Tres meses después...
Elizabeth:
Tres meses esperando alguna señal de ella, del porque se había ido sin decir nada dejando todo, su trabajo, a sus compañeras, a mi.
¿Cómo había podido hacer eso?
Necesitaba algo, solo algo más para no perder la esperanza y hundirme en algo de lo que estaba segura, yo no saldría.
Y era su culpa, su culpa por besarme.
Su culpa por seguir lo que después abandonaría como si nada.
Su culpa por... No podía culparla, no cuando yo también era culpable.
Por besarla.
Por amarla y aferrarme a ello incluso cuando me hería.
Por perdonarla a pesar de que sabía, no sería la primera vez que pediría mi perdón.
El sonido de la puerta al tocar me hace levantarme del sofá y dejar la copa de alcohol sobre la mesa.
Al abrir la puerta solo hay un hombre con una mochila de lado, mirándome con una sonrisa falsa, seguro que está cansado de su trabajo al igual que yo.
¿Cuando había pasado? Yo amaba mi trabajo, lo debía amar ahora que yo era la detective del departamento de New Jersey.
-¿Es usted la señora Elizabeth? No viene un apellido asi que, solo me he guiado por eso y la dirección.
-Si soy yo-lo miro al entregar solo una carta-¿Quién quién la ha enviado?
-En la parte de atrás viene un nombre-indica para dar la vuelta e irse.
Me quedo parada en la puerta, volteando el sobre para ver ese nombre, ese nombre peculiar que extrañaba escuchar, o ver cómo ahora plasmado en un papel a mano.
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Mi querida Lizzie:
Se que me odias, y no voy a culparte por ello porque también me he odiado desde el día en que te dije que debía marcharme.
Tampoco voy a culparte si no abres esta carta...
/
¿Recuerdas aquel día en que me diste aquel disco con canciones en tu cumpleaños?
Yo si, demasiado estúpido porque era tu cumpleaños, el regalo debía darlo yo, sin embargo insististe en que el que yo supiera de tus canciones favoritas era tu regalo perfecto.
Oh Lizzie, aquel día me ofendí demasiado al escucharte decir que yo no era tan anticuada considerando mi edad y mis gustos tan... escasos.
Pero no me ofendí por aquello, sabía que era una inexperta.
Me ofendí porque tenías razón, era muy poco anticuada para mi edad, y me moleste, me moleste de una manera inexplicable.
Porque si era sincera, nunca me había puesto a pensar sobre la edad de alguien, mi edad.
Y llegaste tu, una chica más inteligente y más joven que yo. No me puse celosa de que me quitarás mi trabajo, bueno, quizá al principio si, cualquiera lo haría.
Me puse celosa por tu edad, yo quería tener la misma que tú, y no era por ego, era por miedo, miedo a que me estaba enamorando de ti, de una chica mucho menor que yo.
Ah Lizzie, Lizzie, me pusiste a pensar en lo que nunca me había pasado por la cabeza. Estaba cómoda con ser vieja, tenía lo que todos llamaban "una familia perfecta."
Lo arruinaste y te lo agradezco, la visión que tenía de eso se esfumó cuando te conocí, cuando dijiste cosas que nadie en mi vida me había dicho ni por equivocación, cuando lo que otros veían innecesario para Roose, tu lo veías necesario y lo hacías.
Lo siento, han pasado tres meses desde que me fui, se que necesitas una explicación pero no la tengo, no ahora.
Espero esta carta pueda ser leída con cuidado, es la primera vez que elijo una pluma antes que un correo electrónico. Y si, suena estúpido, pero ahora mismo me río pensando en que harás lo mismo.
Roose te ha extrañado mucho, no deja de preguntar sobre su preciosa Lizzie.
¿Cómo puedes decirle a tu hija que su preciosa Lizzie se ha robado el corazón de su madre de forma limpia?
Tengo miedo, lo tuve antes cuando me fui y lo tengo ahora.
Perdoname.
Te amo, pero quizá no es lo que mereces, mucho menos es lo suficiente para ninguna de las dos.
Supe que eres la detective del departamento, estoy orgullosa de ti, Lizzie. Me alegra que hayas cambiado el dar café a los demás para que alguien más te lo de a ti.
Te lo mereces.
Quisiera que respondieras, pero nadie puede ver tu nombre en un sobre.
Siempre tuya, Sira.
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Cartas A La Edad © | [Completa]
Fiksi RemajaHabía dejado de enviarle cartas a la edad cuando dejó de existir, cuando deje de amarla, cuando ya no importó lo suficiente. Deje de escribir cuando mis manos dejaron de tener esa capacidad, cuando ya no respondió. Guarde sus cartas. Guarde cada rec...