La primera vez que Alexander y Beliel cruzaron palabra, fue en el HADES.
Castiel llevaba un rato buscando a Samael, y al mismo tiempo, había cosas en el Paraíso que necesitaba resolver, es por ello que Alex se ofreció a echar un vistazo en el HADES para ayudarlo en una búsqueda que parecía infructuosa, y en el proceso, se había encontrado con Beliel, y todavía sin saber cómo, ambos terminaron sentados en las sillas altas que se encontraban frente a la barra del bar, envueltos en una conversación que era, más bien, demasiado trivial.
— ¿Cómo está Bolita de Odio? — Preguntó Beliel en algún momento, pero su pregunta hizo que Alexander entornara los ojos.
— ¿Quién? — Pregunto devuelta.
—Me refiero al gato — dijo —. El gato que vive en tu casa.
—Oh... Se llama Neo.
— ¿Qué clase de imbécil le pone Neo a un gato? — Refunfuñó, haciendo una mueca —. Eso debería ser considerado maltrato animal.
Alexander apretó los labios, ahogando una risa; Castiel ya le había contado un poco acerca de cómo era Beliel, así que su forma tan maleducada de hablar, no era una novedad.
—Bueno, Neo está bien — respondió, pasando por alto su comentario inicial —. Sigue siendo igual de juguetón y dormilón.
— ¿En serio? — Inquirió Beliel con emoción, pero al notarlo, se acomodó en el asiento y alzó los hombros —. Digo, no es que me importe tu maldito gato.
—Si quieres visitarlo, no tengo problema con eso — ofreció, ya que, para ser un demonio, Beliel parecía ser demasiado inofensivo.
—Sí, sí, lo pensaré — masculló, agitando una mano, queriendo dar la impresión de que visitar a un gatito no le emocionaba en absoluto, aunque, en realidad, internamente ya había decidido que lo visitaría en cuanto tuviera oportunidad —. Yo tenía un gato, ¿sabes? Era un poco más grande que el tuyo. Me agradaba.
— ¿Qué le pasó?
—Me lo comí.
—Ah...
—Es broma, carajo, es broma — dijo —. Solo me comí la mitad.
Alexander tosió, y Beliel se echó a reír.
—También es broma, mierda.
Alexander rio incómodamente; el humor de Beliel era... algo agrio.
—Cassie me habló de ti — comentó Alexander, cambiando el tema —. Dijo que para ser un demonio, eres bastante sensible.
Beliel frunció el ceño y negó frenéticamente con la cabeza.
—Mi queridísimo hermano ha tenido la osadía de decir mentiras sobre mi persona — se quejó, recargó la espalda en el borde de la barra y subió los brazos, en busca de una posición más cómoda —. Para que lo sepas, soy el demonio guardián del Noveno Círculo del Infierno. He pasado eones torturando almas, y soy maravilloso en eso — recitó, orgulloso.
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Hidromiel. ✔
FantasíaLuzbel sabía, entre muchas otras cosas, que tenía terminantemente prohibido enamorarse de un mortal. No era una penitencia que él mismo se hubiera puesto y, ciertamente, tampoco era algo que le importara porque aborrecía a la especie humana en cualq...