AHLAM ~ Los hermanos Darwish ١

CAPÍTULO 4

En el pasado...

A los catorce años, Seryn empezaba a verse como una adolescente, su altura, su figura, sus facciones, ya podía admitir que empezaba a parecerse mas a una mujer que a una niña, y para su sorpresa, su madre le cosió un precioso vestido de color cereza para ese día en especial, además, era la primera vez que se arreglaba de esa manera, se peino de manera sutil pero logrando que su cabello cobrizo y largo formara unas preciosas hondas, se rizó las pestañas e incluso se puso un poco de brillo de labios, nada mas, por que no sabia maquillarse y probablemente haría un destrozo.

Se sonrió a sí misma, satisfecha con lo que veía, y cuando entró en la sala donde todo el mundo celebraba el bautizo del sexto hijo de los Darwish, su madre le sonrió, comprobando que su única hija ya no era tan pequeña, satisfecha por haber acertado con el vestido. Maryam a su lado también le sonreía, Seryn sonrojada se tocó las perlas que le había regalado y las que aceptó con mucho agradecimiento. Las dos mujeres interactuaron palabras y una risa cómplice mientras la miraban con descaro y sin disimular, si había alguien descarado era su madre y Maryam casi siempre era víctima de participar también.

Se sentía joven y hermosa, agradecida y alegre, sonreía entusiasmada y cuando salió al jardín, donde se encontraban el resto de los invitados vio a los hermanos Darwish, acompañados por sus primos y amigos cercanos, dedujo que recién volvían de rezar,  alguno que otro aún llevaba la túnica blanca, como Adam, que disfrutaba vistiendo la túnica en cada ocasión que se le presentaba, y como no, llevaba una zapatillas Jordan a juego, haciendo que se vea aún más elegante y atractivo.

Se detuvo a hablar con Khaled, y en el instante en el que se hizo a un lado vio quien venía detrás, y no, no se refería a Haron y Zayan, los cuales venían peleando con las sajadas de rezo, el señor Darwish, que se encontraba cerca de ellos parecía a punto de matarlos de un grito. Se refería al joven apuesto que caminaba con sutileza entre un par de amigos cercanos de la familia, Eder Darwish, que había estado ausente durante tres meses por el extranjero.

Tenía que reconocer que había cambiado, en los últimos años había crecido demasiado y sus facciones se afinaban cada vez más, en su manera de ser había algo que hacía que los de su alrededor se sintieran cómodos y bien acompañados, de tal manera como se reflejaba en el rostro de sus acompañantes, maravillados y divertidos con lo que fuera que Eder les estaba contando, hasta que uno de ellos se percató de su presencia, luego, el acompañante al otro lado de Eder también se dio cuenta, porque ambos parecían ver algo más interesante que lo que fuera que hablaban con Eder.

Eder sin terminar de hablar se percató de que la atención de sus amigos estaba en otra parte, los miro a ambos y poco a poco dirigió la mirada en la misma dirección, hasta que la vio.

Sus ojos y los de Eder se cruzaron, y pensó que lo mas adecuado seria saludarlo desde donde estaba y no fingir que no lo había visto, alzó el brazo y sigilosamente movió los dedos en un saludo, pero no fue Eder quien le devolvió el saludo, fueron sus dos acompañantes.

Bajo la mano, y en cuanto se dispuso a alejarse de allí, alguien envolvió su muñeca y tiró de ella fuertemente.

-¡Vamos corre! Eder está aquí -gritó Hayat llena de entusiasmo y emoción mientras tiraba con fuerza de ella - vamos a darle la bienvenida.

Hayat era diminuta pero tenía una fuerza increíble para arrastrar a la gente a donde le diera la gana y no parecía dispuesta a soltar su mano, intentó detenerla pero para cuando logró que eso sucediera ya estaban en medio del grupo de acompañantes de Eder.

Inquieta se quedó detrás de Hayat mientras abrazaba a su hermano, sonriendo a los invitados un tanto nerviosa, al fin, cuando Eder alzó la mirada, no la miro, ni la saludo, miro a alguien mas que estaba tras ella, y con una expresión seria cogió a su hermana de la mano y se alejó de los demás, lo suficiente para quedar lejos de su vista.