Capítulo 3: "Ganas empedernidas"

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La misión propuesta se había dado comienzo con la escandalosa llegada al puerto de la isla. El objetivo estaba vigilado por mis cautelosos ojos, sin embargo, no me aprobaba para procurar platicar con él. Llegar a un acuerdo benefactor requería una labia maestra junto a una voluntad admirable, para mantenerme en una posición firme y segura cuando el momento llegase.

Me alenté con la suposición de que nadie podría ser más fuerte que mi propio ego, que solo el miedo podría ser mi enemigo. Largué un resoplido: el tiempo era dinero, y el dinero mi sustento. No me encontraba en la posición primordial, de modo que no podía crear diálogos preparados ni mucho más. Sólo tenía mi moral: si me rechazaba escupiéndome, le devolvería fuego.

La presión me asfixiaba el alma, la indecisión carcomía mi calma. Una inseguridad inquieta sacudió mi egocéntrica mente, llenándome de dudas por un instante.

¿Mujer o ratón? Me preguntó la ansiedad.

Ratón, siempre ratón. Excepto esa vez: no podía desaprovechar el momento en el cual podía encontrarlo medianamente solo. Pasé saliva, se sentía como ácido quemando mi garganta. Me acerqué a ellos, insegura por dentro. Suspiré mientras me encaminaba. La mirada al frente, la sonrisa a punto, y los zapatos limpios. No lo debía olvidar: ni una pista a los enemigos.

-¡Eh! Hola- comencé-. Es una casualidad encontrarte por aquí, Gangplank, ¿qué te trae?

-¿Qué quieres?- preguntó seco. Sus dos amigos, rodeándolo en cada extremo, me observaban recelosos. La mecha de seguridad y orgullo se iba consumiendo a una velocidad increíble, ¿qué sucedía?

-Capitán, ambos sabemos que es uno de los mejores en su trabajo. No dudo en su perspicacia y su habilidad dentro y fuera del navío- Cada vez se tornaba más complicado-. Por eso, le imploro su consentimiento para prestar su voluntad en un honorífico pedido. Si participamos juntos por esta única vez, podremos beneficiarnos los dos, ¿Qué dice?- esbocé una sonrisa nerviosa. Aquello significaba demasiado: la venganza en nombre de mis padres.

Sencillamente, hundió su mirada terca y dura en mis ojos, pidiendo más explicaciones al respecto. Me estremecí y le extendí el sobre con la nota dentro.

-Lo tendré en cuenta, Fortune- dijo y guardó la carta en el bolsillo de su pantalón, ignorando el hecho de mi humillación delante de él y sus amigos-. No se ilusione.

-Prefiero llegar a un acuerdo ahora- dije con una mueca de insatisfacción.

-No es el lugar correcto- repuso.

-No me importa- torcí mi mandíbula.

Auch. Debía cuidar mis palabras si quería conseguir su colaboración.

-Tampoco a mí- dijo y me arrojó la carta como si de basura se tratase.

Siguió la charla que había pausado con sus robustos amigos, ignorándome. Me había despachado como a una valija, una carga. Me enfadé en silencio, mordiendo mis dientes y clavando en él una mirada llena de desilusión e ira.

-¿Sigues aquí?- consultó haciéndose el idiota.

-Ajáh. Sigo aquí. Te lo haré sencillo: medio cofre si aceptas. Si no, te lo pierdes- volví a intentarlo, extendiéndole nuevamente la carta.

Los dos hombres que lo rodeaban lo miraron convencidos, era una muy buena cantidad para desaprovecharla. Sin embargo, acababa de ofrecerle más de la cuenta, mucho más.

-Bien- admitió. Tomó el sobre con recelo y lo leyó de un tirón-. Vale la pena intentarlo.

-Debemos planear cosas aún, ¿dónde prefieres arreglar las diferencias?

-Mañana al mediodía, en mi barco. Ven sola- explicó.

-Prefiero acompañada.

-Si quieres mi colaboración, yo controlaré las cosas.

-Eso no es parte del trato.

-¿Qué trato?- preguntó iluso-. Todavía no lo hay, tengo la opción de cambiar mi voluntad. Recuérdalo.

Rodé mis ojos. Me hallaba en posición de desventaja: mi habilidad no eran los negocios y era notorio. Debía seguir en su juego hasta que el acuerdo estuviera confirmado enteramente, de otro modo, no podría obtener mi venganza ni el botín para mi tripulación.

***

Esa noche se festejó en mi hogar el banquete al que no planeaba asistir. Rondé por la ciudad acompañada de la soledad.

Los negocios alumbrados, los caminos de piedra, la espesa humedad en el aire, todo era tristemente nostálgico. Me quedé admirando el reflejo de la noche sobre el agua en el viejo embarcadero de allí: parecía otro cielo ahogado en el mar, nublado y borroneado por el movimiento de las tenues olas. Quise pensar, dejando que la helada brisa se llevara mis problemas, sin embargo, estaban tan hundidos dentro de mi mente, tan escondidos en mi caja de recuerdos, que no pude desprenderme de ellos. Era impotencia absoluta, a nadie le importaba el hecho de que mi memoria se atormentara continuamente, de que nadie nunca hizo justicia. Solo era una de las tantas personas con los ideales censurados y las ganas empedernidas. Era agobiante, abrumador, amargo, y daba pena.

A pesar de todo, seguía siendo igual al resto. Todos los hombres con el suficiente valor para vivir en Aguas Turbias, tenían un pasado oscuro, lleno de demonios que hacían de su vida un infierno. La piratería y los asesinatos eran algo típico dentro de la ciudad; peleas, matanzas y suicidios nos sonreían a los habitantes, invitándonos a caer en un sueño profundo, a arrodillarnos ante la muerte: éramos ángeles caídos, o demonios ascendidos.

Ninguno escapaba de su pasado, que martirizaba al presente para devolver un futuro desesperante. Y mi historia solo inscribía en sí misma memorias de una niña que odiaba el miedo, pero lo único que sabía hacer era temer. Una joven inocente perdida en la mirada inerte y gris de un pirata urdidor, de un... ¡Basta! No quería seguir reflexionando en algo irreversible.

Las lágrimas amenazaban con rebelarse, con arrojarse al abismo de mi piel para deshacerse en el camino. Aspiré profundo y pestañeé varias veces: no permitiría que mi soberbio engreimiento se humillara ante una extraña fragilidad sincera.

Mojé mis labios secos. Mi misión era concentrarme en mi venganza, en dejarle a aquel pirata el mismo dolor que él me dejó a mí. De otra forma, no me sentiría del todo completa, ¿verdad?

De holgazán a rebelde (Miss Fortune x Gangplank) League of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora