Capítulo #7

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Dalila pasó toda la mañana creando una estrategia de comunicación para el libro de filosofía que publicaría la editorial próximamente, se le estaba haciendo complicado, puesto que era un tema que ni siquiera la atraía a ella, cómo iba a ser capaz de enamorar a otros? Revisó la hora, eran casi las 11 de la mañana y tenía un dolor de cabeza horroroso.

Le había explicado a su esposo, y le había pedido que fuera a la casa al medio día para que se quedara con Raulito durante una hora, él había accedido sin problemas, pero aún no llegaba, no obstante, quedaba tiempo suficiente. Fue a prepararse para salir, y el niño la siguió hasta su habitación, intentaba convencerla de salir a jugar, debía preguntarle a la pediatra si ya podía, así que hizo nota mental de ello.

- Mamá vas a salir? - preguntó el pequeño cuando la vió arreglándose.
- si amor - respondió, mientras le revolvía el cabello como gesto cariñoso.
- puedo ir contigo? - la madre lo miró con ternura, tenía varios días sin ver a sus tías, no sería una mala idea, pero hoy la conversación con Martha sería de adultos, no le convenía que Raulito estuviera allí.
El niño estaba sentado sobre la cama, y Dalila frente al espejo, de espaldas al pequeño, ella se giró en la pequeña butaca, y se inclinó hasta quedar a su altura
- amor, mamá no te puede llevar hoy, pero te promete, traerte algo bien rico cuando vuela - el rostro del niño, se ensombresió un poco, pero justo en ese instante Raúl traspasó el umbral de la habitación,
- papá!!! - dijo emocionado, Dalila sintió un gran alivio, no le gustaba ver a su pequeño triste, pero también sentía una pequeña obligación moral, necesitaba hablar con Martha sobre el tema "Alexander", cuando rompieron Alina se hundió, le preocupaba su reacción si casualmente lo encontraba.

Dalila se despidió de sus amados hombres, y salió para el restaurante.

*****
Alex estaba desde la madrugada en su improvisado taller, terminando el cuadro que había iniciado días atrás, estaba orgulloso de su trabajo, pero, hasta ahora, ese era su preferido de la serie, ante él, una Diosa desnuda emergía del mar, el cabello negro, húmedo y largo, le cubría los pechos, su parte íntima quedaba aún guardada por las olas, mientras ella, aún con los ojos cerrados, disfrutaba de la erótica caricia del agua que corría sobre su delicada piel de alabastro, era de noche, el mar tempestuso como si la tormenta formase parte de ella, el cielo, por su parte, se vestía de puntos luminosos que dibujaban la constelación de virgo, sin su estrella más brillante. En la esquina, sobre la arena, un joven, sentado la observaba preso de su belleza.
En ese instabte, Alex recordó un poema de un chico que seguía por Instagram, Luis Miguel Lozano, y como otro acto de amor, decidió gravarlo en su obra, por tanto, en letras pequeñas, en la esquina contraria al chico, superior a su firma de autor, escribió:

Ella, tan bella.
Ella, tan estrella.
Ella, tan ella.
Ella, bella estrella.
Ella, simplemente ella.

Al terminar, Alex tenía un hambre atrós, fue a la cocina a prepararse algo, y encontró su móvil sobre la meseta, lo revisó y vió que entre tantas notificaciones, había un mensaje de Martha, miró la hora y le quedaban a penas unos pocos minutos, así que le escribió que fuera ordenando algo, el llegaría un poco retrasado. Tomó una jugo de pera para no desmayarse, y se lavó las manchas de pintura. Cogió la moto, y salió para el restaurante.

*****
Alina estaba muy molesta, era sábado, y había planificado una mañana de sana recreación, o sea, en su plan habitual, comer comida poco saludable y leer un buen libro, o algo de cine, pero nooo, su maravilloso jefe, había decido que existían problemas graves en el servicio, y una bendita reunión sábado en la mañana, era la mejor forma de solucionarlo, la cual, "la verdad sea dicha" no había resuelto nada. Además, saliendo del hospital, había chocado con un chico que iba tomándose una cocacola, y se la había vaciado encima, como si la maldita lata fuera una puta regadera.
Por si fuera poco, había quedado con Martha, el tráfico era horrible, no lograba coger nada, e iba a llegar tarde, y si había algo que detestara en esta vida más que la mostaza, era la impuntualidad.
Para su suerte, o quizás no tanta, cuando ya estaba por salir a pie o cancelarle a Martha, Jorge pasó en su auto.
-Vamos, te llevo - dadas las actuales circunatancias pensó rechazar la oferta, pero decidió comportarse como la adulta que era, y aceptar la botella
- Gracias - le dijo a Jorge - quedé con Martha y ya estaba a punto de llamarle para cancelar - al escuchar lo de Martha, Jorge apretó un poco los labios, Martha no le agradaba, y a ella eso le importaba un reverendo pepino, Alina pensaba, que en ocasiones hasta se esforzaba por caerle peor; sin embargo, conciente, no hizo ningún comentario al respecto. A penas habían pasado 4 días de su separación, estaba dándole tiempo para que se arrepintiera de haberlo abandonado, y ella sola volviera a él, estaba seguro que no encontraría a nadie mejor.
- luces horrible - le dijo - no llevas maquillaje y tienes ojeras de panda, la coleta está floja, y toda la blusa manchada de lo que parece ser - arrugó la nariz y se inclinó un poco hacia ella para examinarla mejor - cocacola, que te ocurrió? - a Alina el comentario le molestó bastante, ella sabía que daba asco, pero era muy grosero que se lo dijeran de esa manera, además, solo pensaba hablar con Martha, unos minutos y luego irse a casa,
- es mi nuevo look - respondió irónica - dobla, voy al restaurante de siempre - le indicó, los 5 minutos restantes transcurrieron en silencio, Jorge a veces podía ser un hijo de puta y no tenía deseos de conversar con él, otras cosas ocupaban su cabeza.

MI MALDITO EXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora