🌹 Los heraldos de la reina (parte 1) 🌹

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El amanecer caía sobre la ciudad carmesí. La capital del imperio de la rosa también comenzaba a despertar junto al astro rey.

Cualquiera que llegaba por primera vez a la imponente ciudadela se descubría admirando un nuevo sol como nunca antes lo pudo imaginar, ya que mientras todos los demás países en Wonderland le daban la bienvenida a un nuevo día con luz dorada y ambarina, el amanecer en el imperio solo lograba resaltar los colores caracteristicos de la zona.

El imperio de la rosa despertaba con una luz de sol enrojecida por sus emblemas y sus flores.

Se la conocía como uno de los epicentros del comercio y la cultura. Sus calles rebozaban desde el alba con toda clase de comercios y actuaciones. Pero sin ninguba duda quienes destacaban sobre la multitud eran los trovadores, que animados con sus orquestas portatiles y sus trajes bufonescos levantaban sus voces entre la gente, entonando versos populares y canticos de origen inmemorial.

Quién jura su espada jura su vida,
Quién jura su vida jura su cuello.
Mi reina que miras tras la ventana,
Madre del pueblo, madre de sus cartas.

Más allá de donde la eterna marea de lugareños y turistas encuentra su fin, los jardines de rosas se extienden por kilometros. Las flores orgullosas saludan y se estiran regresando la vida y los colores a los terrenos reales.

La hermosa reina roja caminaba como ya era costumbre junto a sus damas. Cada una de sus doncellas portaba vestidos y velos negros como la noche que el imperio dejaba atrás. La única que destacaba en ese campo vibrante era la conocida como rosa madre. La señora de estas tierras y la única dama roja.

Se paseaba orgullosa vigilando la labor de los jardineros a los que tenía que encontrar trabajando antes de llegar, y con su mentón en alto le daba algunas vueltas a sus senderos favoritos antes de emprender el regreso a palacio.

Pero algo sin nombre ni rostro hizo que la reina se detuvieta en seco.

-¿Mi señora...?- se animó a preguntar muy por lo bajo la más joven de sus siervas.

La reina escrutinio imperturbable el ambiente de los jardines. Acabó sacando su abanico rojo como granada con un solo movimiento para abrirlo frente a su cara y suspirar.

-No te escondas, Che'nya.

Las mujeres se horrorizaron cuando una sonrisa gigante apareció de la nada y precedió a unos ojos amarillos, iluminados como faroles.

-¡Insolente, como se atreve a llegar así a los terrenos de su majestad, puede perder la cabeza por eso!- dijo para acusar al intruso con uno de sus dedos completamente estirado.

La reina no tuvo reparo en sacudir su abanico y azotar el dedo de la muchacha.

-Poner palabras en mi boca es incluso más grave, Emma.

La niña se tragó un alarido y se inclinó.

-Sí majestad.

Hizo un ademán con una mano y sus escoltas recojieron sus vestidos para elejarse presurosas del lugar.

-Qué sea rápido.

El hombre bestia terminó de transformarse para su señora, dejando ver el cuerpo y la contextura de un adolescente. Llevó un brazo hacía adelante y otro hacía atrás para inclinar su cuerpo ligeramente hacía adelante y presentarse como corresponde.

Historias Retorcidas (Oneshots Twisted Wonderland)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora