8: La Historia De Cómo Murió Gerard Way

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Si Gerard sabía algo, es que ciertamente no iba a lavar los trastes de nuevo, y tal vez incluso esto era una mejor alternativa.

Y esto era tener una conversación con Mikey sobre algo que juraron nunca mencionar, porque eran los estúpidos sentimientos que plagaban sus corazones y mentes, y significaban todo, pero nada a la vez, e independientemente de su importancia, eran absolutamente imposibles de ignorar.

Porque sea lo que sea esto con Frank, porque era algo, porque había durado más de una semana; no tenía nada que ver con Bert McCracken, y aun así Gerard estaba interesado, y eso era completamente fuera de lo normal para él. Por supuesto, no sonaba como la gran cosa, pero Gerard era bastante especial y tal vez no de la mejor manera.

Y por supuesto, no es como que Mikey estuviera especialmente feliz de admitir cómo se sentía con Pete tampoco, ambos estaban prácticamente en el mismo bote, pero claro, siempre tan reacios a admitirlo, o incluso admitir algo en absoluto.

Ambos estaban sentados en la mesa de la cocina, mirándose a los ojos en un intento de ignorar la pila de trastes que se les había pedido lavar, porque iban a ser realistas y admitir que la probabilidad de terminar con los trastes era igual a que alguno de los hermanos fuera a resolver la disputa que había entre su cabeza y su corazón.

Pero, darle vueltas a sus pensamientos era definitivamente una alternativa fácil con la que perder tiempo sin tener pensamientos homosexuales en absoluto, porque, claro, no homo era el lema bajo el que los hermanos Way vivían.

Ambos dieron un brinco cuando la pantalla del celular de Gerard, que estaba sobre la mesa frente a él, se encendió, mostrando un mensaje, y por supuesto, no solo un mensaje.

Era el primer mensaje en semanas, y con tan solo un vistazo al nombre de contacto, Mikey ya sabía de quién era.

Y Gerard también, aunque estuviera un poco más reacio a admitirlo.

El nombre de contacto es cuestión era, por supuesto, 'Bert'.

El mensaje quedó iluminado en la pantalla por treinta dolorosos segundos, antes de que la pantalla se oscureciera, y Mikey volviera a mirar a su hermano con una ceja alzada. "No te atrevas a volver a joder tu vida, ¿me escuchas?"

"M-Mikey..." Gerard balbuceó, tal vez incluso un poco sorprendido de que Mikey haya hablado, habiendo anticipado un prolongado silencio que tal vez duraría hasta que la señora Way volviera a casa y les gritara por los trastes que seguían sin lavar, pero tal vez Mikey estaba un poco más cuerdo de lo que creía.

"No le contestes a ese cabrón, y no te atrevas a volver con él." Mikey dijo bruscamente, señalando el celular mientras hablaba, y por supuesto, refiriéndose a Bert, y no al teléfono en sí, porque eso sería bastante ridículo.

"Yo no – yo..." Gerard soltó un suspiro, tomando su teléfono y encendiendo la pantalla, echando un vistazo al mensaje, antes de volver a dejarlo en la mesa, porque creía que Mikey lo golpearía si no lo hacía.

'Te extraño. Lo siento. Te amo.'

Y más besos de los que Gerard se merecía, pero los suficientes para volver a hundir su corazón en las profundidades del maldito océano, porque se estaba recuperando, y ahora Bert estaba de vuelta, todo había regresado, y su cabeza estaba en fuego.

"Preferiría que te cogieras a Frank a que volvieras a hablar con él." Y Gerard no dudaba ni un poco que lo dijera en serio.

"No voy a contestar." Gerard añadió, sonrojándose un poco, no queriendo encontrarse con la mirada de Mikey.

"Bien."

"¿Lo decías en serio?" Preguntó unos momentos después.

"Claro que sí – ¿por qué carajos lo diría si no fuera en serio, Gerard?" Mikey suspiró, negando con la cabeza, mirando de reojo los trastes cuando volvió a encarar a Gerard, haciendo una mueca al notarlo, porque definitivamente habían más que la última vez que miró; era como si hubiera vida bacteriana creciendo y multiplicándose en la esquina de la cocina, y con el tiempo que había pasado ahora, no lo dudaba mucho.

El Club De Élite De Personas Que Han Visto Desnudo a Gerard Way (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora