capítulo #13

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Eran las 10 de la noche y Dalila se observa en el espejo del baño, estaba vestida de modo sencillo, un  vestido blanco cuello de tortuga, manga corta, se ajustaba a su cuerpo, unos tacones del mismo color completaban el conjunto, y para darle un toque se había puesto una pulcera de pandora, con sus charms idetificativos, su maquillaje era natural, y el peinado, una sencilla coleta alta. Debajo de la ropa llevaba una bonita lencería blanca con la esperanza de que su esposo la desvistiera.

La mesa estaba puesta hacía una hora aproximadamente, Raulito, dormía esa noche en la casa de los abuelos, todo estaba listo para el romance, excepto, el otro amante, eran casi las 11 de la noche, del día de su aniversario de bodas, y Raúl, no llegaba. Ella lo había llamado varias veces al celular, y no había contestado. Su secretaria le había dicho que estaba en una cena de negocios - vaya - pensó Dalila.

A la 1:00 am, Raúl entró a su casa, y una dolida mujer, dormía sobre el sofá, unas latas de cerveza estaban vacías y cuidadosamente colocadas sobre la mesita del centro. En el comedor, una mesa servida gritaba de soledad. Su comida favorita se enfriaba bajo el calor de una vela, ya apagada. Observó desde lejos a su esposa profundamente dormida, parecía un ángel del cielo, tan pura, tan tierna, eso había hecho que se enamorara de ella desde el primer día. Sin embargo, ahora, aunque no había dejado de amarla, algo había provocado que la pasión se enfriara. No había olvidado su aniversario, de hecho, había comprado para ella unos pendientes de plata con forma de mariposas, el diseño era hermoso, y anciaba vérselos puestos, sabía que le encantarían. Sin embargo, la reunión había tardado más de la cuenta, después sugirieron ir por unos tragos, y entre copa y copa, se le había ido el tiempo sin enviarle siquiera un mensaje a su esposa. Era un idiota, ella debía estar muy enfadada, y con toda la razón.

Trató de cargarla y llevarla a la cama sin que se despertara, fue imposible, a penas la tocó, ella abrió los ojos, tardó unos segundos en orientarse, pasado este tiempo dijo
- hola - en su voz estaba impregnada la decepción.
- hola preciosa - respondió Raúl avergonzado. Ella quería decirle muchas cosas en ese instante, pero escogió callar, un nudo en su garganta impedía el flujo de las palabras. Se fue a la habitación, se cambió de ropa, y se durmió. Mientras tanto, Raúl, sintiéndose el hombre más imbécil del universo, se quedó en el sofá pensando.

Después de  haber maldormido en el sofá, cerca de las 5 de la madrugada, Raúl calentó la cena, puso la mesa, y prendió de nuevo las velas, se bañó rápido, se puso un traje de gala, y se acercó cariñoso al ángel que dormía en su cama.

Una tierna caricia en el rostro provocó que Dalila se despertara, frente a ella su esposo muy arreglado, intentaba expresar unas lastimeras disculpas, pero como no lograba coordinar una sola idea, y estaba tan nervioso como cuando eran unos adolescentes ella no lograba entender casi nada.

- calla por favor - dijo Dalila en tono dulce - no logro entender nada
- que soy un idiota bebé - dijo Raúl
- no pienso negarlo - dijo ella y sonrió, lo amaba mucho - ¿Qué pasó para que llegaras tan tarde? - Raúl con vergüenza, le explicó, y la situación era tan estúpida, que lo perdonó, sin embargo, el dolor ya había sido provocado.
- ¿cenas conmigo? - preguntó Raúl, ella miró el reloj, eran casi las 6 am,
- es la hora perfecta, contestó risueña.

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La vida de un psicólogo es difícil, las emociones humanas es lo más complejo de comprender, Martha, a veces, no lograba entender a sus pacientes, a veces los especialistas tampoco tienen la respuesta, a veces, lo mejor que ella tenía para darles era su empatía. Justo ahora estaba escuchando a una joven de 15 años que había sido violada por un vecino, una joven cristiana, que tenía idealizada la sexualidad, que creía en los mandamientos se Dios y el sexo después del matrimonio como un acto de amor puro, que no estaba lista para tener sexo y que le habían quitado la oportunidad de entregar su cuerpo a un hombre por desición propia. Ella, con solo 15 años, y que siempre había hecho lo que su Dios mandaba, no entendía por qué Dios había permitido que le pasara algo así, y Martha tampoco lo entendía, tampoco entendía a Dios, y no tenía respuesta para aquella joven.

Martha llegó a su casa un poco triste, esas situaciones siempre la ponían muy mal, su esposo, que para suerte de ella ya había llegado, la esperaba con un abrazo, y en cuánto la vió, imaginó que ocurría. Martha era psicóloga, si, pero era mujer, y no podía decirle a otra que lo superaría, ella llevaba años intentando superarlo y aún dolía, no podía mentirle de esa manera tan vil, a alguien en su misma situación.

Martha tenía 13 años cuando el cerdo de su tío la había violado, había hecho con ella cualquier cantidad de cochinadas, mientras, por miedo a la sociedad, al repudio, a la incomprensión, ella, callaba, pasó sumergida en ese dolor 6 meses, hasta, que pasado un mes, faltó su período, y luego de la soberana paliza que le dió su padre, ante el silencio de ella, empezaron las averiguaciones. La verdad salió a la luz, su tía y sus primas no le creyeron, mucha gente la miraba con lástima, su padre por poco mata a su hermano, se sumergió largo tiempo en el alcoholismo, ella miraba a todos con vergüenza, sentía que todo el mundo sabía lo que había pasado, que todos la juzgaban, y sobre todo, se sentía culpable, su familia estaba destruida.

Por suerte para ella, le habían interrumpido el embarazo y no tenía que cargar con el fruto físico de esa atrocidad, su única secuela era emocional, su madre y su padre habían logrado recuperarse, pero la familia fraccionada nunca se había reestructurado, ahora sabía que no era su culpa, sin embargo, había días donde el dolor era tan grande, que necesitaba dejarlo salir, esa noche, como otras, lloró en los brazos del hombre que amaba.

MI MALDITO EXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora