MI MALDITO EX

Capítulo #3

***
Las palabras de su mejor amiga pasaron todo el día retumbando en la cabeza de Alina, no era la primera vez que tenían una conversación similar, ya en otra ocasión le había dicho:   quiero conmigo a la chica de sonrisa sincera, la de corazón alegre, la del alma viva. A veces te miro y no te reconozco, y no es que te hayas vuelto mala, o déspota, o algo así, solo que ya no ardes, no hay vida en todo lo que haces, te condenaste a la tristeza, y aunque siempre te voy a querer, escojas el camino que sea, esta no es la parte tuya que prefiero, hermana, quiero que vuelvas a quemar el fuego con tus ganas.

Esas palabras, como las de la mañana, habían quedado gravadas en su memoria, sabía que Martha tenía razón, pero no sabía como volver a ser la de antes, o siquiera si eso era saludable, le había costado mucho reconstruirse después de la traición de Alex, había entregado tanto que se había quedado vacía.

En esos momentos se sentía estresada, confundida y....
- me puedes explicar porqué andabas emborrachándote anoche con esas locas? - una dosis del "perfecto Jorge" ahora mismo no ayudaba.
- buenos días también para ti mi amor, amanecí espléndidamente, anoche me divertí mucho con mis amigas, ellas son fantásticas - respondió sarcástica, dando énfasis especial a cada palabra.
- lo siento - dijo él - sabes que no me gusta que hagas esas cosas con ellas, son un poco especiales. - ella lo miró arcando una ceja, ante el tono de desprecio utilizado por él en la palabra "especiales"
- Especiales?
- si - dijo - especiales.
- ah, claro que son especiales - dijo ella - son mujeres fuertes, independientes, alegres, y sobre todo, les importa una mierda lo que pienses de ellas - esto último lo dijo con una chispa de furia en la mirada, al parecer, la grieta que había ocasionado Martha no era tan pequeña como pensaba.
- Alina, eso ha sido bastante grosero, es muy desagradable que hables de esa manera, por eso no me gusta que andes con ellas, porque eres una persona muy influenciable, y después vienes con estas actitudes poco apropiadas - las palabras de Jorge fueron, como poco, un detonante en el interior de ella, y aunque habló con furia contenida, sus palabras no dejaron de ser contundentes.
- actitudes poco apropiadas? Pero tú donde mierda te criaste en la realeza anglosajona? - pregunta retórica - influenciable? No te lo puedo negar, ultimamente me he dejado influenciar bastante por ti, al punto de decirte que si me casaría contigo, no obstante, cambiaremos ese aspecto poco apropiado de mi personalidad - dijo irónica - lo primero es que puedes meterte tu apropiado anillo de matrimonio, por el apropiado agujero de tu apropiado culo - mientras decía esto, se quitaba el anillo, y lo depositaba sobre la mesa. Sus bruscas palabras la asombraron hasta a ella, pero lo a gustito que se había quedado - así que ahora, te largas de mi consulta por favor, tengo pacientes que atender.

Jorge salió muy humillado y molesto, estaba seguro que esa había sido la imestable que se hacía llamar psicóloga, que le había dicho algo a su dulce chica para que actuara de esa manera.

Al concluir el día, al llegar a su apartamento, ya más calmada, Alina abrió el WhatsApp para escribirle a sus amigas, habían mensajes en el grupo de Dalila, contándoles que Raulito estaba mejor, tenía amigdalitis, pero ya la pediatra le había puesto tratamiento.

- Dios - dijo Alina para si misma, había olvidado que Martha le había dicho que Dalila había tenido que irse la noche anterior porque el niño no estaba bien. De hecho, por su cabeza también pasó fugaz, la idea, de cierta familiaridad con el amigo de Martha que las había traído la noche anterior.

Pero sobre todo, pensó en cuán mala amiga había sido en los últimos tiempos, desde cuándo no les preguntaba como iban sus vidas? Desde cuando no las visitaba y pasaba una tarde con ellas? Desde cuándo Jorge despotricaba sobre ellas, mientras solo callaba?

Alina lloró por ella, porque se sentía presa dentro de si misma, porque se sentía sola, porque había reemplazado amor propio con orgullo y se había ocasionado más daño; pero sobre todo, lloró porque "Alina", se había vuelto una cobarde.

Cuando se secó las lágrimas, ya había tomado la desición del cambio, no sería fácil, a estas alturas el daño había dejado demasiadas marcas, pero estaba dispuesta a ser feliz. Llamó a Martha, y con unas pizzas, y botella de vino en mano, fueron a ver a Dalila.

Dalila acaba de dormir a Raulito cuando escuchó el tiembre, ese día Raúl le había dicho que llegaría tarde, tenía una cena con unos inversionistas, así que no creyó que fuera él, al abrir la puerta descubrió la grata sorpresa de sus amigas, Alina aún tenía la nariz roja, no importaba cuanto maquillaje usara, no lograba disimular su nariz de llanto,
- Hola Hola - dijeron felices sus amigas.
- holaaa, qué hacen aquí?
- mmm, vinimos a verte, trajimos una noche de chicas - dijo Martha ya tirada sobre el sofá.
- jajaja, trajeron la noche? - preguntó Dalila divertida
- siiii - dijo Alina - aunque bueno, no tan literalmente, si no te gusta podemos decir que tu trajiste la noche y nosotras las chicas jjjj
- ustedes están locas
- dónde está mi hermoso sobrino? - preguntó Alina, - lo acabo de dormir y me ha dado el trabajo del siglo, así que lo ves otro día - Alina hizo un puchero y añadió - cómo ha pasado el día?
- el tratamiento comenzó anoche, ya lo veo un poco mejor respecto a la noche pasada, por lo menos hoy no ha tenido fiebre. No obstante, creo que esta visita no es médica - dijo Dalila mientras iba a por un corcho para abrir la botella y servía un poco del contenido - así que quiero empieces a hablar en este instante del porque de tu nariz de payaso.
Alina sonrió y dió un trago al contenido de su copa - Lo siento chicas - sus amigas se quedaron medio extrañadas, pero no les dio tiempo a preguntar - siento haber sido tan pésima amiga en estos tiempos - mientras se desahogaba con sus amigas lágrimas corrían por su mejilla, les contó cómo se sentía, y lo mal que había llegado a estar, contó como pasó tantas noches sin dormir mientras se hacía la fuerte, y esperaba que en algún momento apareciera Alex a darle una explicación, y le decía que estaba equivocada, que lo había visto todo mal, que él no la había engañado de esa manera. Esa fue la primera etapa del sufrimiento, luego se dio cuenta de que en cierto modo, hasta ella había sido la culpable, no lo había defendido ante los insultos racistas de su padre, no había defendido su amor por él. O por lo menos, no mientras él miraba.

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