14

3.2K 467 93
                                    

Mejilla.

JungKook era apasionado por la alimentación. A lo largo de su desagradable existencia, la única compañía que había conocido era la comida que le arrojaban, aparte de su difusa memoria de su madre, que pasó de ser su progenitora a convertirse en alimento.

Lo único que nunca lo dejaba solo eran los fragmentos de carne que descendían desde arriba. Por eso, JungKook observaba ansioso a TaeHyung, esperando el momento en que se convirtiera en alimento, quizás así nunca lo dejaría solo.

La bestia disfrutaba observar a la criatura frente a él. Después de años en soledad, TaeHyung resultaba verdaderamente entretenido de ver, excepto cuando gritaba.

Se movía nerviosamente por el agujero, abrazándose a sí mismo, y a veces lágrimas caían de sus ojos.

JungKook estaba sentado, observando a TaeHyung, que también estaba sentado frente a él, mirándose las manos. Curiosamente, calmado.

El familiar sonido de la puerta superior deslizándose y abriéndose causó agitación. Antes de que ambos pudieran elevar sus miradas o antes de que TaeHyung pudiera gritar por ayuda, un torso humano desmembrado hizo impacto contra el suelo.

Kim se acurrucó, claramente atemorizado. Todavía no se acostumbraba. Abrazó su cuerpo, buscando un refugio ficticio del temor que aquel cuerpo desmembrado le provocaba.

Un fugaz destello de su vida llegó a TaeHyung. Solo por un segundo recordó cómo era antes de caer sin fondo en aquel lugar. No era una vida muy buena, quizás ni siquiera era una vida. Nunca había contemplado un cielo a través de una ventana, rara vez había estado en otro lugar que no fuera la oficina del señor Jeon, y, obviamente, nunca había salido de la fábrica. A veces se preguntaba si el mundo exterior era real.

Odiaría decirlo, pero él no podía juzgar a la bestia en ese sentido. Ambos habían pasado sus vidas encerrados, escondidos, sin saber por qué ni para qué.

Antes de que su mente le jugara más malas pasadas, sintió unos fríos brazos desnudos cubriendo su cabeza, su mejilla magullada chocando contra el pecho de la bestia. TaeHyung se sintió algo cohibido ante el contacto, pero también un poco curioso, no recordaba que nadie le hubiera abrazado.

— ¿Quién eres...? — Preguntó en casi un susurro el chico que se encontraba en los brazos de la bestia, colocando su mano en el brazo de la bestia. Por primera vez quizá vio a la bestia como algo más que una bestia. ¿Cómo llamarías a un ser humano que vive cautivo en un agujero, comiendo trozos humanos o crudos? Suponía que "bestia" era el término adecuado, pero debajo de toda esa mugre había un hombre que era igual que él.

Sus cinco dedos como los suyos peinaban su cabello. Su melena azabache crecía más con el tiempo, su piel pálida que sangraba como la suya y unos labios que podían hacer daño, como los suyos, por no hablar de su corazón que latía incesante en su pecho, como el suyo.

Quizás dentro de aquella bestia se escondía alguien.

JungKook acariciaba de forma brusca, aunque no intencionada, el cabello de TaeHyung, tratando de calmarle del miedo. Después de unos segundos envueltos en un abrazo, la bestia se alejó con cautela, uniendo su mirada con la del rubio antes de señalar la pared de piedra frente a ellos.

"JungKook" era lo que podía leerse si se centraba mucho en la pared. La letra parecía débil y escrita hace años, muy oculta en la pared y bastante difícil de ver.

JungKook parecía observar la escritura en la pared con una evidente melancolía nadando en sus ojos.

Decidido, TaeHyung agarró la mano del otro, colocándola en su propio pecho, encima de sus latidos. — TaeHyung. — Habló este, nunca rompiendo el contacto visual que se había formado. — JungKook. — Esta vez el rubio colocó su mano en el pecho del nombrado, señalándole a él.

JungKook frunció levemente el ceño, mostrando poca ilusión de que las cosas que deseaba consumir tuvieran nombres o fueran tan intrincadas.

Aún algo perplejo, asintió lentamente con la cabeza, concordando con la idea de que su compañero quisiera autodenominarse.

— Eres una bestia... — Murmuró TaeHyung, tal vez más para sí mismo que para JungKook. Observó cómo los ojos del otro se oscurecieron ante la mención de la palabra. Pero eso es precisamente lo que representaba JungKook: uñas largas y afiladas, piel nunca tocada por el sol y una mirada feroz.

Por más que intentara buscar, JungKook era la creación que había sido destinada a ser.

El azabache negó con la cabeza, visiblemente perturbado, y con una voz pausada expresó: — No. Yo soy JungKook. — Su mirada estaba algo melancólica ante esa palabra que tanto lo atemorizaba.

No había interactuado mucho con otras personas en su vida, pero esa palabra se la habían repetido innumerables veces. Cada vez que se pronunciaba, parecía que estaba a punto de cometer algo terrible.

El rubio se sintió avergonzado cuando una sonrisa involuntaria se dibujó en su rostro sin mucho esfuerzo. A pesar de la belleza innata de JungKook, TaeHyung pensó que esta solo era una capa superficial que ocultaba el horror que realmente era.

Extendió su mano hacia atrás de su cuello, atrapando su cabello azabache entre sus dedos. Cuando sus labios tocaron la mejilla del azabache, TaeHyung pensó que la libertad debería sentirse así. La confusión lo invadió un poco; ninguno de los dos sabía qué era un beso, en qué contexto debía darse o cuál era su propósito.

Fue solo un segundo; cuando separó sus labios, se quedó cerca del rostro de JungKook, su aliento acariciando su mandíbula. La bestia conectó sus ojos con los de TaeHyung, casi rogando una explicación sobre lo que acababa de suceder porque no lo comprendía en absoluto. Él solo sabía comer y comer.

Supuso que debía hacer algo, así que hizo lo único que sabía. Aproximó su boca a la mejilla del rubio y clavó sus dientes suavemente, sin morder ni causar daño, solo con su boca babosa en la mejilla contraria mientras sus dientes reposaban en la carne.

TaeHyung frunció el ceño en una mueca, sintiendo los afilados dientes en su mejilla. El rubio no sabía lo que había hecho segundos atrás, pero estaba bastante seguro de que no tenía nada que ver con lo que estaba haciendo ahora.

— No. — Tomó entre sus manos el rostro de JungKook, haciéndolo cerrar la boca y guiando su cara de nuevo hacia su mejilla. JungKook sintió un extraño calor en su cuerpo cuando sus labios quedaron presionados contra la mejilla del rubio, sin tener muy claro qué hacer.

Y así, como dos criaturas curiosas, se quedaron besando sus mejillas durante un rato.

「 BODY 」kookv. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora