Los habitantes de la ciudad estaban nerviosos. Eso era algo que estaba lejos de ser común en su localidad. Algunos comenzaron a irse sigilosamente.
Jean no sabía que hacer. Todo eso para el era subrealista. No podía creer que estaban a punto de presenciar una ejecución.
Levantó la vista hacía Flamm, como si buscara algo que le diga que no estaba haciendo eso encerio. Para él asustado chico era imposible que eso esté pasando.
A un ademán del juez los soldados pusieron de pie a la prisionero y este dejó escapar un siseo de dolor. Se contorcionó como tratando de zafarse del agarre de los hombres pero las cadenas en su cuerpo y lo apretado de sus ataduras lo hicieron caer entre vapores que a Jean se le hicieron del mismo olor que los de la última vez, a carne quemada.
Ese impulso lo sacó del trance y lo hizo desidirse a tomar acción.
-¡Papá, detente!- gritó.
Flamm lo escuchó, pero luego de verlo con la mirada más pesada que le dedicó nunca hizo como si nada y continuó esperando a que sus soldados levantaran al fae para terminar con el acto.
Jean observó con horror como lo tomaron de sus brazos y los agarres de sus cadenas y lo obligaron a caminar hasta que quedó de pie frente a una estaca de madera, una que sobresalía de la plataforme que había sido puesta como escenario y palestra para realizar la ejecución frente a todos.
Cuando el hombre estuvo delante del soporte lo rodearon con más cadenas que lo hicieron desprender ese olor putrefacto y un alarido ahogado.
Jean seguía queriendo creer que eso era una pesadilla, pero la forma en la que sus dedos aún dolían por las quemaduras que sufrió esa mañana y el calor sofocante en su cara que provenía de la hoguera no lo dejaban convencerse por mucho tiempo.
El condenado, con sus ojos identicos a los suyos, por un segundo lo vio.
Era una mirada dolorosa, como de suplica.
Ya no se pudo contener más.
Jean terminó de empujar a los hombres que se interponían entre él y la plataforma y subió de un salto. No pudo acercarse mucho más ya que los guardias se lo impedían, pero eso no era algo que detuviera al chico de hacer lo que pudiera para evitar eso.
-¡Papá! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Esto no es algo que tú harías, detenlo!
Rollo notó la desesperación en las palabras del chico, y como este se había convertido en una fuente de lagrimas, pero lo miró como si solo fuera aire, transparente y vacio, antes de mandar a los soldados a quitarlo del lugar.
Jean no se lo creía. Cuando los soldados Pyroxenitas intentaron hacerlo retroceder este se sobrepuso fácilmente. Llegó muy cerca de la estaca en la que el otro dragón estaba a punto de caer inconsciente cuando el ministro lo retuvo de una muñeca.
Notó un cambió en su expresión, y esta vez era imposible de pasar por alto lo enojado que estaba.
Lo tomó con tanta fuerza que Jean no supo como reaccionar, así que lo tiró al piso. Si hubiera sido cualquier otro ni siquiera lo habría movido, pero como era él, quien a sus ojos siempre iba a ser una figura de autoridad más alta que cualquier otra, solo atinó a mirarlo desde abajo mientras el juez apretaba los puños.
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Historias Retorcidas (Oneshots Twisted Wonderland)
FanfictionCuentos y minihistorias sobre una vida normal y maravillosa en Night Raven College.