Capítulo 10: "Segunda oportunidad"

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Los susurros se transformaron en voces ruidosas y los tenues parpadeos formaron nítida lucidez. Había recuperado la conciencia junto a un agudo dolor de cabeza. Me hallaba tendida sobre una incómoda cama y, por el tamaño y la altura de los haces de luz, supuse que debía haber dormido varias horas.

Divisé el sitio con dificultad, frunciendo el ceño. Era una habitación oscura, con una pequeña ventana que emitía un diminuto destello de luz, que se infiltraba hasta descansar directo sobre mi rostro. Giré la cabeza vagamente y encontré rejas de hierro que traslucían un pasillo sombrío, ¡Era una cárcel! Recordé a los piratas, a la traición de mi socio y al hombre que le disparé. El movimiento constante de la estructura me dio el indicio de que nos hallábamos dentro de un barco. Cambié mi semblante cuando me percaté que me habían perdonado la vida: siempre había sido un poco optimista.

-¡Oigan idiotas! Sáquenme de aquí, se los advierto ¡Tengo una tropa que los destruirá!- grité esperando una respuesta.

Silencio.

-¿Para qué me quieren encerrada? ¡Díganme cuál es su propósito! No actúen como ratas por una maldita vez- insistí angustiada.

-No, por favor. No los llame. La lastimarán si los irrita, créame- dijo una voz suave y cantarina. Pude oír el sufrimiento en aquellas palabras, se notaba el miedo por cómo titubeaba.

-¿Quién eres? ¿Dónde estás?- Me arrojé en contra a las rejas intentando divisar a alguien.

-Estoy en la celda de al lado, no puede verme. No soy nadie; me quitaron mi orgullo y me humillaron hasta denigrar mi propia figura. Odio el rencor, pero es lo único que prevalece en mi cabeza justo ahora- explicó sollozando.

Intenté amortiguar su angustia con frases que sonaban casi imposibles. Vamos a salir de aquí le prometí convencida después de que me diga su nombre. Nami la llamaban, un hermoso apodo que tatué en mi conciencia para no olvidarlo nunca.

-Guarda silencio, se acercan, puedo sentirlo- me advirtió.

Tragué saliva aguardando con terror el peor de los guardias piratas, sin embargo, fue Gangplank el que apareció, y se dirigió sin vacilar hacia mi celda. Con una mirada recelosa lo observé, mientras él enterraba en mí unos ojos llenos de compasión y afecto.

-Sara Fortune, te amo y pienso sacarte de esta cárcel- dijo aferrándose a los bastones de hierro.

-Guau. Me sorprende la cantidad de mentiras que puedes llegar a decir en un día, ¿Tengo cara de ingenua para creerme cada una de ellas? Tú me metiste acá dentro, ¡Me vendiste!- Elevé mi tono de voz, al tiempo que lágrimas de furia descendían por mi rostro. La cabeza me mataba, sentía miles de apuñaladas en la mente junto a un mareo constante.

-Tranquila, hermosa. Sé que me odias, yo también lo haría en tu lugar, pero necesito que mantengas tu confianza en mí, aunque suene estúpido.

-¿Hermosa dijiste? ¿Qué tipo de relación crees que tenemos para que me pongas apodos dulces? Somos enemigos, capitán. Rivales- Hice énfasis en la última palabra.

-Lo sé, lo siento. De alguna manera pienso recuperar tu confianza, no hay dudas que lo lograré aunque me cueste años- sus ojos parecían convencidos de las palabras-. Debo irme, te sacaré. Dame unas horas.

Se marchó con algo de apuro, abandonándome nuevamente en las manos enemigas. No planeaba confiar en alguien además de mí, él era solo un pirata más que intenté ignorar.

-La envidio, es grandioso. Si pudiera, ese chico no dejaría que a usted se le rompiera una uña. Es una persona muy trasparente -dijo Nami convencida de la situación.

-¿Por qué lo dices? No lo conoces-bufé enojada por una alabanza equívoca.

-Puedo sentir la fuerte conexión que mantiene con usted, es admirable la constancia- dijo con un tono de ilusión.

-¿Cómo lo sabes? ¿De dónde vienes?

-No soy humana, y posiblemente perezca en este sitio. Viajé a la superficie buscando la supervivencia de mi raza. No tiene idea de los peligros de las profundidades, temo mucho en fallar. No quiero desilusionar a mi pueblo, ¿Comprende?- explicó con un tono agobiante.

Profundidades. Superficie. Raza. Por un momento creí que se trataba de una sirena, sin embargo, ella parecía no necesitar de agua para respirar. No ayudaba mucho no poder analizar su figura, sin embargo, planeaba ser paciente hasta el momento en el que logre escaparme de las rejas.

-Lo lamento. Intentaré sacarte de aquí cuando pueda salir de mi celda. No me iré hasta que no obtengas tu libertad, ¿De acuerdo?

-Es muy amable, se lo agradezco mucho.

Me mantuve despierta con el deseo de poder salir de allí. Con terca decisión, prefería morir atravesada por una espada antes de pudrirme en una húmeda cárcel. Aquí, no había nada que hacer además de reflexionar. Pensé, entonces, que había sido engañada minuciosamente por un exasperante pirata de ojos marrones. El anzuelo había sido la carta, mientras que la carnada fue Gangplank. No podía entender cómo mordí de la manzana por amor, cómo me dirigí sin titubeos a la boca del lobo. Fui una estúpida, era hora de pagar mi pena.

-Eh, hola- sonrió al verme-. La conseguí- dijo agitando las llaves.

-No te pedí nada. No entiendo porqué lo hiciste, Gangplank.

-Sara, te amo- refutó sin vacilar, buscando una excusa para complacerme.

Me quedé justificadamente perpleja ante el abrupto desvío de la conversación normal hacia cuestiones sentimentales.

-Mientes, siempre lo hiciste. Ni siquiera me conoces lo suficiente para decirlo.

Mi tono era frío, como si estuviera cortando el delicado hilo que nos unía en una estrecha relación.

-No, no es así. Me enamoré de un picante, impulsivo, irritante, terco e inmaduro bombón de chocolate. Y sí, todavía no te conozco lo suficiente, pero daría lo que sea por descubrirte- Sus palabras resonaron en mi cabeza como una campana de iglesia. Su tono era tan sincero que tuve el repentino deseo de abrazarlo y largarme a llorar, sin embargo, me mantuve rígida.

-Lo admito, soy un poco impulsiva.

Me sequé las lágrimas, esbozando una leve sonrisa que se limitaba a no exhibir los dientes.

-Ya lo voy entendiendo.

-Pero, tú también lo eres.

-No fui yo quien se escabulló en medio de la noche a enfrentar al enemigo sin pedir ayuda- se defendió.

-Creo recordar que alguien me persiguió basándose en una convicción, ¿no?

-Es solo cuando se trata de ti. Despiertas todos mis impulsos, no lo sé, es extraño incluso para mí.

Me tomé el tiempo para denotar sus facciones. El contorno de sus ojos almendrados delineaba con disimulo el vívido y chispeante color marrón de su mirada. Esa misma era la única que lograba rodearme de umbrales, o romper mis expectativas. Su recta nariz aspiraba mi aire, dejándome sin oxígeno cada vez que me detenía a admirarlo. Realmente me hubiera desvanecido a sus pies si mi orgullo no se hubiera interpuesto. En efecto, me derretía por probar un pedazo de él: el suave beso no había alcanzado para complacer por completo mi paladar, anhelaba de nuevo un diminuto mordisco del plato principal. Mi rígida terquedad no me permitió elevar mis pensamientos hacia otro nivel: no debía revelar los sentimientos que padecía si quería comprobar los suyos.

-Escucha, si es así como me amas, demuéstramelo con hechos. Quiero ver qué harás para convencerme.

Esbozó una sonrisa de costado, satisfecho con mi ofrenda de una última oportunidad. Me arrojó las llaves con suavidad y estancó el brillo reluciente de sus ojos en mí.

-Esta es mi primera prueba- agregó-, espera al resto.

De holgazán a rebelde (Miss Fortune x Gangplank) League of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora