XVII

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A la mañana siguiente me levanté mucho más temprano que de costumbre, fui a buscar a mi hijo a la casa de mi padre y nos devolvimos a la casa de mi abuela para guardar las cosas que habiamos llevado y lo que me habia regalado mi abuela, siempre que la iba a visitar me regalaba algo, por mas que le insistiera en que no era necesario, ella me decía que me quedarian de recuerdo.

Solo Dan y yo desayunamos, Philip seguía durmiendo y mi abuela no comía tan temprano, decía que sentía malestares estomacales cuando lo hacía.

Después de desayunar nos fuimos a casa, nos bañamos en nuestras respectivas habitaciones, salimos casi al mismo tiempo y nos fuimos a empezar otra semana de estudios y trabajo.

Inmediatamente después de dejar a mi hijo en el colegio me dirigí al juzgado de familia. Leo ya se encontraba ahí.

Entramos, fui yo la que puso la demanda de divorcio, nos preguntaron si acaso estábamos seguros de no hacer el divorcio de común acuerdo, ambos respondimos que si. Así que lo demande por divorcio culposo. No negaré que estaba un poco nerviosa, Leo me había mostrado su verdadero ser durante el último tiempo. Sólo esperaba que las palabras que me dijo aquel fin de semana fueran verdad, que de verdad se arrepentía y me quisiera compensar de alguna manera.

Nos dieron la fecha y hora del juicio, faltaba un mes para que llegara aquel día.

Me dirigí a mi trabajo y en mi hora de descanso aproveché de hablar con uno de los psicólogos del hospital, él me recomendó a una de sus colegas y me dio su número de contacto, dijo que era una de las mejores que él conocía.

Antes de llamarla dude algunos días sobre si de verdad necesitaba ayuda profesional o no, pero decidí que no perdía nada si tomaba terapia.

Las sesiones me ayudaron mucho. Pude sanar de verdad el tema con mi padre, también pude superar el duelo por la muerte de mi madre, entendí que nunca se me pasaría la pena, pero que debía aprender a vivir con ella.

En eso estuvimos un poco más de un mes, cuando llegó el día del la citación en el juzgado estaba más tranquila, fui con Emily y llevamos todas las pruebas que fueran posibles, Leo coopero con todo, él juez dicto el divorcio y por fin me vi libre de aquel matrimonio.



Seguí con mis sesiones de terapia, hablamos del padre de Dan, lo cual si bien no me causaba dolor, si tenía un profundo resentimiento hacia él y tenía que trabajar en el perdón, no por él, sino que por mi. Llegamos al tema de mi divorcio y el hablar con alguien sobre mis temores y ahondar en la verdad se sintió como dar de cara contra una pared. Sabía que de cierto modo Leo había sido mi escape fácil, pero Lisa, la psicóloga fue mucho más allá, hizo que viera mi verdadero ser, me di cuenta que lo utilicé, desde el principio hasta el final. No hablamos mucho sobre las intenciones por las que Leo decidió estar conmigo, porque no me afectaban. También logré darme cuenta de que mi “duelo de divorcio” era solo otra burda excusa que me puse para estar sola y Lisa me dijo que si no me sentía lista para estar con alguien más, que no lo hiciera, pero que fuera sincera conmigo misma.

—La verdad es que… tengo miedo, siempre he sido una mujer fuerte e independiente y el darme cuenta de cuanto amo a Jake…— suspiré —hace que me de pánico.

—¿Por qué? ¿Cuál o cuáles son tus miedos?.— Cerré los ojos y respiré. Sabía cuales eran mis miedos, pero sentía que externalizarlos los haría sonar tontos. —No te juzgaré— me dijo.

—Tengo miedo de que vea quien realmente soy… y que no le guste. Tengo miedo de que se aburra de mi y me deje. Tengo miedo de que me deje de amar y yo quede destrozada… porque yo nunca podré dejar de amarlo. Para mi él es... inolvidable.

—Entiendo… son miedos válidos, sobre todo para ti, siempre has actuado de acuerdo a lo que tu cabeza dicta, nunca has escuchado al corazón. Ahora, todos cuando empezamos una relación tenemos esos mismos miedos, son normales, tu sientes que en tu caso es peor porque nunca antes o después de él has tenido esos sentimientos. No te puedo jurar que todo saldrá bien, pero piénsalo, has pasado años sin atreverte, pensando en lo que pudo ser y no fue, aparte de un corazón roto, ¿qué tienes que perder?.

InolvidableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora