Compromiso

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Sira:

Pretendía miles de cosas que se me habían pasado por la cabeza segundos antes de pedirle que viniera conmigo a casa.

Pero esta, esta es la última que me habría imaginado.

—¡Sorpresa!—todos salen gritando de donde sea que se escondían al prender las luces.

«¡Odio las sorpresas más que nada en el mundo!» pienso mientras dibujo una sonrisa de lo más falsa para todos y suelto la mano de Elizabeth.

—Oh mi preciosa niña, ven aquí —mi madre me obliga a ir con ella empujando mi cuerpo hacia donde él está.

—¿Que es lo que haces, Dean?—pregunto a lo bajo y con seriedad al acercarme.

No me responde, solo aclara su garganta y se aleja unos pasos de mi.

—No lo hagas, no no—trato de hacer que no se arrodillé pero él arrebata mis manos de sus brazos al llevar sus piernas al suelo.

«¡Ay carajo!»

Todos nos miran con sorpresa como si no supieran que está era la maldita razón por la que están a nuestro alrededor.

—Sira, mi preciosa Sira—ya empiezo a odiarlo—¿Quieres casarte conmigo?

¿En serio solo dirá eso? Porque no mejor un "Discúlpame Sira, por engañarte con tu compañera de trabajo, no cuidar a nuestra hija, y por pedirte matrimonio enfrente de tu madre y de la mitad del vecindario solo porque sabes que no puedes decir que no."

Eso sería mucho mejor, quizá con suplicas podría considerar el perdonarlo.

Pero no lo hace, porque Dean es incapaz de pedirle perdón a alguien.

—Oh vamos, Sira, no lo hagas esperar mucho o va a arrepentirse.

Eso es lo que quiero, ojalá eso pudiera hacer.

Sin embargo, como la mujer cobarde que soy, y que hace segundos vivían en un mundo de fantasía distinto al cual es su realidad.

Digo:

—Si, claro Dean—espero escuchen mi sarcasmo.

Supongo que no lo hacen en cuanto todos sonríen como estúpidos.

Con la excepción de ella, que su expresión decae de inmediato al escucharme decir ese maldito si. Pero no habla, solo se limita a sonreír a medias desde el otro lado, mientras Dean me abraza como si todo estuviese bien.

Todos nos miran y se acercan a felicitarnos, en especial mi madre, que nos sienta en el sofá y nos junta para mostrarnos más afecto ese instante, que en todos los años que llevamos juntos.

Me levanto del sofá apartando a Dean de mi lado, para tomar a mi madre del brazo y apartarla.

—Felicidades, una boda era lo que necesitaba esta familia.

—Un divorcio es lo que yo necesito—la miro—quiero divorciarme de él, mamá.

—¿Que?— ríe—no, acaba de pedirte matrimonio.

—Y también acaba de engañarme, ¿por qué crees que me lo ha pedido? Porque lo he corrido de casa.

Y su única maldita solución fue hacer esta "fiesta sorpresa" para pedirme matrimonio.

—Ah Sira, eso pueden arreglarlo después, cualquiera comete un error y...

—¿Un error? Me engaño con una del departamento a mi cargo, Roose los vio, ¿es que eso es un error cualquiera para ti?

—No me hables en ese tono, Sira—me toma del brazo alejándome más de todos—Deja tus berrinches para después, ahora solo pon una sonrisa y ve a que todos te feliciten por esta hermosa noticia.

Ella sonríe de oreja a oreja y se va hacia Dean para abrazarlo y felicitarlo.

¿Cómo es que hace esto?

Suspiro dejando todo para ir al baño de la habitación, mirarme al espejo y preguntarme; ¿Que carajo estoy haciendo?

—Felicidades, detective—su sarcasmo es más notable que cualquier cosa en este momento.

—Lizzie—murmuro yendo hacia ella cuando se aparta, al igual que sus manos de las mías.

—Elizabeth—me corrije una vez mas—Creo que Elizabeth es lo correcto.

—Elizabeth...—susurro—no hagas esto.

No otra vez porque sé que no será bueno.

—¿Hacer que? ¿El felicitarla por su nuevo compromiso? Pero si es una hermosa noticia.

—Por favor deja el sarcasmo a un lado, se que eso no es lo que piensas...

—¿Quieres saber que pienso?—suelta una risita.

—Si—porque se que por lo menos, ella será la única sincera al contrario de toda esa gente que hay afuera.

—Eres una cobarde—me mira de frente—¡Una maldita cobarde!

Su sinceridad me estaba abriendo los ojos.

Y aunque odiaba decirlo, esa no era la sinceridad que habría imaginado de su parte, pero la necesitaba, más que nadie.

—Yo nunca te habría hecho sentir así—lo sabía—Nunca lo habría hecho, Sira.

Me gustaba cuando decía mi nombre, pero ahora mismo odiaba que lo dijera de esa forma tan fría, tan distante.

Porque no necesitábamos esto, no necesitamos la distancia entre nosotras cuando hay algo mejor.

Algo que estoy arruinado, algo que seguramente ya arruine y que no comenzó por mi culpa.

—Lizzie...—trato de tomarle las manos pero sigue alejándose—Lizzie por favor.

—Elizabeth, soy Elizabeth para ti.

—¡Elizabeth, escúchame!—esperando que quizá me aparte de nuevo le tomo el rostro y le obligó a mirarme a los ojos.

—No quiero volver a verte.

—Se que estás mintiendo, Lizzie...

—¿Por qué dijiste que si?—el pecho se me comprime al escuchar tal pregunta—¿Por qué lo elegiste a él a pesar de todo?

Quito mi tacto de ella y me alejo.

¿Por qué yo no me hacía esa pregunta?

—No me hagas escoger entre él y tú, Elizabeth.

—¿Por qué?—frunce el ceño—¿Por qué vas a elegirlo a él?

Siento como el pecho duele y el aire pesa.

—Si—digo sin pensar—porque a pesar de que quiero elegirte a ti, no puedo

Ella aprieta sus labios, para después alzar las cejas y abrir un poco la boca, cerrarla e inhalar el aire de su cuerpo. Reteniendo lo que quizá sea agua sobre sus ojos.

—Felicidades por su compromiso—me mira de arriba a abajo—Detective Spencer.

Sale de la habitación cerrando la puerta consigo detrás. Llevándose lo que quizá nunca podremos tener.

«¡Estúpida!» me maldigo a mi misma antes de salir y dar mi mejor sonrisa.

Cartas A La Edad © | [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora