Devoradores de Almas. Un camino oscuro.

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Tres bocas hambrientas. Al menos quince ojos. Contra nosotros dos.

...

La denominada "Reacción Lucha o Huida" es un fenómeno natural observable en muchos animales. Eso es verdad. 
Sin embargo, algo de lo que mucha gente se olvida, es que aparte de eso, hay una tercera reacción que los seres vivos suelen tener ante estrés y miedo extremo: Paralizarse. 

Los segundos se vuelven eternos. Tu cerebro está tratando de encontrar algo que le de seguridad. 

" Quizás... "

" Quizás si no me muevo, tal vez no me notarán. "

Se vuelve imposible incluso respirar, mucho menos hacer cualquier ruido. Todos los gritos mueren antes de salir de mis labios. 

" Quiero desaparecer. "

- ¡CORRE! - La voz de María me sacó de mi trance. Ella me agarró de la muñeca y violentamente me zarandeó, para que comenzara a huir con ella. María esquivaba los árboles con agilidad, acostumbrada a correr por el bosque. Yo hice mi mejor esfuerzo por seguirla. Si ella me hubiera soltado en cualquier momento, estoy seguro de que daría una voltereta y chocaría contra un árbol, los Devoradores alcanzándome y matándome inmediatamente.  

Volteé a ver qué tan cerca estaban. Los Devoradores eran unos bastardos aterradores. No hacen ruido. Uno supondría que unas cosas tan grandes y tan feas rugirían, emitirían desgarradores gritos o chillidos, pero simplemente... Tenían la boca abierta, salivando, no emitiendo ningún ruido mientras flotaban de forma espeluznante entre los árboles, apenas moviendo su cuerpo. Son rápidos para ser tan grandes... 

- ¡Mira al frente! - María me volvió a traer a la realidad, pero cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde. Impacté contra un árbol, que hizo que ella me suelte, y terminé rodando hasta chocar contra otro. Afortunadamente protegí mi cabeza, o podría haber quedado inconsciente y totalmente indefenso. 

- ¡Arriba, arriba! - Apenas me di cuenta lo que pasó, María ya estaba a mi lado ayudándome a ponerme de pie. 

- No, espera. Te estoy retrasando, María. Corre, los distraeré un rato. - Dije, dándole la espalda y apuntando a los tres Devoradores. 

- ¡Ni loca, o sea, no! - Ella me sujetó del hombro con fuerza. - ¡Juntos! 

En esta situación de peligro mortal, María no parecía la misma persona que hace un rato en la cabaña. Sus ojos ardían de determinación, su porte y su tono de voz habían cambiado, tenía el cabello erizado y su boca dejaba ver afilados colmillos. Y, sin embargo, aún con todo eso, seguía siendo la chica amable que me había invitado a comer y tratado tan bien a pesar de ser un completo extraño. Tenía la mirada de alguien que te mataría si tuviera que hacerlo, pero todo lo que decía era resultado de su preocupación por mí. Ella no me dejaría sólo a mi suerte.

Asentí. Los Devoradores se acercaban a nosotros.

Entonces, María hizo algo que en ese momento me pareció muy raro: Se quitó los zapatos. 

Ella flexionó las piernas y se impulsó de un salto hacia un árbol, desapareciendo de mi lado en un instante, el viento que levantó al saltar golpeándome en la cara. Fijándome bien, tenía las uñas largas y afiladas como garras. Saltó otra vez usando el árbol como punto de apoyo, en dirección al Devorador que estaba más cerca de nosotros, anclando las garras de sus pies en el cuerpo del monstruo, arañando y haciendo trizas los múltiples ojos de la criatura, derramando sangre verdosa con olor pútrido en múltiples direcciones. 

Terraria Girls: La AventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora