Capítulo 8- Prométemelo con besos

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Entré a clase, no estaba. Inevitablemente pensaba en él en cada momento. Lo odiaba. No sabía si iba a poder mirarle sin ponerme a llorar.

-¿Qué tal, guapa?- me sorprendió Iria.

-Uf, qué susto me has dado- le dije después de que me diera un vuelco el corazón.

-¿Cómo es que no has bajado a desayunar hoy?- me preguntó. A veces su preocupación por mí me ponía nerviosa, me sentía controlada en todo momento, pero igualmente lo agradecía.

-No, nada, simplemente no tenía hambre, no te preocupes- intenté actuar como si no me hubiera pasado la noche llorando.

-Bueno...- obviamente, no se creyó mi excusa, pero ignoró el tema, no era muy difícil darse cuenta de que no quería hablar del tema- mira, allí está Sonia- señaló con el brazo- creo que ahora tiene química.

-Menos mal que estoy en sociales...- dije mientras me reía. Química era de las peores asignaturas que podían existir, lo único bueno que tenía eran los experimentos.

Entramos a clase de economía y todo fue genial, cosa que no me sorprendió porque no estaba Gavi. El problema vino cuando nada más salir de clase, me lo crucé de frente.

Pasé por su lado sin que él me dirigiese ni una mísera mirada y cuando pensaba que ya me había librado de él...

-Eh, Zoe, ¿puedo hablar contigo?- me paró.

-No- zanjé. Estaba harta de él. Iba a ir ese mismo día a exigirle a mi tutora que me cambiara de pareja.

-No seas así- me insistió. Miré hacia mi al rededor, Iria no estaba, ¿donde se metía cuando más la necesitaba? Suspiré.

Noté como las lágrimas empezaban a inundar mis ojos, últimamente estaba muy sensible y eso no me gustaba.

Miré hacia otro lado y me dirigí rápidamente hacia los baños, donde me escondí. El tener que estar reviviendo los peores años de mi vida me estaba sentando fatal. Escuché como la puerta del baño se abría.

-Chst, Zoe- una voz masculina me llamó. ¿Averiguáis quien era? Sí, Pablo Martín Páez Gavira.

Me metí en uno de los cubículos rápidamente y él empezó a tocar la puerta.

-Sé que estás ahí, ábreme.

-Déjame en paz, ¿no lo entiendes?

-No. Ábreme la puerta y me lo explicas- ¿en serio? ¿Me estaba vacilando?

-Vete a la mierda.

-Anda, ábreme Zoe.

Sabía que no iba a parar de insistir hasta que le abriera la puerta así que cedí, abrí la puerta y dejé que pasara. Tenía claro que no lo volvería a hacer, pero es que no me dejaba respirar.

Un silencio incómodo recorrió el lugar mientras manteníamos contacto visual.

-¿No era que me querías decir algo?- le pregunté.

-Sí- hizo una pausa- perdón.

Pensé durante un momento.

-¿Nada más?- insistí.

Él se acercó un poco más hacia mi, yo retrocedí hasta que mi espalda chocó contra la pared del baño. Me cogió la cara con ambas manos y acercó su cara a la mía. No me dio tiempo a reaccionar y para cuando lo había hecho, Gavi acababa de darme un rápido pero suave beso en la mejilla. El contacto de sus labios en mi mejilla hizo que se me erizara la piel de todo el cuerpo.

Le empujé rápidamente con ambas manos.

-¿Eres imbécil?- le insulté- cuantas veces te tengo que decir que no quiero que te acerques a mí, quiero mantener distancias contigo, gilipollas, que sea la puta última vez- pude ver su cara de sorpresa, cuando él iba a decir algo, le interrumpí- y que sepas que en cuanto salga de este baño voy a ir a hablar con dirección para que me cambien de pareja.

Adrenalina • Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora