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El agujero.

Sus uñas afiladas y extremadamente largas, las cuales estaban llenas de mugre y suciedad, se clavaban en la suave piel frente a él, rasgando y arañando hasta arrancar pequeños trozos de piel, los cual llevaría a su boca con ansia.

Cálmate.

Pensó mientras tomaba el trozo de carne en sus manos y le daba mordiscos ansiosos y bruscos, sintiendo la sangre gotear por sus brazos y caer en el piso de piedra. Era demasiado oscuro, como siempre había sido, es por eso que no era capaz de identificar que parte del cuerpo estaba comiendo. Pero por la forma dedujo que se trataba de una pierna.

Las primeras noches en ese puto agujero todavía las recordaba, un pequeño monstruito temblando de miedo en ese sucio y oscuro agujero, gritando y pidiendo ayuda hasta sentir su garganta sangrar y rasgarse.

Soltó una sonora carcajada al recordar ese tiempo. Cuando sus uñas no pudieron arrancar más piel y sus dientes solo notaban y saboreaban el hueso, se dio por terminado, tirando lejos el hueso de carne, el cual chocó contra la pared, provocando un molesto sonido.

Ahora tendría que esperar hasta mañana para la siguiente comida.

Así que es como vivía, comiendo y esperando a la comida de mañana, tampoco es como si fuese muy molesto para él, pues era lo que llevaba haciendo años.

Pasó su áspera y cortada lengua por sus largas uñas, las cuales debido a su afilado cortaron los labios de JungKook, haciéndolos sangrar de forma ligera.

Este metió su lengua bajo su uña, sacando así algo de trozos de piel que se habían quedado incrustados ahí mientras comía.

Se sentía molesto y eso le quitaría el sueño durante esta noche, pues los hijos de puta de ahí arriba le habían empezado a disminuir las porciones de carne que lanzaban, al principio eran partes grande como torsos o mitad de estos, pero ahora solo le lanzaban piernas bastante delgadas y maltratadas y a veces los hijos de puta se reían y le lanzaban solo una mano y poco más.

JungKook los devoraría a todos si pudiera.

[...]

Cuando despertó de su sueño permaneció con los ojos cerrados. JungKook no había logrado dormir nada debido al hambre que tenía, pero el gas que inundó el agujero donde se encontraba junto a ese olor a medicina que ya conocía le obligó a caer dormido contra el suelo de piedra y no pudo hacer nada.

Él era completamente consciente de lo que estaba pasando. La hora blanca, había que escuchado algunos de arriba llamarlo así.

Consistía en inyectar en el agujero un gas que haría caer dormido en menos de dos minutos a aquel que lo respirara, después él aparecería atado a una camilla completamente inmovilizado por cuerdas de cuero. Siempre que despertaba no podía enterarse de mucho, pues se encontraría adormilado por el gas y su cuerpo estaría cansado ante la presión de las cuerdas por lo que lo único que podía observar cuando despertaba era ese luminoso techo blanco antes de volver a cerrar los ojos y caer dormido de nuevo por el gas.

Cuando era devuelto a su agujero este se encontraría limpio, no era algo que pudiese saber a la perfección, pues, era imposible ver algo ahí, ya que siempre estaba oscuro, menos cuando la puerta de arriba se abría para lanzarle comida y un pequeño rayo de luz alumbraba el interior del agujero por unos pocos segundos.

Los huesos ya no estarían ahí y el olor a sangre ya no abundaría el agujero de forma tan pesada, además del vómito y todos los excrementos habrían sido limpiados del cubo, el cual era el único objeto que había ahí con él.

Ahora mismo sus ojos se encontraban tan pesados que se sentía incapaz de volver abrirlos y su cuerpo se sentía como si grandes piedras cayesen sobre él. Era una sensación que ya conocía, pero cada mes sentía que lo soportaba un poco mejor.

Mientras respiraba de forma pesada ya en su agujero con el cuerpo apoyado en la rocosa pared, se puso a pensar a sobre la primera vez que experimentó la hora blanca. Era solo un niño asustado en un agujero lleno de partes de cuerpos mutilados, pues el primer mes se negó a comer la comida que le lanzaban, asustado por no saber que era, pero el mes siguiente empezó a comer como un pequeño animalito ansioso. El sabor de la carne human le traía recuerdos que su mente parecía haber bloqueado.

Había sentido el pánico recorrer su cuerpo esa vez, cuando empezó a caer dormido, luego despertó y su pequeño cuerpo estaba amarrado con cuerdas. No sabía donde estaba, pero estaba seguro de que sus gritos se escucharon por todo el lugar.

Rió de forma floja y pesada ante el recuerdo y cerró sus ojos con fuerza cuando la risa provocó que su cuerpo se retorciese, cuando si le estuvieran pellizcando los órganos. Se sentía horrible.

Tras algunos minutos, como era de costumbre, el dolor empezó a desaparecer lentamente, dejando lugar a solo una sensación de cansancio.

JungKook no era consciente de cuando era de día y cuando era de noche, por lo que su horaria de sueño era irregular y desordenado.

Solo dormía cuando su estómago estaba lleno y despertaría solo para comer lo que le lanzaran y seguir durmiendo. Esa era y había sido toda su vida, despertarse para que le lanzaran comida como a un perro y luego dormir para esperar la siguiente ración que le lanzarían al día siguiente, pero no es como si se quejase, él nunca había conocido nada mejor, en realidad nunca había conocido nada más aparte de eso. Nada de nada, todo era oscuro.

Para él su edad era irrelevante, todo lo que tuviese que ver con él lo era porque ni siquiera sabía como lucía, no conocía su imagen, pues nunca se había visto a un espejo.

Él nunca se quejaría por la vida que llevaba, pues nunca antes había conocido otra cosa. Es cierto que a veces sentía curiosidad por cómo era la vida de las personas de ahí arriba, esas que abrían la puerta del hoyo y le lanzaban comida.

Es cierto que a veces también sentía curiosidad por las cosas que hablaban entre ellos, pues les había escuchado hablar de vez en cuando mientras levantaban la puerta metros arriba de él.

JungKook no sabía hablar demasiado bien, ya que nunca antes había hablado con nadie. Sabía que cuando era pequeño gritaba muy, muy fuerte, pero que sus gritos cesaron a la semana y no volvió a articular palabra. Porque no tenía a nadie con quien hablar.

A veces sentía curiosidad por como era que otra persona te hablara, solo a veces.

En ocasiones, cuando tenía mucha hambre porque sus raciones eran pequeñas, murmuraba la palabra "Hambre" o "Comida" en pequeños susurros.

Esa era y sería su vida, un solitario monstruo que viviría el resto de su vida en la oscuridad.

「 BODY 」kookv. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora