Capítulo 18- Mil miradas🔞

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Mi amiga y yo nos dirigíamos hacia fuera del reservado, cuando de repente noté como unas cálidas manos se posaban sobre mi brazo y me agarraban.

-Ey, ¿a dónde vas?- me preguntó.

-Fuera.

-Quédate.

-Pero si no me estás haciendo caso.

-Pues para no haberte hecho caso no te he quitado los ojos de encima en todo el rato que llegamos aquí.

-Ay, qué romántico- ironicé.

-Lo dice la que lo único que lee son libros románticos- me picó.

-¿Y Sonia?- pregunté yo. Para cuando me quise dar cuenta, mi amiga no estaba por ningún lado. Me empecé a preocupar.

Pablo me dijo algo que no entendí porque la música estaba muy alta.

-¿Qué?- le pregunté- No te escucho.

Él acercó su boca a mi oído y me lo repitió, poniéndome los pelos de punta.

-Ansu ya se ha encargado de entretenerla.

-¿A qué te refieres?- dije cerca de su boca.

Pablo me hizo una seña con su dedo, apuntando hacia uno de los sofás del reservado, donde estaba Sonia morreándose con el amigo de Pablo.

Dios los cría y ellos se juntan...

-Ah- fue lo único que dije, pero en mi interior estaba chillando como nunca lo había hecho. Mi amiga era una puta máquina.

-Venga ya, Zoe- Pablo resopló y bebió un trago de su vaso- ¿no crees que estamos desaprovechando el tiempo? Sabes que cuando volvamos a La Masía no vamos a poder hacer esto, ¿no?

-¿Qué te hace pensar que tengo ganas de besarte?- bebí un poco de mi vaso. Quería molestarle un rato.
Pablo aprovechó cuando vio pasar al camarero para pedirle otra copa, pero rápidamente volvió a la conversación. No sabía cuánto había bebido, pero ya iba contentillo.

-¿Y qué te hace pensar que esté hablando sobre besarnos?- la comisura de su boca se levantó. Vaya puto guarro.

-Espera sentado, amigo- le dije.

-Halaaa- se llevó las manos a la cara abriendo la boca, con una expresión de falsa sorpresa.

-¿Qué pasa?- me reí.

-¿Có- cómo me has llamado?- se llevó la mano al pecho, como si fuese un dolor muy profundo- creo que "amigo" es el peor insulto que me has podido decir jamás.

Ya entendía lo que decía Ansu de que a Pablo no se le podía dejar beber.

-Venga, siéntate, que ya has bebido mucho- nada más decir esto, el camarero le trajo la copa que había pedido.

-He bebido mucho, pero no suficiente- le pegó un sorbo largo.

-Siéntate- cogí una silla.

-Dame un beso y me siento.

-No tienes tres años- le reprimí, pero en el fondo estaba deseando dárselo.

Él me agarró del culo y me acercó a él a la vez que juntaba sus labios con los míos. Sabía a alcohol. Por fin se sentó en la silla, pero conmigo encima, mientras nos besábamos. No era lo que yo esperaba, pero me valía.

Adrenalina • Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora