Reúno a una octava parte de los kadrox de los que dispone el centro galáctico, del total conozco a la mayoría sin embargo la cantidad de ellos es extraordinaria.
Últimamente han carecido de trabajo por hacer, desde hace un tiempo se limitaban al igual que yo a recorrer el universo como vigilancia de rutina, pero ahora las cosas están cambiando.
Compruebo lo anterior cuando Henry, el encargado principal del depósito de armas me muestra el renovado armamento.
Lo primero que logro percibir es que las armas tienen características de exagerado poder, la arma básica incluye un desintegrador molecular de largo alcance, tres diferentes láseres de mediana distancia y una bobina razal, ésta última pulveriza seres de gran tamaño y naves u objetos grandes al instante. Contrastando con esto, la protección de los trajes se redujo a la mitad para proporcionar mayor movilidad y mejor habilidad al disparar. Los planos de las naves...
Cierro la boca en cuanto veo el primer armamento, me niego a observar los planos pues estoy demasiado impactado. Levantó la mirada directo a Henry.
―¿Qué es esto? ¿A quiénes vamos aniquilar? ―pregunto con evidente molestia.
―Son la propuesta que los miembros del consejo tienen para el equipo básico de un kadrox ―resopla.
―¡Eso ya lo sé! ¡Pero esto no es para una mejor protección! ¡Esto es para atacar, destruir y matar! ―grito con furia.
Él me mantiene la mirada con una expresión tensa, trato de calmarme repitiendo en mi mente que yo me encargaré de detener esta mierda a tiempo pero no me ayuda mucho saber que absolutamente todos están encantados con la idea.
―Solo acato ordenes ―se defiende cortante y asiento frustrado.
―Estoy paranoico, lo siento ―murmuro no muy convencido y doy media vuelta para marcharme.
Siento que la cabeza me va a estallar, estoy solo con una bola de locos sumisos que terminarán haciendo no-se-qué estupideces por seguir las órdenes de nada más y nada menos que Celeste. ¡Qué pretenden!
Me aproximo al cuarto de entrenamientos más cercano y golpeo con furia la pared una y otra vez hasta que mis nudillos lo resienten y me obligo a parar.
¿Qué es todo esto? Todo ésta mal...
―Uy, creo que la pared te hizo algo muy malo ―dice una voz fina a mis espaldas, proveniente de unos labios delgados y sonrientes.
Demonios.
Lentamente despego los puños de la pared y me incorporo dándome la vuelta.
Frente a mí, se encuentra una señorita con los brazos cruzados y expresión preocupada.
―Hola Sisha ―la saludo con una sonrisa apenada, ella pone los ojos en blanco y extiende los brazos a los costados para después colocarlos en su cintura.
―¿No te gustó la idea de trabajar conmigo verdad? ―pregunta y eleva la ceja izquierda. En el tiempo que viví en la tierra las personas solían hacer eso todo el tiempo... Nunca pude hacerlo y hasta la fecha me sigue frustrando.
―Me molesta que levantes una ceja y yo no pueda hacerlo ―exclamo sin prestarle atención a su queja.
Sisha ríe y se acerca a mí.
―Es porque soy mejor que tú ―guiñe un ojo. La segunda cosa que no puedo hacer.
―¡No hagas eso! ―me quejo y la fulmino con la mirada. Sisha no resiste y comienza a reírse a carcajadas.
Se me pasa la frustración y la observo reír, sus ojos negros se ven radiantes y llenos de vida. Hacía tanto tiempo que no veía a alguien tan feliz y despreocupada.
ESTÁS LEYENDO
Guardiana de Estrellas
Science Fiction—¿Lo ves? ¡Allá! ¿Acaso no es hermosa? —dije señalando con mi dedo la estrella más brillante de la noche negra. ―Claro que es hermosa, pero se queda corta con tu belleza, mi amor —Respondió el y me colocó un tierno beso en la frente. —Si me lo dices...