Mi mejilla me ardía, y comencé a sentirla muy muy caliente. De inmediato puse mi mano sobre ella para que así redujera el dolor pero no fue así. Mierda me duele, me pica, me quema. Giré y la vi, sus ojos parecían estar en llamas, su respiración estaba agitada y tenía la mandíbula tensa al igual que todo su cuerpo, sus puños los cerraba con fuerza.
—Eres un maldito —Me dijo entre dientes y con voz ronca.
—¿Marinette que mierda te pasa?
—¿Qué mierda me pasa? Es la pregunta más estúpida que he escuchado.
—Ok, entiendo que estés enojada, pero déjame explicarte.
—¿Qué me vas a explicar... tío? ¿Qué eres tan poco hombre para jugar con mis sentimientos? —Su voz dura y molesta se quebró y note como sus ojos se cristalizaban. No, no, por favor no llores hermosa yo no quise... agh, me quiero morir.
—Princesa yo no quise...
—Claro que quisiste. Yo... no sabes cómo me hiciste sentir. Tu sabes lo que me pasa contigo, sabes que... cuando te tengo cerca yo solo quiero besarte acariciarte y tú llegas y haces... lo que hiciste y...
—Por favor perdóname yo sé que me pase, sé que fui un idiota, pero...
—Y sobre todo sabes que... que yo te amo.
—Yo no sé lo que estaba pensando, yo no quise de verdad... princesa tienes que creerme yo...—Dios, no sé ni que mierda decirle, tiene razón yo jugué con sus sentimientos, y todo por la rabia de saber que ella volvió con ese cabrón, lo mejor será decirle la verdad —Escucha... Yo lo hice porque estaba muy molesto. No me gustó nada la idea de que tu volvieras con ese idiota, no puedo creer que le hayas dado otra oportunidad después de lo que te hizo.
—Bueno eso es algo que no te debe de importar. Yo soy libre de estar con quien se me dé la gana y dudo que me haga sufrir más que tú. ¿Y sabes por qué? Porque por Nathaniel no siento nada, yo te amo a ti, tú eres el hombre con quien quiero estar.
—Pero eso no es posible.
—Ya lo sé, ya me lo dijiste mil veces y es por eso que volví con él, yo sé que él me va ayudar a olvidarme de ti y... agh. No tengo por qué darte explicaciones de mi vida. Al fin y al cabo, no soy más que una tonta, una niñita inmadura así que te lo advierto, no te acerques más a mí —Dio media vuelta dispuesta a salir de ahí pero después de lo que paso esta tarde y más de una semana que no la siento... de verdad que ya no puedo más, la necesito o me voy a volver loco.
Abrió la puerta, pero la cerré de golpe sin importarme la gente que estuviera fuera de mi oficina. La gire tomándola del brazo y la bese más que desesperado. La apreté con fuerza de la cintura y de su nuca para que no se alejara de mí, ella me pego en el pecho tratando de que yo la soltara, se retorcía para alejarse de mí, pero ejercí más fuerza sobre ella, no quiero que se valla la necesito de una manera inexplicable y juro que si no la tengo... no sé de qué soy capaz.
Poco a poco dejo de golpearme el pecho y me comenzó a responder a mis labios. Sus manos subieron lentamente hasta mi rostro y me tomo de las mejillas y hundió su lengua en mi boca. Acaricie su nuca y la apretaba más a mí, hundí mis dedos en su cabello, nuestras narices rozaban con el movimiento de nuestros labios, no quería que por ningún motivo se alejara de mí, no quería dejar de sentirla, de besarla, pero necesito más. Di un paso hacia adelante haciendo que ella lo diera hacia atrás y chocamos con la puerta, sentí como una de sus manos bajaba por mi cuello hasta mi pecho y yo seguía acariciando su cintura haciendo pequeños círculos con mis manos. Apenas y separamos nuestros labios pues no quedamos sin aire.
—Adrien...
—No... ya sabes cómo —Le dije agitado mientras besaba su mejilla, sentía su respiración entre cortada en mi cuello y oreja, el aire que sacaba me estremecía. La tomé de su pierna derecha y la levante a la altura de mi cintura dándome más espacio para llegar a su feminidad, apreté con fuerza y mi amigo sintió la humedad y ella gimió al contacto. Fue cuando me di cuenta de que llevaba una falda, mucho mejor.
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Desvísteme -MLB
Teen Fiction-Adrien, perdóname. -¿Por qué? -Le pregunte con el ceño fruncido. -Por... todo lo que ha pasado, me he comportado como una niña tonta e inmadura -Escuchar eso me hizo sonreír, aunque la verdad es que aquí el que debe disculparse soy yo, y creo que e...