CAPÍTULO 11

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No se lo había imaginado, ni se le había pasado por la cabeza pasar ese rato con Eder, desde el momento en el que surgió el plan sintió su pecho saltar de emoción y sus pulmones vacilar a la hora de respirar.

Cuando apareció en la puerta del cuarto mirándola de esa manera, como si lo sacara de un abismo hizo que casi soltara a la pobre Maya que estaba en sus brazos, verlo de pie, ocupando casi todo el marco de la puerta, con el cabello algo revuelto y las mejillas sonrojadas mientras las observaba fue una imagen demasiado poderosa.

Pasó de prometerse mantener las distancias y lejos suyo a estar sentada cerca suyo en la zona infantil sobre unas diminutas sillas coloridas de una heladería, contemplando con asombro cómo sonreía y bromeaba con su sobrina, planteándose seriamente de que podría convertirse en su tío favorito en cuestión de horas.

Era tan extraño verlo así con una niña, tan torpe, cariñoso y amable, pero era otro tipo de amabilidad, como la miraba y jugaba con ella, o cuando besaba su mejilla y ella se reía, simplemente le parecía lo más tierno del mundo.

Pero el instante dio un giro inesperado, no esperaba que Dris apareciera en la heladería, ese día había planeado una salida con sus compañeras de trabajo que estaban por la ciudad, solo mujeres, había comentado en el grupo de trabajo -en el cual estaban todos los demás compañeros- que estaba en la heladería y si podían adelantar el plan, Dris estaba en el grupo también, pero no esperaba que apareciera él allí.

Cuando lo vio llegar no pudo evitar sonreír por la sorpresa, había pasado todo un mes desde que las clases habían acabado y que no se veían, el entusiasmo de ambos se reflejó más de la cuenta.

Antes de conocerse, Dris ya conocía a su padre, vivía por la zona desde que empezó a trabajar, charlaban en vez en cuando y así descubrió que tenía una hija y que recién se había graduado en magisterio infantil, cuando surgió una plaza por que una compañera tuvo un acidente le ofreció a su padre proponerle a ella la idea de cubrir el puesto. Su padre les organizó una reunión, charlaron y de inmediato hubo química, se llevaron genial y trabajar juntos había sido increíble, aprovechó cada momento para interactuar con ella, saber todo lo posible, y cuando pidió su mano supo que era por que estaba interesado en ella.

Era bueno, simpático, entretenido, siempre tenía algún tema en común sobre el que debatir, pero lamentablemente se había rehusado a querer a ningún ser masculino, ninguno que no tuviera la mirada afilada y una sonrisa que siempre parecía ocultar cosas, su corazón estaba en guerra con ella, por que le daba la espalda cuando más lo necesitaba, ahora que había conocido a Dris lo necesitaba más que nunca para que colabora con ella.

Cuando se acercó a Dris este la recibió con los brazos abiertos y una enorme sonrisa, de inmediato le dio una colleja en la mano para que los bajara, sabía perfectamente que no tocarla era una de las grandes normas que le impuso, sobre todo por que tras pedirle la mano a su padre, varias veces en la escuela había intentado mantener más contacto y ella no quería consentirlo hasta que fuera su marido.

-¿Al menos me permites decirte que acabas de alegrar mi vista después de un mes de agonía? -le dijo con una sonrisa encantadora y una expresión de sufrimiento fingida.

-Dris, Allah sabe que hay demasiadas cosas que alegran la vista de un hombre -le dijo cruzando los brazos.

-Le juro Seryn, prefiero los días de trabajo si estás cerca que los días de vacaciones sin ti -le aseguró con ternura y ella no pudo evitar sonreír.

Le gustaba, a ratos le gustaba mucho, además ¿a qué mujer no le gustaba escuchar esas palabras de alguien con el que planeaba comprometerse?.

Al ver que ella no respondía y que casi ponía los ojos en blanco se acercó para darle la mano, pero entonces intervino otra mano masculina, una más grande y más fuerte que envolvió la mano de Dris antes de tocarla, con fuerza y ganas.

AHLAM ~ Los hermanos Darwish ١Donde viven las historias. Descúbrelo ahora