Tengo que marcharme

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Elizabeth:

No había pasado ni una semana desde que habíamos llegado a New York, e ir a woodstock creí que había sido un paso más, sin embargo, retrocedemos sin necesidad de pedir disculpas.

Dean había llegado después de una llamada con la pequeña Roose, y aunque Sira no había dicho de que había tratado la llamada, mucho menos la conversación que ellos dos tuvieron después, sabía que algo iba mal.

Lo sé por como él la mira antes de salir de casa y subir las maletas al auto.

-Lizzie-me pongo en cuclillas.

-¿Si?

-¿Vendrás con nosotros?-Sira desvía su mirada en cuanto yo volteo.

Ni siquiera es capaz de mirarme y no se la maldita razón de ello.

-Ve al auto pequeña-le doy un beso pequeño en la frente y sonrió para ella antes de verla salir de la mano de su padre.

El aire se vuelve más denso, más intranquilo. Solo estamos ella y yo.

-¿Que sucede, Sira?-quiero acercarme a ella, pero esta claro que hay algo mal por la forma en que retrocede y se aleja.

-Tengo que marcharme-murmura insegura.

-¿Por qué?-ya no pregunto de que habla porque se perfectamente que involucra la conversación con Dean.

-Me iré de New Jersey, Elizabeth.

¿Elizabeth?

-No entiendo, Sira, creí que lo de ayer, lo de venir a New York era para estar juntas y...

«Y que estúpida soy»

-¿Por qué hiciste que te perdonará, Sira?

-Porque creí que esto estaba bien, que lo nuestro estaba bien.

-¿Y no lo está?

-¡Mierda no, Elizabeth!-suelta desesperada, con el mismo nudo que yo tengo en la garganta desde hace unas horas-¿Es que no te das cuenta?

-¿De que, Sira? Llevamos más de cuatro meses con esto, ¿que carajo debo entender?

-Que no podemos estar juntas, que en realidad nunca debimos intentarlo. ¡Por dios Elizabeth, eres una niña!-lo dice como si hubiese cometido el peor crimen del mundo, y con una arrogancia inmensa.

Ella no es la detective que conozco, que me gusta...

-¿Que fue lo que te dijo?

-¿En serio, Elizabeth?-suspira cansada.

Pero ya no de la conversación, de mi y mi estupidez por querer seguir.

-¡¿Que maldición?! No entiendo, Sira. Un día dices la verdad y al otro quieres que te perdone, ¿que carajo te pasa?

-Tu, me pasas tú-me señala-y no puedo dejar que eso siga arruinando mi vida.

-¿Disculpa?-suelto una risita amarga-Tu vida ya estaba arruinada desde antes que yo llegara, Sira, no vengas a culparme por ello.

En realidad debería agradecerme, porque yo la hice feliz todo este maldito tiempo.

-¿Por qué estás haciendo que te odie, Sira?

¿Y por qué mierda lo estás consiguiendo al herirme de la manera más estúpida y cruel?

Incluso cuando yo sabía que está historia no terminaría bien para nosotras.

Cartas A La Edad © | [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora