Me arrojé sobre mi lecho, que se adecuó a mi figura cuando me zambullí en él. El sonido de las dudas ensordecía mi razón, ocultando las respuestas en el escondite más recóndito de mi mente. Anhelaba saber sobre el sentimiento que se generaba cada vez que pensaba en Gangplank, era espectacularmente enigmático. Recordaba haber estado con cientos de hombres en situaciones románticas, sin embargo, ninguno fue tan influyente como para desenvolver este sentir. Él me causaba la misma emoción que padecía de niña al abrir un regalo: la constante intriga mientras desgarraba la envoltura, creando expectativas sobre su interior. Me tenía balanceando sobre el hilo de la curiosidad por su intermitente indiferencia.
Quise olvidarlo por unos segundos, deshacerme de todas las cuestiones relacionadas a su persona que carecían de respuesta. Cerré mis ojos: el sonido de las discrepantes gotas que explotaban en la superficie me trasladó hacia una trivial somnolencia. Pude conciliar el sueño cuando los relámpagos abandonaron la custodia del cielo, mientras que los truenos calmaban su furia.
***
El alba surcó las puertas de mi ventana, sin solicitar permiso. Las primeras luces lúgubres de esa mañana dieron contra mi rostro como un balde de agua fría. Rezongué con un holgazán gemido inundado de desgano, al tiempo que cubría mis ojos con la almohada.
El golpeteo tras la puerta terminó de despertarme.
-¿Qué? -grité con indolencia.
-Eh, Fortune -Era Jack-. Llegamos a tierra. Estamos desembarcando en el puerto.
-¿Bajo la orden de quién?- consulté desconcertada.
-Gangplank- respondió sin seguridad en su contestación-. Él nos indicó que te dejáramos descansar, y a juzgar por tu ropa, diría que no dormiste en toda la noche.
La camisa le pertenecía, no me la había quitado desde el momento en que me la arropé.
-¿Parece que pasé una buena noche con el capitán? -dije sarcástica, no obstante, sabía que la noche anterior había sido maravillosa, aunque de otra forma.
-Guardaré el secreto, no se preocupe.
-Pero... -Quise quejarme, sin embargo, me limité a hacerlo para evadir explicaciones innecesarias-. Está bien, hazlo por mí.
Aguardé a que Jack se marchara del cuarto para vestirme habitualmente: el escote pronunciado, los pantalones ceñidos y el abdomen desnudo. Me di una última mirada general en el espejo, pensando si el capitán me aprobaría con la mirada o me desecharía con una mueca de indiferencia. Acomodé mi pelo ondulado y salí de la habitación.
En la cubierta exterior, los tripulantes descendían los diferentes materiales arrojándoselos de mano en mano. Cuando veían oportunidad, reían a carcajadas por diminutos errores que cometían en el revoleo. Esbocé una mueca orgullosa cuando uno de los tantos pensamientos positivos sobre los integrantes de mi flota atravesó mi mente como flecha recién lanzada.
Intenté divisar al capitán para que acuda a un interrogatorio sobre por qué tomó el mando sin mi consentimiento. No había ni una sola pista de él. Mis ojos no lo percibían, de modo que me enfilé hacia su habitación. Golpeteé un par de veces la puerta, pero nadie contestó. Reacia a hacerlo, giré el pomo y me adentré al cuarto que estaba sumiso en oscuridad. En la penumbra, un pequeño bollo de papel sobre su cama capturó mi atención por completo. Lo abrí recelosa, aguardando algún ruido que me interrumpiera. Era un mapa de las tierras que habíamos embarcado, y me dispuse a leerlo con total seguridad. Habían cruces, círculos y anotaciones marcados en diferentes coordenadas, lo cual promovió unas potentes sospechas hacia él. Temí una inusitada sublevación de su parte. No me encontraba en posición para desconfiar de un indispensable socio, sin embargo, la posibilidad era ostensible y coherente. Cerré el mapa y ahogué la preocupación en un suspiro, pasando lo recién indagado a un segundo plano, quedándome nuevamente con el sentimiento de atracción que sentía hacia él. No quería dudar de su voluntad, pero estaba consciente que debía estar alerta: ese plano de la isla estuvo programado hacía tiempo y, aunque no entendía a qué se referían las anotaciones, podía comprender parte de su intención. Si mis cálculos estaban en lo correcto, podría ser una trampa, y temía que así sea. Los sitios marcados quizás indicaban los lugares donde planeaba la rebelión, o donde proyectó la derrota de mi flota. No obstante, mis hipótesis no terminaban de convencerme, de modo que preferí actuar ante todos como si nunca hubiera visto nada relacionado. Intenté tomar una actitud mordaz en frente de la circunstancia, pero se tornaba difícil cuando los sentimientos de cariño se interponían. Nunca había esperado una incógnita tan grande en medio del trabajo más importante de mi vida.
Me marché del cuarto, cerrando la puerta cautelosamente detrás mío. Mis latidos se detuvieron cuando noté que Gangplank aguardaba que saliera de su habitación. El susto suscitó una leve taquicardia que agitó mi respiración.
-¿Qué hacías ahí dentro?- preguntó con un ácido desafecto.
-Te buscaba a ti, pero ya te encontré- titubeé por un momento, sin embargo, tenía en claro que frente a él no debía mostrar debilidad.
-¿Qué precisas?
Me enfadaba su frialdad hacia mí, como si la noche anterior no hubiera sucedido nada en lo absoluto.
-Embarcamos en una isla desconocida sin ningún tipo de información, ¿qué pasa si nos emboscan? Perderíamos todo- expliqué con una inquietud notable-. Estamos frente a piratas, el hurto es su especialidad. Me desilusiona el hecho de que no hayas previsto eso, ¿acaso te has vuelto idiota?
Rió por lo bajo, burlándose de mi exasperación.
-Como siempre, tienes razón. Sin embargo, debes confiar en mí, sólo esta vez.
-¿Qué te hace pensar que lo haré?- consulté confundida-. No te entiendo, capitán. Indiferente o emocionante, decídelo tú, porque no sé cuál de los dos te identifica.
Se mantuvo en silencio, enterrando una expresión de compasión en mis ojos. Torcí la mandíbula, ¿acaso era otra burla? Bajé mi cabeza: el sombrero dio sombra a mi rostro, no podía observarlo porque un tiro de mi pistola se escaparía sin pedir permiso. Modulé insultos sin expresar ningún sonido, todavía no creía que su orgullo apedreó a mi ego. Me di la vuelta e intenté alejarme.
-Fortune- me interrumpió, extendiéndome su mano-, ¿Confiarás?
Lo miré recelosa por unos eternos segundos, su mirada en ese instante expresaba preocupación por mi respuesta. Tomé con brutalidad su mano y la agité dos veces, afirmando el trato.
-Bien, capitán. Tienes una gran habilidad para hacerme ceder- dije entre dientes, desbordando ira por no poder entender sus actitudes, ni mis sentimientos.
-Gracias- sonrió-. No te arrepentirás.
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De holgazán a rebelde (Miss Fortune x Gangplank) League of Legends
Fanfiction"¿No podremos jamás en el mar de los tiempos echar ancla algún día?" -- Miss Fortune Todos los trabajos habían sido sencillos para la astucia de Miss Fortune, sin embargo, la aparición del asesino de sus padres destruiría el orgullo de la joven muj...