Capítulo 2: "La disputa"

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Tragué saliva. Por cada palabra que avanzaba, el texto se hacía más figurativo: las imágenes llegaban a mi cabeza y se enroscaban en mis recuerdos, reviviéndolos.
La sombra de mi pasado callaba gritos de venganza, mientras leía con estricta puntuación cada letra de cada párrafo. La petición era sencillamente rebuscada: detener la piratería que se expandía desde el Oriente del Mar del Guardián, conector marítimo entre la isla de Jonia y el resto de Valoran.
Era un trabajo que saciaría mi rabia acumulada por el resentimiento, ya que, junto a esa cadena de piratas unidos en una podrida mediocridad, se hallaría el presunto asesino de mis padres. Sin embargo, mi tripulación y yo no seríamos bastos si planeaba emboscar a los enemigos. Necesitaríamos un navío tan grande como el nuestro.

Un escalofrío recorrió mi espalda al no encontrar una respuesta a la incógnita existencial que surgió dentro de mí. Mi más grande anhelo era vengarme para lograr que mis padres descansaran en paz, no obstante, mis condiciones no abastecían para un trabajo tan complejo.

Alguien llamó a la puerta y me sumergió de nuevo al presente de la realidad.

-Pasa- dije al tiempo que guardaba la nota dentro del sobre.

-Soy yo. Estamos a una hora de Aguas Turbias- informó Jack con la brújula en mano.

-Bien, gracias por avisarme. Puedes marcharte.

Miré al papel una vez más y, derrotada por la tentación, decidí interrumpirlo antes de que cerrara la puerta por completo.

-Jack, ¿conoces a una tripulación semejante a la nuestra?- pregunté. Tenía la convicción de que él podía saberlo.

Pensó por un par de segundos.

-Sí. El barco del Capitán Gangplank, ¿lo conoce?

-¿Gangplank? Él se rehusaría- expliqué en voz alta mientras me mordisqueaba el labio.

-¿A qué te refieres?

-Vamos a necesitar ayuda por primera vez- dije-. Acepté el trabajo- y le lancé la carta vagamente, que planeó hasta su encuentro.

La tomó receloso y depositó su mirada en los renglones, siguiendo la lectura con los ojos.

-No estamos en condiciones de hacer algo así- se quejó al terminar de leerlo-. Sería un suicidio.

-Por eso necesitamos ayuda de alguien tan poderoso como nosotros- crucé mis piernas-. ¿Alguna idea?

-Por ahora solamente Gangplank, pero de todas maneras tendremos que compartir la recompensa- repuso en desacuerdo: la palabra compartir no estaba en su lista de valores.

-Lo sé. Aunque no pienso ofrecer más que una miserable comisión, un porcentaje mínimo.

-Una propina- completó la frase.

Sonreí asintiendo levemente.

En pocos minutos, la soledad que temía volvió a llenar la habitación. Jack se había ido dejándome con la melancólica compañía de una nota que parecía ofrecerme la muerte en un par de párrafos difíciles. Sin embargo, la idea bizarra de trabajar con mi legítimo enemigo, Gangplank, era una opción imposible debido a nuestra rivalidad. Teniendo en cuenta su actitud machista y su corazón duro como el hierro, no resultaría sencillo concordar con sus opiniones. En especial cuando mis encantos femeninos no serían efectivos contra él: el único hombre en toda la Isla de la Llama Azul que se resiste a ellos.

Disputé conmigo misma sobre aquella propuesta y, antes de que obtenga una digna o aceptable contestación, habíamos embarcado el puerto de Aguas Turbias, mi hogar.

Abandoné el camarote y me dirigí a la cubierta exterior: allí se encontraba la tripulación entera esperando mis órdenes para desembarcar por completo.

-¡Muchachos, buen trabajo! Haremos un banquete en mi casa, como les había prometido- dije con un tono alto de voz.

Ellos festejaron en el momento; sabían lo dificultoso que era un viaje tan largo, sin embargo, el viento estuvo de nuestro lado y no fomentó ninguna tormenta.

Bajamos al puerto. El camino de madera vieja nos llevaba a una hilera de cientos de vendedores con la esperanza de que, algún turista o marinero, comprasen sus mercancías. Gorros, ropas, comida, agua, artesanías y vino era lo más predominante. No obstante, nunca faltaba el mercader cuyos elementos eran importados de la ciudad más actualizada, Piltóver, ni tampoco el típico que traía joyas exóticas hechas con caparazones de tortuga.

Mi tripulación compró comida y bebida en abundancia para festejar el banquete que les había prometido hace más de un mes. Se festejaría en mi casa, pero yo no participaría. Aquel hogar me traía las peores pesadillas ahogadas en olvido; hasta los recuerdos se deshicieron de mi memoria, y no me quedó nada, siquiera un fantasma. Solo una sombra que se acrecienta con el paso del tiempo.

Divisé al capitán morocho del cual mi mente se mantenía ocupada pensándolo, Gangplank. Se encontraba acompañado con dos hombres que eran tan robustos como él. Paseaban por el camino de los mercaderes, lo cual me indujo que también habían llegado de realizar algún trabajo lejos de la isla. Me limité a mantenerme a una distancia que no denotaría mi presencia, ocultada entre la inmensa masa de gente dispuesta a canjear algunas monedas.

Su broceado destacaba sus ojos color café que iban a devorarme con crueldad si no los dejaba de observar. La tenue barba que dejaba crecer en su mentón delineaba el perímetro de su rostro, y acentuaba su aspecto varonil. Me imaginé cómo se vería con ojos verdes: un reflector que atraería a la moscas incautas, cegadas por su mirada.

Sin embargo, su actitud era tan fría y seca como el hielo eterno de Freljord: nada lo derretiría. Rara vez se lo veía junto a una mujer y, cuando sí, era solo por negocios. Reflexioné sobre qué tan duro fue conmigo hace tanto tiempo: manipulador, terco, soberbio, egoísta e ignorante. Pero debía admitir lo valiente y constante que fue cuando estuve en su tripulación, bajo su mando.

En ese instante, recordé que mi objetivo era persuadirlo para convencerlo de su colaboración en el trabajo que me encomendaron para detener la piratería. Si quería salir ganando, debía pensar las palabras justas y precavidas, sin hablar de más y, si era necesario, mentirle.

De holgazán a rebelde (Miss Fortune x Gangplank) League of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora