy por vencido. No renovaré mi licencia de cupido.

—No seas dramático, cariño.

—Pero... ¿De que sirve que renueve mi suscripción de Cupido si no puedo ni ayudar a mi amigo para que se reconcilie con el amor de su vida? Mejor me doy de baja —dice Huening Kai con suma seriedad mientras se recuesta en la cama.

BeomGyu se queda pensando unos segundos lo dicho por su amigo... ¿Qué fue lo que dijo? ¿Acaso escuchó bien?

—¿En serio tienes una suscripción de Cupido?

—Es una larga historia —dice YeonJun entornando los ojos, dándose cuenta de lo único que se le quedó pegado en su cabeza—. Lo importante ahora es que debemos seguir con esto o detenerlo aquí, tú decides.

—No, recreando lo que TaeHyun hizo por mí es lógico que no está sirviendo. Y mientras más lo intento más cercanía tiene con ese mocoso —dice, refiriéndose al niño molesto de Yang JungWon, a quien ha visto en más de una ocasión en esa semana. Y no, eso no le gusta en lo absoluto por como TaeHyun parece ser más resplandeciente cuando están juntos—. No puedo permitir que lleguen a hacer algo más.

Porque no está seguro de seguir soportando tales escenas que le destrozan el corazón.

—Gyu, ¿sí sabes que TaeHyun ya no es un niño y que es libre de estar con quien él quiera y le corresponda?

—¡Wow, YeonJun! Eres de demasiada ayuda...

—Bueno, no te vendría nada mal una dosis de realidad de vez en cuando, ¿sabes?

—¿Y qué piensas hacer entonces, Gyu? —comenta Kai, esencialmente para evitar una discusión entre hermanos.

Llevan ahí como media hora mientras comen golosinas y juegan videojuegos. Mayormente estaban tonteando más que cualquier otra cosa, pero apenas si Kai mencionó a TaeHyun durante su seria conversación de Steven Universe (que nada tenía que ver, pero bueno) y BeomGyu saltó a la defensiva. Por lo que, YeonJun y su novio hartos de la situación, lo confrontaron diciéndole que dejara de comportarse como un niño sino quería lograr nunca nada en su vida.

Sí, incluso en eso Kai está de acuerdo, aunque la voz de la razón fue el hermano mayor de los Choi.

Pero no es como que BeomGyu pudiera dejar de ser menos sarcástico de un día para otro.

—Como si supiera incluso qué voy a prepararme para comer hoy.

—Te creería eso sino fuera porque papá es quien cocina para todos.

—Vale, tienes razón.

—Entonces... ¿Ya no tengo que ayudarte a hacer las cartas? —expresa Kai con un leve puchero—. Porque tenía ideas muy lindas.

—Creo que ese es el problema, amor.

BeomGyu recorre su habitación, sin prestarle atención a la pequeña disputa-coqueteos de la pareja. Aunque hasta hace unos días nada más le hubiera puesto atención al mar de sus pensamientos extraños, ahora puede percibir algunos detalles que ahora le parecen importante, como su la guitarra en el fondo junto a las partituras del teclado eléctrico.

Cuando era niño, él deseaba más que nada poder tocar, aunque fuese sólo uno, algún instrumento con el que pudiera pasar el tiempo después de clase, además de que así podría presumirlo con todos sus compañeros de clase quienes no le agradaban demasiado. Sin embargo, en lugar de recibir una tan deseada batería le tocó tener un piano aburrido durante meses. Eso no era divertido ni algo que podría presumir, y todo por el estúpido de su padre que no quiso comprarle el instrumento que él quería, importándole poco la opinión de su esposa en aquel entonces.

Sim embargo, cuando recibió su primera guitarra eléctrica como regalo de su madre, y aprendió a tocar su primera canción (la cual fue Every Breath You Take), experimentó la mayor felicidad en toda su vida. La satisfacción de haber sido completamente autodidacta, y la emoción de tocar canciones que también lo hacían sentir reconfortado, era uno de sus recuerdos favoritos, sino que el mayor.

Era, porque ese recuerdo más feliz fue reemplazado casi al instante por el día en que sus labios se tocaron por primera vez con los de Kang TaeHyun. Definitivamente no podría haber día más hermoso y maravilloso que ese en donde experimentó por primera vez el amor verdadero.

Viendo sus instrumentos nuevamente, una loca idea le cruza por la cabeza.

—Chicos, creo que por fin se me ocurrió algo decente.