I

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Aunque quisiera creer que lo que estaba viviendo era un sueño, en realidad no lo era. Había sido rechazado por el chico que le había gustado durante toda su vida. Después de haberlo planeado todo día y noche por semanas para que saliera bien, finalmente ocurrió aquello que tanto miedo le daba.

Al escuchar las palabras que le dirigió su amigo, lo primero que pudo hacer para reaccionar fue salir corriendo. Huir de sus problemas como siempre lo hacía.

Se encerró en el baño de la escuela y se miró al espejo. Sus ojos estaban rojos a causa de las lágrimas, las cuales recorrían sus mejillas, cosa que nadie del instituto imaginaba ver en su vida. De tan solo pensar eso, Scaramouche se avergonzaba de llorar. No quería que lo vieran así de patético, como solía pensar él.

Al escuchar el sonido de la puerta, se metió a un cubículo lo más rápido que pudo. Se escuchaba cómo dos chicos hablaban entre ellos animadamente sobre sus cosas mientras se lavaban las manos. Lo único que pudo hacer fue sentarse encima de la tapa del váter y esperar a que no hubiera nadie para poder salir.

Sabía que tardaría en calmarse, así que aquella situación le iba a dar para rato, ya que todavía no podía creer que el chico que tanto le gustaba lo había rechazado delante de todos.

Al cabo de cinco minutos se empezó a aburrir, lo que hizo que decidiera escuchar la conversación de aquellos chicos que no callaban ni un segundo.

-¿Entonces ese niño te gusta o no? -se escuchó la voz de alguien hablando bajito para que nadie lo escuchara, aunque Scaramouche estaba oyendo todo- Deberías decírselo, seguro que te da una oportunidad.

-¿Tú crees? Nunca me he declarado, sería bastante raro.- una segunda voz se escuchó, respondiendo a su amigo- Y Xiao tiene muchísimos amigos, además de que literalmente lo conoce todo el instituto. No creo que se vaya a fijar en mí teniendo su taquilla llena de cartas de amor de sus compañeras.

-¿Qué más da? Deberías intentarlo, ahora mismo no sabes si le gustas o no. Tampoco tiene pareja, sino lo sabrían todos.- se oía una pequeña risa de uno de los chicos-

-¿¡Cómo quieres que se lo diga!? ¡Qué vergüenza!- Scaramouche se alteró al escuchar tal grito- No quiero que me rechace, me sentiría fatal...

-¡Entonces se lo diré yo mientras tú te quedas lloriqueando en el lavabo!- uno de los chicos se fue corriendo, haciendo que el otro saliera detrás suyo-

Scaramouche asomó la cabeza por la puerta del cubículo. No había nadie.

Después de mirarse al espejo durante unos segundos, se sonó la nariz y se dirigió hacia su clase. Era bastante incómodo, ya que el amigo que lo había rechazado se sentaba a su lado. Decidió coger sus cosas y sentarse a la otra punta de la clase, en una esquina donde nadie se fijara en él.

Pasaron las clases y Scaramouche no hablaba con nadie, aunque todos se acercaban a preguntarle sobre lo que había pasado unas horas atrás.

-¡Dejadme en paz, joder!- el peliazul le dio una patada a su mesa, cogió sus cosas y salió de clase con cara de pocos amigos-

Todo el mundo se asustaba al verlo por los pasillos. Temían que ocurriera lo mismo que hacía dos años, cuando la gente presenció la verdadera fuerza de su hermana: Raiden Shogun.

Scaramouche se pasó toda la tarde encerrado en su habitación. No quería siquiera hablar con su familia, aunque eso siempre había sido así. Estaba acostumbrado a no salir de ese cuarto durante días cuando había vacaciones, así que una tarde no sería nada extraño.

Aquel lugar era donde más seguro se sentía. Podría olvidarse de todo y escuchar música a máximo volumen para no escuchar las constantes discusiones.

•Scaramouche Raiden• | Kazuscara |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora