CAPÍTULO 2

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Estaba delante suyo, Eder Darwish estaba delante suyo, parpadeo unas cuantas veces, porque parecía un sueño, una alucinación, una broma, necesitó un par de segundos, largos segundos para asimilarlo.

Jamás había sido descarada, pero en ese instante sus ojos lo inspeccionaron de arriba abajo, solo por un instante, porque cuando sus ojos se clavaron en los suyos, fue como si la atrapara. Y esos ojos, esa mirada, podría haber centenares de miradas, pero la suya jamás la confundiría, jamás vería otra igual.

Estaba allí de pie, delante suyo, quieto, mirándola en absoluto silencio, lo más sensato sería decir algo, un saludo, ¿pero un simple saludo? ¿Después de un año entero debería recibirlo con un simple saludo? ¿Después de que estuviera apunto de morir merecía un simple saludo?. Además, ¿Por qué narices estaba Eder Darwish en la puerta de su propia casa de pie como si fuera un invitado al que había que recibir e invitar a pasar?.

Abrió la boca, para darle la bienvenida, pero su nueva expresión le ordenaba que no dijera absolutamente nada, y no es que la expresión con la que lo había recibido fuera mejor, no, desde luego que no, parecía cabreado, muy cabreado, pero esa nueva expresión parecía querer eliminarla de su vista, lo entendió de inmediato, quería que se apartara de su camino.

En el instante que se hizo a un lado, Eder entró precipitadamente, aunque sus piernas no le permitieron ir tan rápido como pretendía. Entonces, por primera vez presenció su cojera, el resultado del disparo que había recibido en la pierna derecha, la razón por la que había estado ausente tanto tiempo. Fue maravilloso ver su avance, teniendo en cuenta que todos pensaron que se moriría, y tras saber que no moriría, que perdería la pierna derecha por lo menos. Pero no, podía caminar, no de manera ágil, más bien cojeaba, y era evidente que el esfuerzo que hacía por la velocidad que intentaba adoptar estaba torturando su pierna, como si luchara contra la cojera, como si la cojera le suplicase que bajara la intensidad.

Se percató de que tenía un bastón, en el cual se apoyaba, de no ser por ese bastón probablemente ya habría perdido el equilibrio.

Era extraño, terriblemente extraño ver a Eder Darwish así, él siempre fue alguien atlético, alto, ágil, con un físico que muchos hombres desearían, unas piernas fuertes que podría recorrer la entrada al vestíbulo en cuestión de segundos, unos brazos... se interrumpió en ese punto, no había nada que objetar sobre sus brazos, estaban incluso más fuertes que antes, era evidente que para volver a recuperar la fuerza había estado ejercitando todo su cuerpo.

Había algo distinto en él, no solo por su cojera, algo en él había cambiado, desde luego era muy precipitado sacar esa conclusión, pero su ausencia juvenil, risueña, esa mirada inteligente y esa sonrisa que parecía siempre tramar algo, como si supiera siempre algo que el resto no, no había rastro de ese Eder, el Eder que tenía delante parecía más frío, serio y maduro, muchísimo más maduro. Claro que después de la tragedia y casi morir uno no solo maduraba, ni siquiera pudo imaginar cuánto impacto había tenido en él. 

Se colocó en medio del vestíbulo y miró a su alrededor, buscando algo, o más bien a alguien. Era evidente que se había presentado con no muy buen humor, su cuerpo estaba alerta y parecía capaz de derribar cualquier cosa que se interpusiera en su camino en ese instante.

Seryn también miró a su alrededor, lo cual era absurdo, a esa hora de la mañana todos seguían durmiendo. Si alguien hubiera sabido que Eder iba a presentarse allí, ni siquiera habrían podido pegar ojo hasta verlo.

Parecía apunto de perder la calma que estaba intentando mantener, apunto de gritar, al vacío, a cualquiera que se cruzara con él. Se apresuró a alcanzarlo y sintió una abrumadora necesidad de intervenir.

-Duermen -dijo Seryn una vez que estuvo cerca.

-¿Por qué duermen?.

Primero tuvo que calmar sus latidos, su voz fue como una sacudida de viento, tan familiar pero tan distinta y tan lejana a la vez.

AHLAM ~ Los hermanos Darwish ١Donde viven las historias. Descúbrelo ahora