Capítulo 9: "Traición"

528 39 10
                                    

-¿Qué significa esto?-pregunté sacudiéndole el brazo.

Él no quiso contestar. Solo corrompió mis ojos con una mirada de compasión hacia mí: ambos sabíamos que no había forma de sobrevivir si es que estaban dispuestos a asesinarnos. Eran piratas, la peor clase de rata de alcantarillas que puede existir en el mundo mercantil.

-Gangplank, por favor- agregué asustada, completamente petrificada-, necesitamos salir de aquí antes de que sea tarde.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda, un grave estremecimiento que causó una fuerte agitada a mis esperanzas. Las ruidosas zancadas se acercaban a nosotros con constante velocidad. Pensé en algún señuelo que los distraiga, no obstante, ninguno pareció presentarse como una solución inmediata.

-¡Maldita sea, capitán!- subí mi tono, asegurándome de no delatar nuestro sitio-. Contéstame, ¿Qué hacemos?

-Sara, perdóname- repitió nuevamente, con aquellos ojos llenos de culpabilidad-. Yo soy un pirata. Les mentí a todos, incluso a ti.

-¿Eh? Eres el capitán, idiota. No hay tiempo para bromas de mal gusto. Nos largamos, ¿Si?

Tiré de su brazo con toda mi fuerza, pero apenas pude moverlo un solo paso hacia adelante. Sus reiteradas disculpas que no comprendía me causaban fastidio: sólo quería marcharme de allí, sin caer en manos enemigas. Demasiado tarde.

-Te encontré, basura corrupta- dijo una voz masculina, y una mano tomó mi cabello con fuerza, lastimándome-. Fue un error haberte dejado viva cuando eras una niña, debimos asesinarte junto a tus padres.

Mis ojos se abrieron como platos al oír esas últimas palabras. Pude visualizar a tres hombres cubiertos con pañuelos que cubrían sus bocas. El más violento poseía una asombrosa mirada celeste que me causaba repugnancia por el fúnebre brillo que poseía. Por fin, me hallaba junto a los que se atrevieron a arruinarme, sin embargo, no era el encuentro que esperaba. Yo debía decir aquellas palabras, yo debía tener el lujo de verlos sufrir, ¿por qué era diferente?
Intenté forcejear, sin embargo, fue inútil. Me tenían bajo sus pies, arrodillada por el sufrimiento.

-¡Gang, ayúdame!- grité con los ojos vidriosos del dolor.

Los piratas lo observaron como si supieran la respuesta: reacio a hacerlo, se negó. Una incontrolable furia desbordó en lágrimas, era impotencia absoluta ante una traición que pude evitar. Estaba en lo correcto cuando supuse que el mapa que había encontrado sobre su cama era una pista de una rebelión, me regañé por no haber creído esa hipótesis. ¡Era una maldita rata como cualquier pirata! Lo odié.

Me arrastraron de los pelos, llevándome hacia algún lugar. Gangplank iba detrás mío, afligido al verme sufrir. Esos ojos que me miraban como un cachorro atropellado, no terminaban de convencerme.

-¡Eres una rata! ¿Cómo te atreviste a besarme?- gruñí mirándolo, mientras pestañeaba constantemente por las lágrimas que brotaban- ¡Ojalá te vayas al infierno!

Esas palabras lo habían lastimado, no pude haberlo dicho en un tono peor.

-¿Recuerdas que te dije que confiaras en mí? Hazlo, solo por un momento- repuso serio, con un dejo de esperanza.

-¡No!¡No lo haré! Eres lo peor- grité escupiendo fuego. Por un momento me sentí una catapulta que solo arrojaba bolas de daño hacia él- ¿Cómo pides que confíe luego de esto? Fui una estúpida.

-¡Cállate, mujer histérica! ¿O quieres que te amordacemos?- terció el que me sujetaba del cabello, tirando de este mucho más fuerte.

Grité de dolor, cayendo nuevamente a sus pies.

-Mejor peguémosle hasta que deje de gritar. Si la matamos, le decimos al jefe que se resistió- chilló malhumorado el compañero a su lado.

No quería tomar medidas drásticas, no obstante, cuando un barco gigantesco se abalanzó en la orilla del pantano, no encontré mejor coartada. Sus constantes amenazas me dieron la perfecta excusa moral para no sentirme culpable luego. Desvainé con cuidado mi arma, sabía que Gangplank me observaba, pero no proliferó ni una palabra. Apunté rápidamente y le disparé a uno de los tres piratas que me escoltaban. Se desmoronó después del impacto, cayendo justo a mi lado. La sangre empezó a brotar bajo su cuerpo, formándose un extenso charco que era succionado por la tierra. Agonizó unos segundos antes de fallecer. El hombre de mirada expresiva que me tenía tomada del cabello reaccionó tarde, me soltó desesperado para auxiliar a su amigo.

-¡Josh! Por favor, no mueras- exclamó. Noté que el capitán esbozó una tenue sonrisa, quizás él también los odiaba-. Ahora verás, zorra.

Sus ojos se clavaron en mí con una extensa mirada sumergida en odio. Representaban dos profundos agujeros infinitos con un dejo macabro: la ilustración de la desesperación antes del suicido. Quise pensar que estaba exagerando, sin embargo, le contorneaba una atmósfera agobiante.

Lo último que recordé fue una sensación fugaz, como un relámpago de dolor, en la nuca. Luego de eso, todo se volvió negro...

De holgazán a rebelde (Miss Fortune x Gangplank) League of LegendsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora