Capítulo 5

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Aunque al principio no le di mucha importancia al asunto, en algún punto las preguntas comenzaron a invadir mi mente... ¿Hacia donde se supone que estábamos yendo? ¿Qué tan lejos queda? ¿Fuera de la ciudad?

Mi interrogante era cada vez mayor, cada kilometro que hacíamos nos acercaba más a... la nada misma.

Y preguntarle a Chase no era una opción, no tenía cara de ser amigable y no es como si hubiera querido conversar conmigo en el camino. Da igual, no tenía ganas de verlo poner aún más cara de culo o de quedar en ridículo porque tal vez ni me responda.

Al cabo de unos minutos se estacionó en una gasolinera pero no para cargar combustible ni para comprar nada, salió del auto y se quedó viéndome con el ceño fruncido, expresando impaciencia.

—¿Tengo que sacarte yo de ahí dentro? —preguntó apurándome.

Lo miré confundida al no entender el porqué debía bajarme en este lugar, mientras en mi cara se formaba un rubor gracias a su estúpida pregunta, sin darle tiempo a notar que me incomodó, salí del auto.  

—¿Qué hacemos aquí?— la incógnita que invadía mi mente desde hace rato se plasmó en mi rostro, abrí mis ojos aún más como si de alguna forma así pudiera ver algo que no quizás no estaba viendo. 

Chase me miró fijamente y aunque estaba serio, su mirada escondía cierto regodeo, él no sonrío pero pude ver algo de diversión en esa expresión.

Era la primera vez que podía percibir en los ojos de alguien algo así, pensé que era mentira que las miradas hablaban.

"¿Qué hacemos aquí?" esperaba una respuesta que nunca llegó, solo obtuve ese gesto extraño y siguió caminando.

 Entiendo que no sea un hombre de muchas palabras, pero tampoco quiero que juguemos a que es mudo.

Detrás de él iba yo, manteniendo mi distancia para no ir a su lado y lo suficientemente cerca como para no alejarme y perderme.

Detrás de la gasolinera solo se veía bosque, mucha vegetación, y en medio un pequeño sendero, que era por el que íbamos.

—Este lugar no se ve nada lindo. —dije viendo a mi alrededor, todo lo que veía eran plantas, arboles y oscuridad.

—¿Sabes cuantas personas murieron aquí? —preguntó como si nada y dejé de caminar.

—No es gracioso. —respondí y el se volteó sonriéndome.

—Ninguna, tonta...  —siguió caminando pero yo no lo hacía. —A menos que quieras quedarte ahí, sola y tal vez seas la primera... —dijo por último esperándome pero dándome la espalda. 

Sus palabras no tenían ni una pizca de gracia, mi piel se erizó y automáticamente corrí hacia él. No le creía, pero no me quedaría sola ahí, ni aunque estuviera loca. 

Chase carraspeó y volteó a verme de reojo. —¿Te asustaste?

—No, para nada. —murmuré al notar que al correr hacia él, me acerqué demasiado y nuestros brazos se rozaban al caminar.

Un contacto que jamás habíamos tenido... Aunque es algo simple como rozar la piel de alguien, algo sin importancia.

El sendero terminó a la orilla de un lago, donde había unas diez personas al menos, bebiendo y divirtiéndose.

La música se oía fuerte, aunque a lo lejos nadie podría escuchar nada... Era un buen lugar para esconder una fiesta, sí.

—¿Y qué es este lugar? —pregunté quedándome quieta y examinándolo todo.

DILE QUE CONMIGO TU TE QUEDAS. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora