Capítulo 11: "Sublevados contra la autoridad"

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Los inviolables bastones de hierro y su extrema seguridad se desvanecieron cuando la llave encastró en la cerradura. Mi radiante libertad se hallaba aguardando mi llegada al otro extremo del estrecho y arruinado pasillo. Me imaginé a mi tripulación preocupada por la ausencia de sus capitanes, lo que atrajo mucha más ansiedad por marcharme. Por otra parte, la sed de venganza todavía se alojaba en mis venas y no pensaba frenarla hasta conseguir su objetivo, aunque se mostrase imposibilitado por una fuerte tropa de piratas.

Gangplank me esperaba con la espalda apoyada en la pared, una mirada ávida y un tabaco entre los dientes. Me resultó una situación excitante, en especial porque corríamos riesgo de muerte, aunque también se tornaba bastante tensa ya que nos hallábamos en el acantilado del risco. Esbocé una mueca sonriente al detenerme a reflexionar esos diminutos detalles.

-¿Nos largamos?- preguntó dándole una calada a su cigarrillo.

-No, no aún- negué con la cabeza mientras revisaba las celdas cercanas; necesitaba encontrar a Nami.

-Como digas, mi reina- Estiró sus piernas kilométricas y largó un aro de humo.

Allí se hallaba, en una cárcel sin una chispa de luz. Se encontraba arrojada en el suelo, observándome con esperanzas. Divisé su genuina figura. Su rostro era demasiado delicado: unas finas branquias se armaban lugar a los extremos de su cuello, mientras que pegajosas y monótonas escamas se cernían por todo su cuerpo. El rostro era semejante al de una bella humana: ojos saltones con un admirable brillo naranja, nariz diminuta, como la de una típica mujer ilustrada en cuadros, y unos labios rojizos que le daban el último toque femenino. Además, una preciosa cola de sirena se desprendía en lugar de un par de extremidades, era un fenómeno muy maravilloso al que estaba viendo. Un furtivo pensamiento traspasó mi mente: ese monstruo marino tan singular nadando en el fondo de un oscuro y calmo océano, sacudiendo su extremidad para bucear en contra de la corriente. Me mostré insegura a su lado, era una exótica y bella criatura que me sonreía con una expresión recordable.

-Es una mujer preciosa- masculló mirando al suelo, dirigiendo la frase a mí.

-Te imaginaba diferente- le dije cambiando mi semblante-. Tienes dos aparatos respiratorios, ¿Verdad? Tus branquias y tu nariz me dieron el indicio.

-Así es. Soy bastante única en mi raza- explicó mientras se acariciaba una cicatriz que seguía sangrando.

-Un poco profunda- terció sarcástico Gangplank mientras se acercaba a la celda-. Vas a necesitar suerte para que te causé un desmayo sin efectos secundarios.

Ella no contestó, pude notar el miedo que desprendía de su aura cuando él le platicaba.

-Tranquila- agregué-, él no muerde. En todo caso puede que te defraude, pero no te hará nada malo.

-Sobre eso tengo que hablarte- dijo volviendo a enterrar su mirada ansiosa en mi rostro.

Torcí el gesto, no quería compartir ningún tipo de charla relacionada a eso especialmente. No precisaría platicar con el capitán hasta que las aguas de mi mente tomaran una corriente definida.

-Nami, volveremos por ti cuando consiga la llave de tu celda. Me hubiera gustado poder hacer más, pero las circunstancias me delimitan, lo siento- expliqué afligida y frustrada, como si pudiera hacer mucho más de lo que estaba a mi alcance.

Asintió, sintiéndose defraudada.

-Lo lamento, enserio.

Nos marchamos de allí abandonándola como si de un perro se tratase. No era mi obligación rescatarla, sin embargo, se sentía como una ostensible opción válida. Tuve el deseo de regresar y mantenerla en compañía, pero se esfumó cuando un comentario de Gangplank me arrojó fuera de mis pensamientos.

-¿Sigues enojada?- cuestionó esperanzado.

-Sí.

-¿Tienes que ser siempre tan dura conmigo?- insistió.

-No, no siempre. Solo cuando me defraudas, me vendes, permites que me lastimen, y luego pides perdón-respondí con un leve suspiro.

-Perdón, enserio- Realmente era el colmo-. Nunca quise involucrarte, las cosas se complicaron y me amenazaron. Intenté desafiarlos, pero eran demasiados en mi contra.

-No me interesa.

-Sí, te interesa. Ellos pidieron tu cabeza, Sara. Dicen que tú asesinaste a muchos piratas que eran importantes para el jefe, dicen que eres una cazadora- me informó.

-No entiendo qué tienes que ver tú en todo esto, ¿por qué intentas salvarme cuando tus verdaderos hermanos quieren colgarme?

-No entiendes. Esto tiene que ver con mi pasado, es... complicado- mencionó arrojando la colilla de su tabaco al suelo.

-Explícame, me gustan las historias largas- frené nuestra caminata para escucharlo. Mis oídos querían respuestas para alimentar a las hipótesis de mi mente.

-No, no lo aceptarías. No es un pasado idílico, aunque no me arrepiento de haberlo hecho así- dijo, reservando un lugar entre sus bolsillos para sus manos.

-¿No te arrepientes de un pasado oscuro? Interesante- esbocé una sonrisa que escondía estupor-. Pero, no estás recordando que mis padres fueron asesinados por piratas y tuve el lujo de ver a sus cadáveres agonizar. No creo que me sorprenda una historia parecida.

-No lo es, para nada- Pude notar su expresión llena de arrepentimiento que esbozó antes de proliferar la siguiente palabra-. Yo asesiné a mi padre por codicia, me quedé con su barco y su fortuna. Sin embargo, la sensación fue muy cercana a la derrota, supongo que no funcionó como esperaba.

-¡Já!- Fui tan descarada para liberar una risita que lo subestimaba-. Quisiste ser rey y ofreciste en ser pirata.

Torció el gesto y puso otro cigarrillo entre sus dientes. Largó una nube de humo que invadió mi nariz hasta llegar a mis pulmones. Si tuviera más confianza, le hubiera depositado un golpe en las costillas. Lo observé distante con un dejo de indiferencia, quería involucrarlo en un juego en el cual el premio sería yo y los desafíos se tornarían tremendamente complicados. Sin embargo, sentirme una insurrecta, una prófuga, una sublevada contra la autoridad, me infundía una sensación cercana a la percepción de la libertad de mi suplicio. Estaba dispuesta a acarrear mi venganza junto a cientos de problemas: era un pensamiento egoísta, pero mi terquedad me mantenía firme contra la debilidad. Necesitaba vengar a mis padres, debía devolverles el favor a los piratas, o por lo menos así lo creía.

-Entonces tienes una deuda, capitán. Mi muerte salvaría tu vida: ellos me buscan a mí, me quieren borrar del mapa, ¿estoy en lo correcto?- dije con una tranquilidad preocupante.

-El plan inicial era entregarte, pero eres tan única, Dios, eres perfecta. No puedo regalarte a unos idiotas con espada. Preferiría mantenerte a salvo y morir en ese intento, antes que vivir con el peso en la conciencia.

Sonreí acomodándome un mechón detrás de mi oreja. Pero sabía que no había tiempo para coqueteos inmaduros: tenía que tener mi meta clara para no titubear en las decisiones.
Me sumergí nuevamente en la realidad: debía escaparme de las manos enemigas para sorprenderlos por la espalda. En ese instante, mi objetivo consistía en borrarme del barco para después conformar un perspicaz plan que se adecuara a mi represalia.

De holgazán a rebelde (Miss Fortune x Gangplank) League of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora