Adrenalina • Pablo Gavi

Capítulo 14- En busca del vestido perfecto

Tras habernos recorrido todo el centro comercial y todas las tiendas del centro de Barcelona y no haber encontrado ningún vestido que me convenciese, Gavi y yo entramos a una pequeña tienda.

-Buenas tardes- saludé.

-Hola- una anciana nos recibió- ¿estáis buscando algo en especial? Cualquier cosa os puedo ayudar.

-Pues sí- me interrumpió Pablo antes de que yo le dijese a la mujer: no, gracias, no necesitamos ayuda por ahora.

Bufé. No me gustaba que me ayudasen en las tiendas, me sentía agobiada.

-¿Qué estáis buscando?- preguntó.

-Quiero un vestido, pero no sé qué tipo de vestido- le dije.

-Ajam- dijo la mujer, pensativa- han venido muchas chicas por aquí a las que les pasaba lo mismo que a ti. Y déjame decirte, que ninguna de ellas se ha ido de la tienda sin su vestido perfecto.

Me emocioné solo de pensarlo.

La señora me empezó a enseñar vestidos, algunos los descarté y otros los fui apartando porque aunque no me convenciesen mucho en mano, la anciana me dijo que si me habían gustado aunque fuese un poco, que me los probase.

Hubo varios vestidos que me gustaron mucho, eran de mi estilo.

Fui al probador, lo que no esperaba es que Pablo, que me había estado observando en todo momento mientras elegía vestido, viniese detrás mía.

-¿Te puedo ayudar?- dijo tras cerrar la cortina del probador detrás suya y quedarnos los dos solos.

-No- le guiñé un ojo- puedo sola, soy una mujer independiente.

-Déjame que me quede, el probador es grande, yo me giro y no te miro. Estar a solas con esa anciana me da miedo.

Estallé en una carcajada. ¿En serio? ¿A Pablo, que se encaraba con todo el mundo (hasta con personas que le doblaban la altura), le daba miedo una pobre anciana?

-Vale, te dejo, pero gírate, pervertido.

Me probé el primer vestido. Me quedaba bien, pero sin más. No me gustaba la forma que me hacía y tampoco como me quedaba el color.

-Pablo- le llamé y se giró- ¿qué opinas? A mí no me convence mucho.

-A ver, a mí me gusta, pero a la que le tiene que gustar es a ti. Estás guapa.

Me puse roja, la ayuda de este hombre era nula...

Me seguí probando vestidos y a su vez fui descartando.

Llegué al último y...

-¿Qué opinas?- pregunté.

-Ñe- me respondió. Por primera vez había sido sincero. El vestido me quedaba horrible. Me estresé porque no había forma de encontrar algo que me gustase.

De repente, la anciana nos llamó.

-He encontrado un vestido que puede que te guste. Me pasó un vestido corto negro, satinado, con la espalda abierta. Me gustó a simple vista, cosa que no me había pasado con ninguno de los otros.