XVIII

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Había pasado poco más de un año desde que Jake y yo comenzamos nuestra relación y ya estábamos preparando nuestra boda, o mejor dicho, nuestras bodas.

Decidimos casarnos por el civil y a la semana siguiente casarnos por la iglesia.

Ya estaba casi todo listo, las damas de honor, los padrinos, los pasteles, las recepciones, el maquillista y el estilista, todo, menos mi vestido...
Durante los últimos seis meses de planeación había bajado mucho de peso y cada vez que me probaba el vestido se me veía como un saco de papas, tuve que ir al nutricionista para seguir una dieta balanceada y dejar de bajar de peso de forma descontrolada, adelgazar de esa manera era un gran riesgo para mi salud.

Llegó el último día de la prueba del vestido, estaba nerviosa, tenía miedo de haber seguido adelgazando, había seguido la dieta que me había dado el nutricionista al pie de la letra, pero en mi cabeza no paraba de rondar la idea de que esa era la última prueba, como me quedara aquel día, así me vería en las bodas, en las últimas pruebas me veía bien, pero eso no lograba quitarme el nervio y el miedo. Afortunadamente me quedaba perfecto. Lloré de felicidad al verme en el espejo, era el vestido de mis sueños.

Usaría el mismo vestido en ambas ceremonias, lo había pedido transformable, entonces, para la boda por el civil solo tenia que sacarle la parte de abajo y ponerme un bolerito y quedaba como un vestido más simple, estilo campana, me llegaba un poco más abajo de la rodilla y al ponerle la parte de abajo se veía como un vestido de novia estilo princesa, con mucho tul y una cola larguísima. La parte de arriba era un corsé con pedrería, quedaba perfecto para ambas ocasiones y era tal cual me lo imaginé cuando lo pedí.

Llegó el gran día y si bien ya había pasado por eso antes, aquella vez era muy diferente, aquella vez de verdad estaba enamorada y de verdad quería pasar el resto de mi vida junto a aquel hombre que había escogido como mi esposo. Jake. Mi Jake.

La ceremonia y la recepción fueron en una parcela que arrendamos para la ocasión, estaba todo hermosamente decorado con rosas de color rosado suave y blanco.

La sillas tenían cubre sillas a juego y estaban conectadas por una cinta del mismo color que las rosas, mi ramo de flores también tenía esos colores, además de unas cuantas rosas azules.

Los invitados a aquella ceremonia y recepción fueron solo nuestros familiares y amigos cercanos, así que la torta y todo fue en menor tamaño.

Todo salió perfecto, disfrutamos de un hermoso matrimonio, aunque no paraba de pensar en mi madre y en cuánto me hubiera gustado compartir aquel momento con ella, eso me ponía melancólica, aunque Jake, muy al estilo de Luna Lovegood, reservó un asiento en primera fila para mi madre y un asiento a mi lado en la recepción, bailó "solo" el baile que se suponía debía ser con ella y le prometió que me amaría y respetaría por el resto de nuestras vidas.

La semana siguiente se paró y tocó su copa con uno de los cubiertos. Levantó su copa y brindó.

—Suegra— dijo —aunque no compartimos el tiempo que me hubiera gustado, la conocí lo suficiente para tenerla en un lugar especial en mi corazón, sé que fue una gran mujer y una excelente madre, me habría encantado poder compartir este momento tan importante para nosotros con usted y aunque no está presente en cuerpo, sé que su alma nos acompaña y sé que nos guiará y cuidará desde el cielo. También le quiero agradecer a todos los presentes por acompañarnos en este momento tan feliz de nuestras vidas, ahora, disfruten de la comida y la fiesta.

Nos dejó a todos con lágrimas en los ojos.

Terminamos de cenar y comenzó nuestro primer baile como matrimonio, luego bailé con mi padre y él con su madre. Cuando terminamos, comenzó otra canción, era la misma de la semana pasada, sabía lo que haría, tomó el micrófono.

InolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora