(Cap. 17) Regreso

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♥Día cinco del maratón♥

~Sorpresita para quién extrañaba saber de Celeste~

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CAPíTULO 17 REGRESO

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Narrado desde la perspectiva de Celeste.

Corro entre los pasillos que confunden y horrorizan mi cabeza, grito en soledad mientras la imagen de mi novio al desaparecer frente a mí, continúa atormentándome en la memoria.

Todo estaba perfecto, me había acostumbrado a tenerlo conmigo, a mi lado. Amándonos y apoyándonos en este infierno.

No entiendo cómo fue posible, él solo dijo que no podía respirar y después su cuerpo se desvaneció en el viento.

Tomé su mano, me aferré a ella para que no nos separaran. Pero fue inútil, por más que supliqué, él se fue. Se marchó.

Me dejó sola en este abismo. No sé qué le pasó. No quiero ni pensar que fue algo malo.

Estoy sola, poseo un gran vacío en el pecho.

Continúo corriendo, de alguna manera pienso que eso lo traerá de vuelta, que podré alcanzarlo.

Pero mis piernas quedan agotadas y tropiezo para aterrizar en el frio suelo. Mis rodillas sangran y me recargo en la pared.

Comienzo a llorar, ahora que soy humana de nuevo puedo hacerlo. Y eso me da consuelo. Finalmente acepté serlo y creo que no volveré a mis días de guardiana.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero el dolor de mi pecho se hace más agudo. Mucho más intenso. Y un poco más. Y...

―¡Ahhhh! ―grito, pero mi voz se apaga en medio de mi llanto y quedo en mute.

Siento cómo un fuerte ácido intentando salir de mi interior destruyendo todo a su paso. Me doblo en dos por la agonía, mi garganta arde y mis ojos se hunden en mis parpados sin que pueda evitarlo.

Pierdo la vista y el control de mi cuerpo.

Los siguientes segundos pierdo la noción de todo, mi mente se apaga pero no siento paz como la última vez que ocurrió. Soy consciente de una cosa:

Dolor. Mucho dolor.

Sigue... El tiempo fluye.

No puedo pensar.

Duele.

Duele mucho.

Escucho, algo, es un sonido vacío.

Está lejos.

Arde. Esto arde.

Mi cuerpo se quema.

Mi piel arde.

Me estoy quemando.

La voz.

La voz se ha ido.

Estoy sola.

Pierdo la conciencia, por fin hay paz.

Me abriga esa conocida bruma que se junta a para hacerme compañía, cubre mi cuerpo y anestesia mis heridas.

Siento paz, me tranquilizo conmovida por la sensación. La imagen de Mike aparece en mi cabeza, me asalta un brote de tristeza lejano, pero se va, se aleja de mí. Ahora estoy vacía, sin dolor y sin alegría.

Pero está bien, de cierta forma es mejor que estar sufriendo.

Mi calma se ve opacada por un fuerte estruendo, de pronto veo mi vida pasar como fotografías viejas, una tras otra de forma rápida, veo a mis padres, yo de niña, mi infancia, mi hermano al cargarme, mi hermano muriendo, yo llorando, mi hermana en sus primeros días de vida, mi crecimiento, mis amigas, Mike... Cada foto se consume en un ardiente fuego oscuro que las devora.

Guardiana de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora