II

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Scaramouche siempre había intentado que nadie entrara en su cabaña. Cada vez que se iba de ahí, tapaba la entrada con hojas para camuflarla lo máximo que podía, pero llegó el momento en que debía dejar de ocultar aquel secreto.

Se negaba a dejar a Kazuha entrar. No quería hacer amigos, así que iba a tratar mal a cualquier persona que se le intentara acercar.

Sin embargo, aquel peliblando no era consciente de eso, así que simplemente quería hablar con Scaramouche para conocerlo más y ayudarlo. Sabía que no tenía ningún amigo, ya que siempre se encontraba en su sitio con la capucha puesta y rodeado de soledad.

-¿Scaramouche? Me ha parecido verte antes cuando entrabas, ¿eres tú?- el dulce niño intentaba entablar conversación con su compañero, como haría con cualquier persona que necesitara ayuda, ya que era alguien que siempre se preocupaba por los demás-

Sin embargo, el chico que se encontraba dentro de la cabaña seguía negándose a hablar con la gente. No quería hacer ni un solo amigo, ni siquiera entablar cualquier tipo de conversación con quien fuera. Hasta le daba igual tener que suspender los trabajos en grupo con tal de poder estar en silencio cada día.

-Uhm... Voy a pasar, ¿vale?- Kazuha abrió la puerta lentamente e intentó comprobar si era verdad que había visto al peliazul en medio del bosque o solo se lo había imaginado-

Al entrar, no pudo encontrar a nadie. Tan solo había una cabaña solitaria con unos troncos y poco más. A continuación, se sentó delante de la roca que había en medio y observó a su alrededor.

Fue solo cuestión de segundos encontrarse con Scaramouche, quien salió de la nada, tiró a Kazuha al suelo y se quedó encima suyo manteniendo su navaja en el cuello del peliblanco.

Otra vez se miraban a los ojos mutuamente. No había pasado ni un solo día desde que se habían visto, pero no paraban de encontrarse en todos lados.

Scaramouche se sentía raro al ver los ojos de Kazuha, como si tuviera una sensación familiar. Sin embargo, cuando lo observaba tanto no se daba cuenta de que el otro se ponía nervioso. Muy nervioso.

El peliblanco no quitaba la mirada de los ojos de su compañero de clase. Ni siquiera se había dado cuenta de que una navaja le estaba rozando el cuello. Tan solo observaba los ojos azules que tenía delante de su cara.

Lo primero que le pasó por su mente fue que le gustaba lo que le veía. La verdad es que esos ojos eran preciosos, pero se veían algo apagados. Kazuha pensó que sería por algún problema que Scaramouche tenía, pero tampoco podía saber mucho porque no lo conocía. Sin embargo, no le importaba que ese azul estuviera tan apagado. Le seguía gustando tanto que se sonrojaba de verlo.

Inconscientemente, movió su mano lentamente hasta ponerla extendida en la mejilla de Scaramouche. Empezó a darle pequeñas caricias moviendo un dedo con cuidado. Le gustaba el tacto que sentía, ya que la piel del peliazul era muy suave.

Kazuha tenía las mejillas cada vez más rojas a causa de los nervios que sentía. Su corazón latía fuertemente y con mucha más velocidad que de costumbre, pero en su rostro se veía una sonrisa muy dulce que le enseñaba a Scaramouche, el cual llevaba un rato perdido en aquella mirada que se le hacía tan familiar.

Cuando el peliazul se dio cuenta de que llevaba un rato tan cerca de Kazuha, y encima este tenía la mano en su mejilla, se levantó lo más rápido que pudo y apuntó con su navaja al chico que se encontraba en el suelo. Se había asustado al notar las caricias en su mejilla, cosa que no estaba acostumbrado a sentir. Alguna vez su hermana había querido hacerlo cuando lo consolaba, pero este no le dejaba.

En el momento en que Kazuha vio la navaja, se acercó lo más rápido posible a una pared que tenía detrás sin levantarse del suelo, alejándose del chico que lo estaba amenazando.

•Scaramouche Raiden• | Kazuscara |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora