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Presión.
Quince años atrás. {1/1}

Han transcurrido precisamente cinco años desde que Jeon JaeHyun puso fin a la vida de su hermano y arrojó a su esposa a un pozo construido por aquellos que le obedecían sin cuestionar.

La notoriedad del matadero no hace más que crecer; la cantidad de interesados en adquirir los derechos de la empresa Jeon es asombrosa, al igual que el número de personas deseosas de hundirla.

No obstante, JaeHyun es, sin lugar a dudas, un hombre paciente y ansioso al mismo tiempo. Por eso, comenzó a eliminar a aquellos que pretendían obstaculizar sus objetivos y arrebatar lo que le pertenecía.

— Son muchos, señor... — La voz de Yoongi temblaba, sus ojos se movían nerviosos por toda la sala, evitando mirar directamente lo que yacía frente a él.

— Lo sé. — Reconoció el hombre frente a él. Una pila de cuerpos establecía una distancia considerable entre él y su nervioso subordinado. — Por eso te encargo que te ocupes de ellos. — JaeHyun observó con atención cada movimiento de Yoongi, mordiéndose el labio para contener la risa ante el temblor de sus manos.

— Pero yo...

— Confió en que no me decepcionaras. — Fue lo último que dijo el señor Jeon antes de apretar el hombro de Yoongi y salir de la habitación.

[...]

JungKook se tambaleaba mientras intentaba llegar hasta su madre, dando pasos cortos. Sus pequeñas manos se movían en el aire, tratando de mantener el equilibrio.

Suzy soltó una risa melodiosa cuando su hijo cayó en sus brazos, agotado por el intento. Cinco años habían pasado, y JungKook crecía... feliz. Era algo peculiar. Su hijo era un niño sano, con un apetito casi sobrenatural. JungKook desconocía la vida más allá de esas paredes, por lo que sus expectativas no eran muy altas. En cambio, su madre se sentía melancólica, ya que ver a su hijo contento con dar vueltas en círculo y comer le resultaba devastador. Ella no podría enseñarle lo maravillosa que podía ser la vida.

Por eso comenzó a desesperarse por salir de ahí. Su hijo ya tenía cinco años y no era tan frágil como un recién nacido. Miró el largo cabello negro de su niño y sus enormes ojos oscuros, y cuando la imagen de su difunto marido apareció en su mente, solo pudo abrazar más fuerte a la criatura junto a ella.

Llevaba viviendo las horas blancas de cada mes durante cinco años, y tan solo observando había aprendido cosas inimaginables. Era una suerte que no la durmieran a ella, porque de lo contrario, todas las ventajas y secretos en su mano se esfumarían.

La hora blanca había llegado de nuevo, como hacía cada mes. Esta sería su última oportunidad.

Cuando todos recogieron sus utensilios, dejaron la misma bolsa de alimentos en el suelo y empezaron a subir las escaleras rumbo arriba, fue cuando Suzy vio su oportunidad.

— Espera. — Murmuró Suzy al ver a Yoongi haciendo ademán de subir las escaleras. Se habían quedado solos en el agujero, ya que él era el último en subir.

El empleado la observó, esperando cualquier reacción, como que comenzara a rogar por su vida o a patalear.

— Sé lo que tienes, con ella. — Mencionó Suzy, sus manos temblando ante el miedo. La verdad es que lo sabía; Jessica parecía haberse compadecido de ella y, en ocasiones, durante las horas blancas, le hablaba de sus hijos perdidos, encerrados y prohibidos. Probablemente, Jessica solo necesitaba desahogarse, y nunca pensó que contarle sus secretos a una prisionera que nunca vería la luz del sol sería algo peligroso. — Sé que tienes dos hijos, Jimin y TaeHyung. Y si no me sacas de aquí, lo gritaré en la próxima hora.

「 BODY 」kookv. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora