CAPITULO 20- Recuerdos dolorosos

17 4 8
                                    

¡Una cita con Annie!- casi le grito a Mia- ¿puedes creerlo? Mi chico tendrá una cita con la extranjera, la niña nueva york ¿Por qué? ¿Por qué si la acaba de conocer?

Cuando estoy muy preocupada, desesperada o estresada, lo primero que hago es llamar a Mia para desahogarme, sé que nadie más que ella me querrá escuchar tan bien.

Estoy en el patio de atrás de mi casa, sentada sobre un viejo columpio que está amarrado a un gran árbol. Este sitio está lleno de recuerdos, de pronto uno de ellos me asalta:

Mishelle, la pequeña Angel y yo, cada quien con una bicicleta. Uno de nuestros juegos más comunes era el de hacer carreras de bicicletas, como siempre, Angel por ser más pequeña se quedaba atrás, pedaleando con todas sus fuerzas tratando de alcanzarnos, Mishelle y yo íbamos a la par, peleando por llegar primero a la meta, voltee a verlo para lanzarle una mirada intimidante, el por el contrario me sonrió, no era una sonrisa sarcástica o arrogante, era dulce y linda. Mi mente quedo revuelta por un segundo, no supe como pero no pude coordinar bien mis pies que en ese momento debían pedalear, perdí el control del manubrio y en un segundo estaba con la cara en el pasto.

Mishelle quien vio todo, freno en seco su bicicleta y dejándola caer corrió hacia mi

-¡Charlotte! ¡Charlotte! ¿Estás bien?- se puso de rodillas y trato de levantarme

Son su ayuda logre sentarme y pude observar como mi rodilla estaba raspada al igual que ambos codos

-¡Dios mío! ¡Yo te ayudo! ¿Qué debo traer?

Comencé a reírme, la verdad me dolían mucho los raspones pero su interés por mi logro que me sintiera más que mejor

-¿Qué es tan gracioso? ¡Te acabas de caer y te raspaste!- Mishelle estaba desconcertado

-no debes de traer nada Mishelle, estoy bien, en serio

-¿segura? ¿No hay nada que pueda hacer por ti?

-bueno... - tuve una gran idea- llévame adentro, necesito entrar a la casa para que mi mama vea mis raspones

-sí, claro, déjame te ayudo a levantarte

-no puedo- mentí- siento que no puedo levantarme ¿Podrías cargarme en tu espalda?

Mishelle abrió mucho los ojos, pero no lo pensó mucho, me ayudo a subirme a su espalda.

Fue un trayecto precioso cruzar el jardín hasta llegar adentro.

Tengo el teléfono en mano, mi mano está sudando mucho, tras el recuerdo, una lágrima rueda por mi mejilla ¿Por qué Mishelle ya no se preocupa así por mí? ¿Por qué paso el tiempo y esos recuerdos dejaron de valer? ¿Por qué soy la única a la que le duele esto?

-Mia...- digo apretando el teléfono

-¿si Charlotte?

-vamos a arruinar esa cita... no puedo aceptar que Mishelle este con Annie

Encontrar el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora