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Alfa y omega caminaban por el centro comercial con sus manos enlazadas. Jimin iba con una gran sonrisa, su estómago estaba lleno y su alfa ya lo había llenado de besos antes de salir de aquel restaurante, estaba siendo una tarde muy tranquila.

Jungkook miraba la lista en su celular, la había estado haciendo desde días antes para no olvidar nada. Por otro lado, Jimin solo quería entrar a la primera tienda de bebes que veía.

—La pintura ya está, la cuna y la mecedora la llevaran en unos días a la casa. Pienso que compraste mucho chupones pero está bien.

—¡Eran de animalitos! Como no iba a comprar todo los que había. —Jimin abulto sus labios, haciendo sonreír a Jungkook.

—No te estoy reclamando nada, amor. Solo digo que ahora tendremos que comprar ropa y sombreros igual para que le combinen.

Jimin abrió sus ojos, sonriendo y mirando al pelinegro. —¿De verdad? —. Sus ojos brillaron de la emoción, acercándose al alfa para besarlo —. Ya me imagino al cachorro vestido de patito o un pollito.

—Sera un mini copia de ti.

La pareja hablaba, estando en su propia burbuja, entrando y comprando a su antojo, regalándose besos cada que sus ojos se cruzaban, siendo adorables para los ojos de cualquiera.

El omega estaba feliz, su mundo y felicidad eran Jungkook, estar en la calle con el hacía que ignorara a todos.

Pero Jimin no era alguien quien pasara desapercibido. No fue difícil para ciertas personas reconocerlo. Así como algunos ex compañeros del colegio, los que decían ser sus amigos, o las omegas chismosas que siempre se reunían cada fin de semana con su madre.

No es como si sus padres hubieran recapacitado y estuvieran buscando a su hijo, pero cierto alfa sí. Uno que no tardaría en volver a cruzarse por un momento en la vida de Jimin, arrepentido por sus actos.

Una pancita de seis meses era tener a un omega mimoso, territorial, algo caprichoso, deseoso de su alfa la mayoría del tiempo y con muchos antojos

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Una pancita de seis meses era tener a un omega mimoso, territorial, algo caprichoso, deseoso de su alfa la mayoría del tiempo y con muchos antojos.

La boca de Jimin se hacía agua solo con pensar en algo delicioso, entendía que su alfa siempre hacia lo imposible para tener la nevera al tope con la mayoría de las cosas que el castaño comía.

Como aquella noche en donde se había dormido en el sillón por los masajes que su alfa le daba, despertándose al tener hambre.

Jungkook se había quedado dormido, sentado frente a la televisión, con las piernas de Jimin sobre él. Sus sentidos se pusieron en alerta cuando escucho un sollozo, de inmediato su lobo estuvo en alerta a cualquier peligro cercano, buscando con la mirada al omega, viendo a este llorando en la esquina del sillón.

—¡Mimi! —Asustado lo tomo, sentándolo en sus piernas —. Mi hermoso omega, ¿Por qué lloras?, ¿te duele algo, mi amor?

El castaño lo miro con sus ojos llenos de lágrimas, sus labios rojos temblaban. —Es-esque no hay fresas y... —Gimoteaba, sus lágrimas eran limpiadas por Jungkook, quien lo miraban atento —. Y-yo quiero fresas, alfa.

Regalo del Cielo [Kookmin] OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora