Ruborizada, intenté inyectarle mis sentimientos a través de una mirada furtiva. Sin embargo, solo conseguí observarlo de soslayo, intentando amortiguar una patética inseguridad.
Los instantes se volvieron oro en el tiempo y se quedaron estáticos, como si el mundo se hubiera detenido a mirarnos. Sus ojos... Dios, sus ojos guardaban un secreto inigualable, y me susurraban a gritos que lo desentrañe. Aquellos se encontraban sumergidos en un estupor inagotable, y un original brillo de alegría; podría jurar que hasta las constelaciones salieron a caminar siguiendo sus pupilas. Eran dos esferas perfectas que tenían el suave color del atardecer: un paisaje exclusivo e inmejorable. Sentí que mi corazón quería escapar de mí para enterrarse en un cálido abrazo en su pecho, no obstante, de nuevo mi orgullo se interpuso.-No tienes idea de lo hermosa que te ves ahora- dijo tomándome del mentón.
Sonreí tímida, intentando disimular una vergüenza que me desagradaba. Pensé en escapar, no quería que me viera en esa situación, sin una respuesta que agregar a su comentario. Sin embargo, pasé un mechón por detrás de mi oreja y me mantuve en silencio, aguardando que mis mejillas abandonen su color rosado. Su mano rozó uno de mis cachetes suavemente, lo cual logró que los latidos intenten despedir mi corazón fuera de mi pecho. Una sonrisa se dibujó en su boca, y su gesto cambió a uno tierno, terminando de convencerme de sus sentimientos hacia mí.
-Es injusto, me vuelves loca con una sonrisa, y haces que extrañe tus besos- dije cabizbaja, ruborizándome más-. Pero, lo mejor de todo son tus metáforas, sin duda.
Echó la cabeza hacia atrás y rió.
-¿Mis metáforas?- preguntó con la sonrisa expandida.
-Sí, algunas son muy buenas- expliqué animándome a subir la vista-. Hay veces que me haces reflexionar bastante, capitán.
-Entiendo, eso es bueno- dijo divertido de mi sorpresiva y poco usual timidez-. ¿Qué más te gusta de mí?
Sonreí. Era una pregunta tan global que no sabía por dónde empezar, así que largué un resoplido y descansé mi mirada en sus ojos. Ignorante, me había expuesto a una envolvente belleza abstracta que brillaba en sus pupilas. No obstante, no planeaba despegar mi mirada de la suya.
-No lo sé- dije confundida sobre lo que quería expresar-. Es todo, Gang. Yo soy la vida que ya tengo, y tú... la vida que me falta. Me complementas, o por lo menos así lo creo.
Se acercó con firmeza y me besó la comisura del labio. Con seguridad innata, rodeó mi cintura y me aproximó a su cuerpo, sin la intención de unir nuestras bocas. Sentí una electricidad paralizante que me impidió responder, como si mis nervios se tensaran.
-Lo que daría por una noche contigo, Sara- murmuró en mi oído en un tono tan suave que parecía un secreto prohibido.
Sonreí para mí, ruborizándome. Quise decir algo al respecto, sin embargo, las palabras se aferraron a mi garganta y crearon un nudo en ella. Envolví su cuello con ambas manos hasta finalizar mi recorrido en su nuca. Parándome en puntas de pie, llegué a su oído y con esfuerzo murmuré algo en éste.
-Me pregunto qué me harías- dije.
-Te haría mía.
Su respuesta rebotó en mi mente, dándole paso a la imaginación y la curiosidad. Por un instante, desee que esa platónica noche se adelantara a ese preciso momento, sin embargo, recordé que no nos hallábamos solos, sino que nos acompañaba Nami. Le dirigí la mirada: ella intentaba ignorarnos mientras jugueteaba con las escamas de su cola de sirena. Esbocé una mueca de disculpas dirigida a ella y me separé del capitán.
-Oye, Nami- le dije apoyando una mano es su hombro-. Mejor avancemos, ¿no crees?
-Claro. Discúlpeme si arruiné el momento que tuvo con Gangplank. No deseaba hacerlo- respondió cabizbaja.
-Está bien. La ignorante fui yo, no acepto tus disculpas, lo siento- repliqué con una sonrisa.
Finalmente decidimos abrir la puerta de hierro que, antes de desmayarlo, vigilaba el mediocre pirata. Los tres nos adentramos con la poca seguridad y persistencia que aún aguantaba en nuestros interiores. Di el primer paso con titubeo, pero me arrojé a la suerte cuando traspasé la puerta enteramente. Entramos directo a el camarote de los marineros del barco. Del otro lado nos esperaban piratas con armas de fuego y espadas de hierro, sin contar los tabacos y las botellas. ¡Qué suerte la nuestra! Estábamos jodidos.
-¡Miren quién llegó a la fiesta!- exclamó uno, con rabia de venganza en su mirada-. Nuestro capitán y su ramera. Oh, esperen, también está el pescado.
-Les enterraré una bala en la frente por traición, ¡Paga las consecuencias, Gangplank!- agregó otro mientras recargaba su pistola.
Él ni se inmutó. Elevó una ceja en un gesto confusión, e intentó mantener un aspecto natural y corriente. Noté como Nami temblaba de miedo y sus escamas se contraían a su cuerpo en señal de cobardía. La única con mirada firme y desconfiada era yo: solemne y orgullosa como un águila en pleno vuelo. Alimenté a mi ego con ánimos de batalla, sin embargo, ellos nos ganaban en cantidad y fuerza, era muy poco probable la victoria.
-Respóndame algo, jóvenes marineros- dije con el entrecejo fruncido-, ¿Qué probabilidades hay de que les ganemos en un enfrentamiento?
Gangplank me observó intrigante, como si no entendiera el fin de la pregunta. Era evidente que serviría como distracción para conseguir analizar la situación y todas las posibles escapatorias que teníamos de allí.
-Como una en un millón- contestó uno de ellos que tenía un tabaco entre sus labios-. Pero contigo tenemos otros planes, señorita. Dicen que eres ruda, quiero saber si lo eres también en la cama. Te compartiremos entre todos, ¿verdad, muchachos?
El capitán cambió su semblante por uno plagado de enojo. La mandíbula apretada, los ojos haciendo foco en aquel hombre y el gesto lleno de hombría. Me intimidaba verlo así, no obstante, también me causaba ternura y gracia.
-¿Piensan prostituirme?- dejé escapar una carcajada-. Prefiero morir antes de acostarme con alguno de ustedes, malditos enfermos.
Antes de que contestaran, había encontrado la salida perfecta. Una puerta al otro lado de la habitación que se hallaba medianamente descubierta de piratas. Podríamos llegar allí si nos escabullíamos con rapidez y audacia. Todavía había esperanzas.
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De holgazán a rebelde (Miss Fortune x Gangplank) League of Legends
Fanfiction"¿No podremos jamás en el mar de los tiempos echar ancla algún día?" -- Miss Fortune Todos los trabajos habían sido sencillos para la astucia de Miss Fortune, sin embargo, la aparición del asesino de sus padres destruiría el orgullo de la joven muj...