📿 El hijo del fuego infernal (parte 7) 📿

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El acero de la fundición se encontraba al rojo vivo. Desde el techo y hasta llegar a sus moldes el metal fundido se amoldaba y se preparaba para ser metido en los hornos del lugar, que llevaban semanas siendo usados sin descanso.

Flamm ingresó a la zona industrial con la misma dignidad de siempre, pero con una brillo deternimado en sus ojos.

Un hombre con una gorra se acercó y se quitó esta misma cuando lo tuvo en frente, apretandola entre sus manos.

-Ministro, ya casi todo está listo.

Rollo sonrió. Despidió al obrero para que fuera por lo suyo y lo trajera delante de él.

El muchacho partió raudo a cumplir la orden. Cuando estuvo un minuto solo el juez decidió quedarse a contemplar los altos y bulliciosos mecanismos que hacían saltar el acero caliente. Era un espectáculo impresionante.

El chico llegó con una caja alargada, y Flamm la abrió.

Lo que encontró dentro fue otra de esas brillantes cadenas plateadas con las que repelieron a los faes el la corte de los milagros.

-Si me permite una pregunta, excelencia..- pidió el obrero. Cuando tuvo luz verde continuó -¿Qué tienen de especial estas cosas?

El ministro solo le dedicó un sonrisa divertida. Era una respuesta que esperaba dar en algún momento.

-A los humanos no nos molesta en lo más minimo de que esta hecho lo que usamos para vestirnos o nuestras herramientas, pero los seres faericos tienen una debilidad total contra el acero, en especial contra armas bendecidas. Ni siquiera un fae superior podría evitar sentir que su piel se quema como si tocara la punta de una hoguera si llegara a ser rozado por una de estas cosas. Quiero que la orden que pedí de cincuenta más esté lista para mañana, y no hagas mucho escandalo.

El obrero agachó la cabeza frente a su patrón y se puso a seguir con el trabajo.

Rollo se encontrana regresando al campanario con la cabeza alzada y una emoción inaguantable en si pecho.

Ya casi podía sentir el calor de las llamas cocinando al dragón.

Pero, aunque todo estuviera yendo tan bien, aún necesitaba asegurar un par de cosas.

Una llamarada verde salió de la punta del campanario, y duró bastante. Fue tan poderosa que rozó el techo de Nobell Bell, a unos escasos veinte metros de la última punta de la catedral.

Cuando ingresó y subió las escaleras hasta llegar a donde quería, encontró justo lo que esperaba ver.

Jean estaba tragando sorbos largos de agua desde una botella. Cuando se fue a comprobar como iban los preparativos lo dejó practicando solo la puntería de su fuego.

-No servirá de nada que tengas esa potencia si te haces daño cada vez que lo lanzas.

-Si, papá. Lo controlaré mejor la proxima.

Llevaban toda la noche practicando con su magia.

El chico estaba cada vez más preparado. Aunque el esfuerzo se le notaba en sus jadeos y lo hirviente de su piel estaba decidido a no detenerse hasta estar listo. El ministro acarició su cabeza, cosa que el chico aceptó, refregandose contra la palma de su padre.

Historias Retorcidas (Oneshots Twisted Wonderland)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora