—¡Kazu!— el peliazul soltó un fuerte grito y se acercó a su querido novio.
Por mucho que se acercara hacia él, Scaramouche sentía que no avanzaba. Cada segundo se hacía eterno y no lograba alcanzar su objetivo. Incluso parecía que Kazuha estuviera cada vez más lejos.
A medida que tenía la sensación de que los separaban más y más metros, empezó a ver una luz blanquecina muy resplandeciente que rodeaba toda la silueta del albino.
El peliazul abrió los ojos de golpe y observó todo lo que había a su alrededor. Se sentía muy extraño, como si no supiera nada de lo que había pasado durante las diez últimas horas. Además, muchas sensaciones extrañas invadían su interior, bloqueando sus emociones como nunca antes le había pasado.
Tenía muchas ganas de llorar por haberse dado cuenta de que no había podido ver a Kazuha en persona y que solo había sido un sueño. Aún así, un poco de alivio pasaba por su corazón al pensar que se había ido la impotencia que había sentido unos segundos atrás cuando intentaba alcanzar su objetivo y no podía.
Trató de levantarse de su cama, empezando por sentarse y dejar los pies en el suelo. Casi inconscientemente, frunció el ceño y dirigió la mano a su frente, intentando evadir el dolor de cabeza que le había llegado al despertarse.
Por otro lado, vio cómo una lágrima cayó encima de su pie. Había olvidado que estuvo llorando antes de quedarse dormido, pero no esperó llorar también mientras soñaba. Supuso que lo que vio le afectó bastante más de lo que desearía.
Tras esperar a que se fuera la sensación de que le iba a explotar la cabeza, bajó las escaleras para llegar a la cocina y preparar una taza de café.
Volvió a subir a su habitación, se tapó casi entero con una manta de colores pastel que le regaló Kazuha y se sentó en el escritorio, delante de su portátil. Lo usaba cada día y noche para investigar sobre todo lo que había pasado.
Ahí empezó la rutina que hacía cada noche, la cual era bastante larga. Empezaba por tratar de localizar la base del Abismo y así poder ir a por su novio. Después de pasar seis horas delante de aquella pantalla, a las tres de la mañana, se preparaba para salir a la calle y llegaba hasta casa de los Viator.
Cuando entró al jardín, caminó entre los arbustos como hacía siempre para no ser descubierto. Mientras pasaba la mano entre las plantas, apartando las ramas para hacerse paso, aguantaba su navaja con la mano contraria por si alguien lo encontraba.
Estuvo dos horas explorando todos los rincones del interior de la casa, pero no sirvió de nada. Era complicado hacer algo útil en aquella situación. Aún así, no iba a perder la esperanza.
Durante todo el rato que pasó por ahí, no pudo quitarse ni un segundo de la cabeza aquella imagen del peliblanco en su sueño. No era la primera vez que tenía sueños con él y siempre se despertaba mareado y con ganas de llorar.
Cuando llegaron las cinco de la mañana, Scaramouche salió por la puerta trasera y volvió a meterse entre los arbustos para alejarse y volver a su casa. Sin embargo, hubo un momento en el que dejó de caminar y su cara empalideció al ver las manchas del césped.
Sin pensar mucho en ser visto, se acercó a una zona concreta del jardín y observó el suelo. Todo estaba lleno de sangre y había algunos objetos tirados por la hierba. Entre ellos, la navaja de Kazuha.
Cogió el arma, la miró unos segundos y la guardó en su bolsillo. Tenía mucho miedo de que el peliblanco estuviera muerto, pero al menos sabía que estaba cerca y había sobrevivido durante unos cuantos años. Además, era posible que se hubiera peleado con alguien intentando escapar, así que la base del Abismo no debía estar muy lejos.
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•Scaramouche Raiden• | Kazuscara |
RomanceDespués de que Scaramouche hubiera sido rechazado por su amigo, lo único que podía hacer era esconderse para llorar sin que lo vieran los demás. Se odiaba a sí mismo cada vez más por todas las cosas malas que le pasaban y no tenía ningún tipo de div...