XII

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Solo sonó un par de veces y Jake contestó.

—Hola Steph.— me contestó animado. —¿me extrañaste mucho?

—Ah decir verdad si— contesté, las palabras salían atropelladamente de mi boca, el vino había hecho efecto, lo que no significaba que había dejado de tomar.

—¿Estás borracha?— me preguntó.

—¿Acaso eso importa?— contesté a la defensiva.

—Si, Steph, si importa. ¿Paso algo malo?

—Si…

—¿Que pasó? dime.— me contesto preocupado.

—Tu estas allá y yo acá, eso pasó.— Silencio… estúpido alcohol, me hace hablar estupideces. —esto fue una muy mala idea— dije arrastrando las palabras. —olvida lo que te dije, es más olvida que te llamé.

Iba a colgar cuando lo escuché gritar “¡NO!” miré el teléfono confundida.

—Pon el teléfono en tu oreja Steph.— me dijo y lo hice —me doy cuenta de que aún te dejas llevar por el alcohol.

—Solo a veces.

—Deberías beber con más cautela.

—Si papá— volteé los ojos.

—Esta bien, esta bien, te mando la bandera blanca de la paz.— en eso me llegó un mensaje, era de él, lo abrí y había una bandera blanca. Sonreí. —¿Qué pasó Steph?¿Me dirás que es lo que te tiene bebiendo?

—Ya te respondí— le dije juguetona.

—Vamos, te estoy hablando en serio.

—Y yo también… Ya sé, porque no vienes, así te digo en directo la razón por la que te llamé y te tengo cerca de mi… me haces bien Jake.

—Tu también a mi Steph… Esta bien, mándame tu ubicación e iré enseguida para allá.

Hice un gesto de celebración con mi brazo libre, me saqué el teléfono de la oreja, abrí el chat que tenía con él y le mandé mi ubicación. —Listo.— le dije cuando terminé.

—Lo veo enseguida.— me respondió. —Bien, estaré ahí en 20 minutos aproximadamente. Nos vemos.

—Nos vemos.— le respondí, le mandé un beso y colgué.

20 minutos… tenia 20 minutos antes de que llegara, subí rápidamente, me cambie la ropa de trabajo, retoqué mi maquillaje y me apliqué perfume, bajé, saqué otra copa, prendí la chimenea eléctrica y prepare algo rápido para picar, unos cuantos quesos en cubo, aceitunas, jamón, maní y lo que encontré en casa para picar, prendí varias velas, estaba en eso cuando sonó el citófono, Carmen iba a atender cuando grite su nombre. Se sobresaltó y me miró, luego miró alrededor.

—Yo contesto, tu tienes la noche libre. Ve a descansar o sal a divertirte, como quieras.

—Señora, esta bebida.

—Un poquitito— respondí juguetona.

—¿Está esperando al señor?— me preguntó temerosa.

—No es de tu incumbencia, ahora, vete a disfrutar de tu noche libre y no te metas en temas ajenos. Es más, tomate el día de mañana libre también, con goce de sueldo.

—¿Está segura, señora?

—Claro que si, no soy una perra explotadora ¿o si?

—No, claro que no.

Volvió a sonar el citófono.

—Ya, ya, basta de parloteo, chu, chu, ve a disfrutar de tu noche y día de descanso.

InolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora