Sobres sin abrir

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Elizabeth:

—Y ese es el final de la historia—les ofrezco una sonrisa a medias y un brindis con whisky como último recurso después de levantarme de aquel sofá para nada cómodo.

Dejo el vaso de whisky sobre la barra y entró a la habitación del fondo que espero sea un baño.

Al entrar suspiro y agradezco que si lo sea, cuando la puerta se abre prestando toda mi atención a la mujer que con confusión me saluda y me da una disculpa por entrar sin avisar.

—¿Así que... Ese es el final?—me mira mientras lava sus manos.

—Si, supongo que si.

—Creo que a pesar de todo—se detiene a mirarme—ustedes debían estar juntas.

—Hablas de Jane y Julieth.

—No, hablo de ti y Sira—creo que al final la identidad secreta no lo era tanto, después de todo, Olivia sabe esa historia mejor que los demás.

—Si bueno, el final que conté allá afuera fue el que esa "historia de amor" tuvo.

—¿Puedo, puedo hacerte una pregunta, Elizabeth?

—Si, claro.

—¿Esperas que ella venga?

—Si—dejo la idea de mentir a un lado—esa fue la única razón por la cual vine a este lugar.

Ella sonríe y se acerca a mi, sin esperarlo y como si algo le dijera que lo necesitaba, me toma en sus brazos y me envuelve en un abrazo.

—Espero tenga un mejor final, Elizabeth—retrocede dejando el abrazo y sale del baño.

—Igual yo—susurro.

Pero estoy mintiendo me, sé cuál es el final, quizá todos ya lo sepan. Porque en este tipo de historias, solo hay uno.

Me miró en el espejo unos segundos y me repongo el rostro decaído para salir del baño.

Tomo mi bolso y cuando estoy a punto de salir, un hombre se interpone en mi camino, lo conozco, es el mismo hombre de hace unos minutos atrás.

—Había recordado la historia distinta—frunzo el ceño tratando de recordar porque se me hace tan familiar, hasta que doy en el punto.

—No deberías estar aquí, Dean—salgo y camino hacia mí auto.

—Lo siento—doy la vuelta al escucharlo—se que debí disculparme mucho antes, en realidad, nunca debí haberlo hecho. Pero se que sabes que lo que dije y ella en esa carta tenía razón.

—No, no la tenía, tú elegiste por ella y ella—cierro mis puños a mi costado—ella por las dos.

—Lo lamento, ahora veo la historia distinta y...

—No no tengo tiempo para esto—abro el auto, y cuando voy a subir él suelta lo que todo este tiempo me temía.

—Ella no vendrá.

—¿Que?

—Me pidió que viniera, sabría que estarías aquí así que considerando que ninguna carta fue respondida, creía que estarías aquí.

—¿Por qué te pediría venir a ti?

—Porque me perdono—que revelador—y tu también merecías una disculpa.

—Claro, ¿ella te pidió que lo hicieras?

—¿La disculpa? No.

—¿Y el que vinieras? ¿Para que fue? Porque no encuentro sentido a esto, si no respondí a ninguna de sus cartas creo que fue porque tú y ella lo dijeron, debía hacer mi vida porque no teníamos futuro.

Le resto importancia a lo demás aunque muero de ganas por preguntar el como está ella.

—Quiere verte.

—Y ahora eres su mensajero, vaya que los años cambian a las personas—quiero reírme pero mi humor a decaído bastante estos últimos años.

Por nada es que tengo 41, aunque me veo más joven, o por lo menos eso dicen todos.

—Ella está muriendo.

Y mi mundo cae, cae como siempre lo hace cuando se trata de Sira Spencer.

Cartas A La Edad © | [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora