Mi mano se aferró al congelado metal del pomo, abriendo sigilosamente la puerta. Ni una traba, una cerradura, o un candado. Parecía que esa manilla anhelaba ser girada por dedos necios como los míos, invitándonos a descubrir su interior con una sombría desesperación. El ambiente nos dio una bienvenida sádica cuando se asomó la primera mancha de sangre en el suelo. Era fresca. Nos adentramos a la habitación espantados por el entorno: las paredes salpicadas y la superficie jaspeada de ese horrendo líquido carmesí. Lo peor era lo que se hallaba dentro, nada. Todo estaba tan vacío que me causaba miedo, tan siquiera un mísero cadáver. La madera de la puerta se podía apreciar mucho más desgastada y arañada por el lado interno, lo cual me acarreó un fuerte escalofrío. Me pregunté qué era lo que se hacía allí y pisé un charco de sangre que se encontraba en medio del cuarto: definitivamente no estaba seca. Comencé a equiparar el ámbito de aquel suceso traumático, el asesinato de mis padres, con éste. Se asemejaban notoriamente como si fuera una réplica barata de mi hogar, de aquella habitación donde mi familia encontró a la muerte y fueron citados por la parca. Me otorgaba terror encontrarme en un sitio tan aproximado a mi casa, y aún más cuando la nostalgia atacó mis nervios.
Gangplank pateó una lata vacía que repiqueteó hasta detenerse unos centímetros delante mío. La misma sensación abarcó mi mente: un cuerpo balanceándose en la orca. Mi cabeza comenzó a doler, el olor a podrido asfixiaba a mis sentidos y las náuseas se abalanzaron como lobos ante su presa.
-¿Te sientes bien?- consultó Gangplank al notarme demasiado pálida.
-Sí, solo estoy algo mareada- mentí para no preocuparlo, debíamos avanzar.
Mis rodillas amenazaban con quebrarse y empezaron a temblar. Las zancadas volvieron a atacar mis oídos: eran exactamente las mismas que antes había escuchado. Una tras otra avanzaban sin dejar lugar al eco, y se burlaban de mi insensato recelo.
-¿Las oyes?- le pregunté luego de tragar saliva para atenuar el nudo en la garganta.
-¿Qué cosa?
-Las pisadas constantes.
-No escucho nada- dijo con un necio tono.
Mi mente me estaba jugando una broma, despertando una vieja pesadilla enterrada bajo mis recuerdos. Sin embargo, la habitación, que estaba sumergida en una opaca penumbra, reveló una sombra negra que se cernía en una de las esquinas observándonos. Mi corazón comenzó a galopar con rigidez cuando la ansiedad neutralizó a mi razón, imposibilitándome usar capacidades intelectuales para actuar.
-Gang, hay alguien ahí- señalé temblorosa la esquina donde ésta se hallaba.
-No hay nadie, ¿por qué estás tan asustada?- dijo con insulsa curiosidad.
Pero, yo estaba obstinada en que algo se encontraba parado allí observando todo con una vista completa y apartada, casi perfecta. Una extensa y burlona sonrisa se dibujó en lo que podía distinguirse como el rostro de la sombra, y una exagerada carcajada se oyó proveniente de ahí.
Parpadeé varias veces esperando que aquel ente oscuro se desvaneciera, sin embargo, las zancadas, la risa y una fuerte respiración nasal aumentaron su volumen. Mi asombro se vio plasmado en mi palidez cuando noté que Gangplank ignoraba todo lo que se escuchaba, como si sus oídos se hubieran resignado a oír lo fulgurante.-Tengo miedo. El sonido es... es familiar, y las risas ¡Cállense!- balbuceé al darme cuenta que el tiempo acrecentaba los ruidos. En mi cabeza todo era un caos.
Tapé mis oídos con ambas manos y me coloqué involuntariamente en cuclillas, acurrucando mis rodillas en mi pecho. Comencé a temblar de nuevo como un pescado fuera del mar, en una zona desconocida. Deseché el entorno ignorando las manchas de sangre en el suelo, y solo me concentré en lo único en lo que podía pensar: el aroma y los sonidos. Lo podrido atestaba el aire con una brusca hediondez que era predecible a varios metros; todo era asqueroso.
Sentí dos manos que me tomaban de los hombros. Levanté mi cabeza: la sombra ya no estaba, pero los sonidos proseguían.-¡Suéltame! ¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres?- grité forcejeando con mucha ímpetu.
Giré mi cabeza y miré sobre mi hombro: un sombrío rostro cadavérico y demacrado con sombras negras debajo de sus ojos que acentuaban su lado perturbador. Los huesos rotos extraídos hacia afuera, el cabello ensangrentado y las prendas mugrientas. El olor a carne podrida retumbó en mis pulmones y rebotó hasta acarrearme fuertes arcadas. Las náuseas amenazaron con lanzarse en un cruel vómito y mis sentidos comenzaron a asquearse de aquel ambiente. Me desconcerté completamente cuando mis ojos no hallaron al capitán. Desesperación y angustia exprimieron todo el optimismo que había intentado resguardar: por primera vez, no podía hacerlo sola.
Los pulgares helados de aquel sujeto que se hundían en mi hombro me ensimismaron a la realidad: las circunstancias no me concebían tiempo para reflexionar. Sin embargo, no planeaba escaparme de allí hasta averiguar el paradero de Gangplank; él empezaba a importarme incluso más que mi vida.-¿Me temes?- me preguntó. La voz era ronca y su semblante prosiguió siendo uno alegre y divertido, como si mi estupor le atrajera risas.
Grité con un agudo hilo de cordura, y lo alejé con un brusco empujón. Saqué el arma que Gangplank me había dado y le apunté todavía temblando. Mis dedos fríos titiritaban y hacían que la pistola vibre como un acróbata sobre la cuerda floja.
-¿Quién eres? ¿Dónde está mi compañero?- pregunté al no poder divisarlo en el cuarto. Parecía que todo era un maldito juego psicológico.
Aquel individuo magullado y herido seguía sonriendo exageradamente, y sus ojos estaban en blanco como los de un cadáver. El recuerdo de mi madre arrojada en el suelo me invadió, y la cabeza volvió a golpetear con su destacada molestia. El silencio y la soledad aullaban anunciado su llegada y fascinando a la sensación de alerta por la presencia de un peligro imaginario, el temor.
-¡Respóndeme!- grité con la voz temblorosa.
El hombre se consumió en niebla de hollín deshaciéndose paulatinamente, infestando mis pulmones con aire que se volvió insoportable y demasiado cálido. Comencé a toser con empeño sin necesidad de requerir una actuación improvisada para boicotear la extraña situación, ya que era evidente que el aroma me causaba repulsión. Mi garganta se enfundó en un rígido nudo que no me permitía proferir ninguna palabra, como si hubiera atesorado ese privilegio. Observé la metamorfosis anonada, deseando que todo sea uno de esos sueños del cual despiertas con un suave pellizco, sin embargo, no funcionaba.
Otra carcajada sobresaltó de aquella nada, invadiendo mi todo. Voces que proliferaban frases indescifrables sucumbieron mi raciocinio y acecharon mis nervios para hacer temblar hasta el último hueso de mi cuerpo. El miedo me sofocaba. Pude distinguir un escasa palabra con claridad: "Nocturne".-Bienvenida a tu pesadilla, Sara- dijo y mis temores despertaron junto al pánico.
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De holgazán a rebelde (Miss Fortune x Gangplank) League of Legends
Fanfiction"¿No podremos jamás en el mar de los tiempos echar ancla algún día?" -- Miss Fortune Todos los trabajos habían sido sencillos para la astucia de Miss Fortune, sin embargo, la aparición del asesino de sus padres destruiría el orgullo de la joven muj...