Miedo. Mucho, inmenso e imparable miedo era lo que Taehyung estaba experimentando tras llevar 50 minutos esperando a Jungkook en una cafetería alejada del instituto de la cual Taehyung compartió la ubicación. Ambos acordaron platicar en un lugar fuera de peligro por si algún chismoso rondará por ahí. Debido a esa razón, decidieron llegar cada uno por su lado. Mentiría si no dijera que no llevaba consigo todas y cada una de sus cartas maestras, entre ellas la carta de "lo supuse", que utilizaría en caso de que Jungkook no diera señales de vida. Que, por cierto, ya estaba anotada en su lista de posibilidades.
No hay que malinterpretar; con estas "cartas" Taehyung no planeaba tratar de confundir a Jungkook, mucho menos excusarse, culparlo o manipularlo. Sino que, estaba buscando la mejor manera de hacerle entender su punto sin terminar en un ataúd.
Habían acordado una hora exacta: 19:00 p.m. Taehyung estuvo 10 minutos antes pues no pudo contra el ansia de verlo. Durante ese tiempo miraba una y otra vez los mismos adornos del lugar detalladamente, recorriéndolos cuál pincel al lienzo. La cafetería tenía un aspecto muy moderno, pero que hacía honor al arte antiguo como pinturas míticas. Era sin duda uno de los lugares más interesantes que había visitado. En uno que otro espacio estaban pegados datos curiosos del mar, del universo, los planetas, teorías sobre distintos acontecimientos mundiales, artículos hallados en lo más profundo del mar, etc. A este punto no sabía cuantas veces había leído la corta biografía de Jackie Chan plasmada en un papel blanco muy bien decorado y con una foto de él.
Muchas veces planeaba enviarle un mensaje a Jungkook para preguntar si estaba cerca, pero no quería atosigarlo. Necesitaba más que nunca darle su espacio. Quizás estaba teniendo un momento complicado debido a los nervios. O estaba calmando su furia. No tenía la menor idea, tampoco quería averiguarlo por el momento y cometer otro error.
Aún así, su ojos no podían evitar desviarse del camino para aterrizar cual avión despues de un largo viaje, sobre el reloj digital de mediano tamaño y cubierto en color negro avanzar cada vez más. Ver los minutos continuar el recorrido del día le causaba ansiedad. Su cabeza no hacía más que descartar una y otra vez las cartas argumentales que había llevado ese día para no terminar siendo golpeado en público, sino perdonado. A este punto parecía que no las iba a necesitar más.
La campana anunciando nuevos clientes había sonado tantas veces desde que estaba ahí —pues la cafetería era sin duda muy popular por el lugar donde se encontraba— que había perdido la cuenta. Es más, ya había decidido dejar de contar. Su rostro era tapado por sus largos antebrazos, que lo habían sumergido en una minúscula oscuridad donde se colaba algún que otro rayito débil de luz proveniente de los focos.
No supo en qué momento dejaron de ser las 18:50 p.m para volverse las 21:30 p.m. Es más, ni siquiera lo había notado. Era como si hubiese dado un salto abismal en el tiempo. Pero, cuando podía saberlo, había caído dormido sobre la pequeña mesa para dos de un limpio color blanco. El ruido se había cortado por completo, tanto que pudo descansar en paz. ¿Cuándo la gente dejó de ser tan bulliciosa?
¿Hola? Despierta por favor.
Aquella voz y continuo movimiento delicado en su brazo derecho por una extremidad que ajena a la suya interrumpió el sueño de Taehyung, quién tras levantarse somnoliento, frotó sus ojos para ver la hora. 21:50.
—Hola, soy el gente de la cafetería. Mis empleadas trataron de despertarte, pero no respondías.
Taehyung asintió sin terminar de despertar por completo.
—Estamos por cerrar la cafetería —continuó el gerente tras no recibir ninguna respuesta.
—Lo siento. Yo... estoy cansado por el estudio.
El gerente sonrío amablemente, comprendiendo la situación del menor. Después de todo, el también también estudiantes y sabe que agobiante que es.
—No te preocupes. Sigue estudiando arduamente para ganar mucho dinero en el futuro y que no te falte nada. Gracias por venir. Esperamos verte pronto —cerró la conversación, retirándose lentamente tras un gesto de ánimo hacia el más joven de los dos.
Tal como lo pensó, Jungkook lo dejó plantado. No se sentía patético por haberle creído, pues al menos tuvo la fe de que el encuentro podría suceder. Pero eso no quería decir que no le doliera. Claro que lo hacía, más de lo que quisiera. Sin embargo, no podía sentarse a llorar por eso. Regresaría a casa sin pensar qué le deparará el día siguiente.
Tras caminar unos cuántos metros tarareando canciones de las cuáles jamás se aprendió la letra mientras el suelo era lo único a lo que prestaba atención, quedaban nada más que unos pasos para llegar a casa de una vez por todas. De la cafetería a su hogar había pasado el tiempo suficiente como para sentirse triste, desganado, decepcionado, y, sobre todo, dañado. No tenía muy claro en qué punto del trayecto transicionó a eso si llevaba sus cartas para contrarrestar el sentimientos.
Fue una mala pasada el no deducir que sus cartas no surgirían efecto tratándose de Jungkook. Ni siquiera había querido revisar el celular probablemente su madre le llamó mucha veces. Pero por el momento no tenía ganas de hablar.
—Vaya, apareciste.
No puede ser. ¿Era cierto lo que estaba escuchando? ¿Era ese...?
La mirada de Kim se elevó en cuestión de segundos, siendo iluminada por la presencia de aquel chico que conocía tan bien, el cual vestía una sudadera roja, pantalones y zapatos negros. Su cabello lucía algo desordenado a causa de la brisa nocturna. Pero, para Taehyung eso lo hacía ver aun más lindo.
—Jungkook, ¡Dios mío redentor! —exclamó derrochando emoción por cada poro de su cuerpo.
—Shhh, es tarde —exclamó el menor entre susurros. Taehyung se llevó el dedo índice entre medio de lo labios como señal de silencio—. Me enviaste la dirección de tu casa aparentemente. Te llamé muchas veces pero jamás tomaste mis llamadas. También llamé a la puerta, pero no hay nadie.
El mayor sacó el celular del bolsillo trasero del pantalón rápidamente, notando en la bandeja de notificaciones 15 llamadas perdidas. Maldición, sabía que usar el teléfono en silencio era una muy pésima idea.
De todas maneras, un suspiro inmenso de alivio recorrió su cuerpo desde la cabeza hasta los pies. No sólo pudo encontrarse con Jungkook, sino que también tenía un semblante que derrochaba sosiego. Kim no podía estar más contento.
—¿Cuánto llevas aquí? —preguntó Kim.
Jungkook frunció sin intención de enojo los labios, mirando la hora en el reloj de agujas que portaba su muñeca derecha. Un reloj sencillo de color negro. No era coqueto en ese aspecto. Solo lo quería para lo que servía: ver la hora.
—Creo que... desde las 19:30 más o menos. Me fui un raro a cenar y regrese, pero aún no habías vuelto —confesó sin pensarlo mucho—. Por alguna razón sabía que me esperabas y volverías tarde o temprano.
—Lo que diré puede sonar estúpido puesto que tenerte aquí es... Dios, ni siquiera puedo explicar cuánto me emociona. Pero, ¿por qué decidiste esperarme? ¿No estás molesto?
Jungkook desvió la mirada hacia el cielo sin ninguna razón en especial. Pero no pudo permanecer mucho, pues está misma regreso al mayor rápidamente.
—¿Jungkook?
—¿Me dejas pasar a tu casa, hyung?
♡
VOLVIÓ AHHHH
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¡Hey tú! gordito [Taekook - 태국]
RandomJeon Jungkook solo quería una cosa: vivir en paz. Siendo constantemente acosado por su poco atlética figura, las cosas empeoran aún más cuando se encuentra a Kim Taehyung, la más insoportable persona que conoció en su vida. Aunque bueno, era tiern...