Capítulo 12: "Mentir con la verdad"

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El agrietado y musgoso pasillo que se erguía orgulloso ante nosotros, pareció disolverse en el ambiente cuando una desgastada puerta de madera, decorada con fuertes rayones hechos por uñas humanas, se apareció inquisitiva. Tragué saliva, que se sintió como ácido sobre mi garganta. Una incertidumbre cruel comenzó a rasguñarme por dentro de mi estómago: las dudas me anulaban, el tiempo me presionaba, no podía pensar en claro en esa oscuridad espesa. Reflexioné unos segundos sobre mi siguiente decisión, amortiguando una fulgurante caída lenta, donde pronto encontraría el férreo suelo. Sabía que mi vida correría riesgo si tomaba el pomo de la puerta y lo giraba hacia la izquierda, sin embargo, no toleraría pudrirme en ese estrecho corredor y su aroma a cadáver en descomposición.
Dirigí mi vista firme a Gangplank, aguardando un consentimiento afirmativo en sus ojos, no obstante, me encontré con una mirada plagada de dudas, al igual que la mía. Necesitaba que alguien me influyera en mi decisión porque no era capaz de elegir por mí misma.

-¿Qué sigue, capitán? Esa puerta me persuade un futuro no muy favorable, no tiene buena pinta- dije dubitativa, y el aire se hizo frío entre nosotros.

-Por experiencia, tengo la certeza que detrás de esa puerta se cortaron varias cabezas- respondió un poco asustado-. No hay jueces ni testigos, solo víctimas: es la desgracia de ser prisionero de piratas.

-No hay derechos, no hay garantía de vida. Así se organizan, por medio del respeto- insistí estremeciéndome.

-¿Recuerdas que dijiste que los piratas éramos ratas sin moral, que apuñalan por la espalda?- me recordó a aquella noche donde lo había descubierto fumando bajo la luz de la madrugada.

Asentí.

-A veces pienso si es así como me ves. Quería darte otra impresión, aunque mi naturaleza es esto: ser un pirata- Revisó su bolsillo para sacar otro tabaco, pero no encontró uno para abastecer su ansiedad-. Nací con un arma bajo el brazo, era mi destino desde niño.

Las perspectivas y pensamientos se enlazaron mezclando las redes de mi sentir. Mi vida entera me regañé por ser la sombra de la muerte, por haber sobrevivido ante una masacre donde debí haber muerto. Ese pirata tenía la obligación de asesinarme, sin embargo, decidió otorgarme una última oportunidad por ser una inocente joven en la mitad de una alegre infancia. No obstante, fue él quien me arrebató mi niñez, arrojándome en el abrupto precipicio de la independencia: es un juego donde solo existe causa y consecuencia, sin ninguna otra ciencia.

Al oír el profundo relato del capitán, creí sentir el punzante filo de la realidad sobre mi corazón. Mi pasado no era digno de equipararse al suyo, el sufrimiento de la supervivencia estaba grabado en su interior: éramos iguales.
El alma comenzó a sangrar, y las gotas traslucían una extensa y triste historia de una niña temerosa.

¿Quién va a restañar esta herida?, cuestionó la desesperación.

Nadie debía enterarse de lo frágil que era por dentro. La debilidad era una ofensa para mi orgullo, y no podía permitir una deshonra de tal magnitud.

-Nunca creí algo así, o por lo menos no del todo. Capitán, pensé que eras más seguro de ti mismo- repliqué.

-Sí, bueno, no soy tan rígido como creías. A veces solo soy esclavo de mi arrogancia, y mi soberbia intenta ocultar la parte quebradiza- noté una incomodidad que se despertaba entre nosotros-. Supongo que mi vida se basó en ganarme el respeto de los demás, aparentando ser algo que nunca fui. Otra característica de los piratas, quizás.

Recibí cada palabra con una cachetada de asombro. Una frase más y caería derretida enfrente de su figura: su sinceridad era admirable en comparación a la mía. Él pudo admitir que era frágil a pesar de las profesionales actuaciones de un inmutable y cruel hombre. Por mi parte, no estaba preparada para soportar una vergüenza como esa; la mentira que había creado relacionada a mi apariencia me consumía lentamente el interior.
Las lágrimas brotaron, nublando mi vista por la cantidad de líquido acumulado en mis ojos. Cayeron y se deslizaron con delicadeza por mis mejillas hasta recorrer mi mentón.

-Eres admirable- dije entre sollozos, intentando cubrir mi rostro con una mano apoyada en la nariz-. Diría que tienes la llave del cofre de la cordura, pero suena demasiado metafórico. Así que diré que tu verdad es sincera, solo eso.

Esbozó una dulce sonrisa cuando pudo notar mis mejillas sonrojadas y los ojos irritados por el llanto.

-Y tú mientes con mucha verdad. El problema es que tu egoísmo no te deja ver el daño que te causas. Tu terquedad también es cómplice- Tuve la intención de interrumpirlo, pero permití que prosiga-. Puedes mentirme a mí, a Jack, a la tripulación, pero no puedes mentirte a ti misma, entonces, ¿Eres Sara o Miss Fortune?

De holgazán a rebelde (Miss Fortune x Gangplank) League of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora