(Cap. 2) Yo por ti y tu por el

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Capítulo 2.

En un breve recorrido entre los pasillos del lugar, llego a la entrada del laboratorio de Darío, inserto un código de solitud y unos segundos después, un cilindro me conduce al interior.

El lugar es enorme, a los costados hay grandes maquinas plateadas, una de ellas está encendida y emite diversas luces y suaves sonidos. En el centro puedo percibir un gran diagrama sobre una mesa.

Frente a él, se encuentra la ayudante de Darío que no para en su laborioso trabajo.

―Fisher, hola. ¿Dónde está Darío? –Pregunto a sus espaldas, ella continua agregando datos a un computador y cuando termina, se gira para verme.

―¿Es muy necesario que lo veas? ―cuestiona con la mirada fija en mis ojos y sin rastro de humor en su tono de voz.

―No ―admito. Supongo que ser una de las representantes del consejo, no la convence de tratarme mejor.

―Celeste, no tengo nada en tu contra pero él ya está sufriendo suficiente al intentar olvidarte.

―Es de trabajo ―finalizo el tema con frialdad y le regreso la misma mirada. Ella resopla resignada antes de responder.

―Está entrenando, en tu antiguo centro de entrenamiento –dice y se toma el tiempo para analizar mi expresión nerviosa ante su respuesta.

―Ok ―Digo sin más y salgo de ahí rápidamente.

Un recuerdo induce diversos sentimientos en mí, una peligrosa tentación que me conllevó a serle infiel a mi novio al permitir un beso entre Darío y yo.

Estaba confundida, más sin embargo eso solo es un pretexto. La razón por la que pasó es sencilla, Darío me gustaba y al tratar de resignarme a la idea de que nunca vería a Mike otra vez, se me hizo fácil cometer un error.

Por supuesto que ese no es el motivo por el que mi novio no está conmigo. A él lo convencieron de que soy  de lo peor, sin embargo yo sé que aún me ama.

Ahora que ya pasé por todo eso, me doy cuenta de que me equivoqué y sigo amando a Mike con cada centímetro de mí ser y tenerlo lejos me destroza.

Alejo los pensamientos de mí cuando entro a mi antiguo centro de entrenamientos. Veo a Darío disparar torrentes de energía a enemigos ficticios.

Una vez adentro, sé que el nota mi presencia por lo que deja lo suyo y queda paralizado unos segundos antes de girarse.

Su mirada me atrapa un momento y cuando caigo en cuenta ya tengo los ojos cerrados. Lo siento acercarse a mí con una sonrisa cautivadora.

―Que agradable sorpresa, chica bonita ―saluda con intento fallido de naturalidad y el brillo en sus ojos color miel delata la felicidad al verme.

―Hola Darío ―digo con la mejor sonrisa que soy capaz de poner.

―Me alegras el día Celeste, prometí no buscarte pero ésta espera me estaba matando ―comenta ya muy cerca de mí. Darío, nada cohibido.

―Debo admitir que extrañaba tus palabras sin filtro ―murmuro para romper la tensión y ambos sonreímos.

―Yo te extrañaba a ti

―Darío yo…

―Lo sé, lo quieres a él –termina mi frase y desvío la mirada de la suya―, también prometí ayudarte a encontrarlo, aún con el daño que te causará todo esto.

―Gracias, aún no sé porque lo haces.

―Dos razones, la primera es que no te dejaré sola. La segunda, porque se lo que es el amor incondicional, comprendo que no puedes dejarlo a manos de ella.

Guardiana de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora