Capítulo 1

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En un lugar como este, hace treinta y ocho años, en Varsovia, la zorra que me trajo al mundo me abandonó a mi suerte. Con dos años de vida, en pantalones cortos, remera raída, descalzo y una nota.

"No puedo soportar su llanto."

Siempre supe mi origen, los detalles de cómo, cuándo y quién me encontró jamás me fue ocultado. Eso me hizo odiar a la desgraciada, sentimiento que fue creciendo cada que era herido en las calles.

El olor a orines, mezclado con licor, heces y hierva, me transportan a momentos dolorosos de mi vida. Tengo muchos de esos y en noches de insomnio, me golpean al punto de dejarme sin aliento.

En un callejón, no en América, ni adulto, ni rodeado de hermanos. Fue en el país que me vio nacer, con doce años, en una noche vieja y agonizante.

Ese día aprendería lo que hacen los callejones en las ciudades. Territorio de desechos, es lo que son. Un número importante de ellos van a parar a los callejones, abandonados por una sociedad indolente y sin amor al prójimo. Residuos de fiestas, comida, orines, excrementos, animales y personas.

En muchos lugares así pasé noches enteras, con la panza vacía, lastimado y llorando. Viajar al pasado no es bueno, no, para alguien como yo.

Menos, cuando hay muchas cosas inconclusas allí.

Inevitable, cuando lo que tienes a tu alrededor es idéntico a ese día. Escucho las voces de mis compañeros lejanas, cada uno de ellos decide qué camino tomar, yo sigo en mi letargo por lo que estoy reviviendo.

—Será mejor dividirnos —habla Noah.

—Iré al norte —responde Nikolái, mientras Akim, se decide por el sur.

Yo sigo esperando que el dolor y odio bajen a niveles normales que me permitan reaccionar. Noah comenta algo al tiempo que va al Este. Mi silencio fue visto por los demás como si hubiera escogido este sitio, cuando la realidad es que los recuerdos me estaban atacando.

El sonido de un perro llama mi atención, seguido de su ladrido. Su llanto es mitad enojo, mitad aullido. Sacudo los recuerdos al empezar a avanzar. Veinte metros de largo, puede que un poco más, varios contenedores de basura tan llenos que no alcanzan a cerrarse.

Un par de pies sucios me obligan a sacar el arma. Contemplo a la figura inconsciente que yace cubierto por cajas de cartón y al perro que le custodia.

—¡Tú! —pregunto moviendo al individuo con la puta de mi zapato para despertarle —busco a Gary Harrison...

Lo que ocurre después pasa demasiado rápido, escucho el lamento, el miserable se remueve y noto está herido, pero su mascota me impide acercarme. En el primer intento me gruñe, confiado en que su instinto le harán saber que busco ayuda y con la certeza es Gary, decido acercarme un poco más.

Grave error.

El animal salta a mi antebrazo y al sacudirme atrapa mi mano, sus pezuñas son garras que logran perforar mi piel. Lanzo una maldición retrocediendo y retirando el seguro al arma.

—Maldita... —hablo al enfurecido animal que se acerca amenazante y apunto a su cabeza.

El gruñido del perro despierta a la persona que está dormida y tres cosas me sorprenden. La primera y quizás más importante, es que no es Gary, la segunda es que se trata de una mujer. Por lo menos, es lo que parece la figura que se lanza a las manos que sostiene el arma que apunta a su mascota.

La tercera es que una segunda persona se incorpora a dos o tres metros de donde estoy. Es difícil saber si es Gary o no, aunque se lo parezca.

—Lo encontré —le digo a los demás por radio guardando el arma y olvidándome de la asquerosa con su mascota.

Estanislav (Saga Angeles y Demonios #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora