¡Hey tú! gordito [Taekook - 태국]

Capítulo 10: La belleza que yo veo

La suave mañana lucía mucho más cálida que el día anterior, desprendía un ambiente fantástico, emocionante, nostálgico. Algo bello que sentías tu corazón resplandecer al verlo. Taehyung tenía la dicha de vivir aquella efervescente vibra cubrir su pecho entero. El abrasador sol chocaba contra su castaño y sedoso cabello, haciéndolo brillar mucho más.

Ese día estaba siendo muy bueno. Se sentía feliz, liberado. Se sentía como si las cadenas que por años lo ataron y lastimaron, hubiesen desaparecido por completo. Aquellas que lo hacían llorar en su habitación, mientras pensaba con dolor que al día siguiente tendría que seguir la misma estúpida dieta para ser como los demás querían. Ya no estaban más. Se habían esfumado.

Era libre finalmente.

Entró al instituto con una gran sonrisa deslizándose en su boca, mientras los demás lo saludaban animados y él correspondía gustoso. Hace mucho tiempo que no se sentía de esa manera. La forma en que una ardiente llama nacía en su interior e iluminaba cada paso que daba. Lo guiaba hacia un nuevo destino, uno mucho más bello y claro. Donde pudiera amarse sin importar qué; sin estereotipos o viviendo de las críticas ajenas y miradas de rechazo o aprobación. Solo siendo él mismo.

Pero su sonrisa se borro cuando observó a SeokJin y HyoJong. Todo su aprecio, apoyo y respeto hacia ellos se había perdido. Aún se preguntaba cómo había decidido juntarse con personas tan desagradables; aunque si lo pensaba bien, a lo mejor fue por un deseo superficial. Ambos eran guapos, populares, nadie los ignoraba o recriminaba. Ellos lo tenían todo, y eso fue lo que Taehyung anheló toda su vida después de haber sufrido tantos abusos por parte de sus compañeros. Lo quería todo, y con ellos podría tenerlo.

Pero finalmente se dio cuenta que no valía la pena tener tanta atención, no si implicaba ser un patán. No quería que la gente temiera de él, solo que fueran sus amigos. No buscaba a la persona más sexy, solo alguien de buen corazón que lo hiciera feliz. Y tampoco buscaba un cuerpo con tallas perfectas, simplemente a alguien que lo amará más allá de la belleza.

Una vez pasó de aquello dos chicos, que sin dudarlo lanzaron miradas de desprecio hacia su persona, continuó su camino en busca de quien realmente le había dado un motivo para ver la vida distinta; Jeon Jungkook. Aquel chico que le hizo ver como lucía cuando era intimidado, cuando la gente lanzaba apodos horrorosos y lastimaban sus sentimientos. Ese mismo, que le hizo sentir la necesidad de protegerlo, porque nadie lo protegió a él jamás, y por eso terminó de esa manera. Haciendo una dieta extrema tan solo para agradar a los demás, y de esa manera, cambiar los insultos por elogios. No quería que Jungkook acabará destruyéndose por la misma razón.

Una vez pudo finalmente encontrar al menor, sus pasos se volvieron apresurados para alcanzarlo, pero fue mucho más veloz un chico alto y ancho, que lanzó un granizado de fresa en su cara, manchándolo por completo.

—Es tu color favorito, y también el de tu menstruación imaginaria, niña sin vagina —rió chocando los cinco con su amigo, quien compartía risas con él.

Taehyung se quedó de pie unos segundos, mientras Jungkook limpiaba con sus manos la fría bebida. Antes de que diera otro paso, un nuevo personaje se hizo presente. Era rubio, alto, y su cabello tapaba su nuca.

Este mismo, sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo entregó a Jungkook. Taehyung reaccionó y se acercó rápidamente, tomando a Jungkook por los hombros.

—¡Hey! ¿Estás bien? —exclamó preocupado.

Jungkook apretó el pañuelo entre manos, mientras lloraba desconsoladamente. El rubio presente, formó una mueca de tristeza en su rostro, sintiendo pena por el pelinegro.

Taehyung frunció los labios y compartió su vista a aquel chico.

—¿Quién eres tú? —preguntó curioso.